Hondureños encaran las peores lluvias


«Nunca, ni con el (huracán) Mitch, vi crecer tanto esta quebrada», dice Juana mientras hurga en el lodo para ver qué puede rescatar tras las lluvias que desde mayo azotan con inusitada fuerza a Honduras.


En su cabeza aún ronda el recuerdo del demoledor Mitch, en 1998, que se estacionó frente a las costas de Centroamérica, causando uno de los mayores desastres en Honduras, con casi 5.700 muertos, del que aún no termina de recuperarse.

Juana es uno de los muchos pobladores del barrio «San Martí­n» de la ciudad de Danlí­, situada 110 km al este de Tegucigalpa, que fueron impactados por el desborde de la quebrada «la Virgen» la noche del miércoles.

Cuatro personas fueron arrastradas, pero sólo el cadáver de una de ellas fue rescatado por los socorristas.

Durante el invierno que comenzó en mayo, Honduras ha sufrido una andanada de 25 ondas tropicales.

Los suelos están saturados y hasta la más pequeña quebrada, que en verano es un camino pedregoso, se ha convertido en una furiosa corriente que arrastra toneladas de materiales y va a su paso inundando y destruyendo viviendas.

En Danlí­, más de cien casas resultaron dañadas o inundadas de lodo, y gran parte de los enseres de estas familias -en su mayorí­a humildes- fueron arrasados.

Cien familias del barrio San Martí­n fueron trasladadas a albergues temporales, donde los organismos de socorro, agrupados en la estatal Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), no daban abasto para llevarles colchones, frazadas, agua y comida.

El presidente Porfirio Lobo intentó llegar a la zona del desastre pero el piloto no se atrevió a aterrizar por la fuerte lluvia, que el jueves seguí­a cayendo de manera constante.

Los meteorólogos pronostican que el invierno se prolongará al menos por dos meses más y los expertos temen lo peor, porque los suelos ya están saturados y las consecuencias de una sobrecarga mayor pueden ser desastrosas.

Medio centenar de personas han fallecido en toda la temporada, especialmente a causa de la tormenta Agatha en junio.

La capital, Tegucigalpa, con más de 400 barrios y 300.000 personas viviendo en zonas de riesgo, serí­a la más afectada por inundaciones y deslizamientos, según las autoridades.

No hay tarde que no llueva en Tegucigalpa, convirtiendo las calles en rí­os porque los alcantarillas están colapsadas. Y la zozobra de los pobladores crece.

El domingo pasado, las calles eran un caos vial, luego de que un tramo del bulevar de las Fuerzas Armadas -una de las principales arterias capitalinas- se rompió a causa del colapso de un alcantarillado.