Cómo puede pretender ignorar el gobierno de facto de Honduras, su jefe de gobierno de facto, Roberto Micheletti y sus colaboradores, que sus actitudes cada día se acercan más a la locura.
jfrlguate@yahoo.com
Amenazar al gobierno de Brasil es sólo la muestra del extremismo y de la imprudencia. Acordonar una extensa área de la capital, alrededor de la sede de la embajada de Brasil, con militares y policía fuertemente armada, evidencia su debilidad. Impedir que parte de sus ciudadanos se manifiesten de forma pacífica comprueba la popularidad y legitimidad que conserva el presidente constitucional Manuel Zelaya. El proceder a cerrar medios de comunicación social lleva al gobierno de facto al último de los extremos, violando nuevamente la Constitución del país que en su artículo 72 dice: «Es libre la emisión del pensamiento por cualquier medio de difusión sin censura previa». También viola el artículo 73 que indica: «los talleres de impresión, las estaciones radioeléctricas, de televisión y de cualquier otro medio de emisión y difusión del pensamiento, así como todos sus elementos, no podrán ser decomisadas o confiscadas, ni clausuradas o interrumpidas sus labores por motivo de delito o falta en la emisión del pensamiento».
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En las actuales circunstancias defender, abogar o elogiar a Roberto Micheletti, a su gobierno de facto, solo aumenta el daño que le están causando a la población de Honduras. Lo actuado coloca al gobierno de facto en una peor situación y obliga a todas las entidades de prensa patronales como la SIP, profesionales como la APG a sancionar y repudiar al gobierno de facto de Honduras.
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Es difícil decirle a un hombre que es necio, ya no digamos que es porfiado. Sin embargo, el gobierno de facto ha labrado la estaca, la situación que está viviendo. Triste es que las cúpulas y quienes detentan el poder, a pesar de todo, no comprendan que quienes más sufren son los trabajadores y la clase media de Honduras. En el momento actual, no aceptar la mediación de OEA, no aplicar el plan Arias y no reencausar la legítima Presidencia de Honduras para que puedan realizarse y reconocerse como válidas las elecciones en ese país y de esa manera entregarle el poder el 27 de enero del próximo año a quien legítimamente quede electo en noviembre, es un acto necio, porfiado y de locura.
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No debemos equivocarnos, la situación es tan profunda y deteriorada en Honduras que el gran elector es Manuel Zelaya Rosales; si él le otorga el apoyo a algún candidato en particular ese será a quien los hondureños más favorezcan con su voto. Es por ello tan importante que todos los candidatos presidenciales, vicepresidenciales y demás cargos de elección popular comprendan y públicamente manifiesten que Honduras merece que se haga los esfuerzos y se aplique las soluciones que restauren el estado de Derecho, que permitan elecciones legítimas, legales y viables.
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Roberto Micheletti y quienes le apoyan deben comprender, aceptar que no tienen ninguna probabilidad de sacar adelante a Honduras sino se apartan del Gobierno, a lo único que pueden aspirar es a que de alguna manera se les otorgue una amnistía, un perdón y así evitar convertirse en parias, en prófugos de la justicia y en personas, ellos y sus familias, sin país donde poder vivir.