Honduras de vuelta al futuro


Honduras ha dado un respiro a Latinoamérica y al mundo. La responsabilidad que Roberto Micheletti asumió le quebró los ejes a su carreta y descubrió, dentro de otras cosas, que el mundo ya no tolerará un golpe de Estado más en el futuro. Como siempre los Estados Unidos jugaron un papel vital en el acuerdo que se firmará en Honduras, con la finalidad de volver al paí­s a la normalidad, o por lo menos a una normalidad anormal o aparente, porque se cocinaron muchas cosas en estos cuatro meses de gobierno fascista de facto, en esa rica tierra catracha. Se retrocedió bastante.

Roberto Arias

Las heridas están abiertas y parece que la creación de «Un gobierno de reconciliación» será tan plástico como «La firma de la paz» en Guatemala, donde se firmó la paz de una manera torpe y a marchas forzadas. Las consecuencias de tan gran desaguisado están a la vista y la sufren diariamente todos los guatemaltecos: Se enraizó la violencia.

El acuerdo lo firmará Roberto Micheletti seguramente con la intención de bajar la presión internacional para solucionar con firmeza la crisis polí­tica emanada del golpe de Estado que realizó el Ejército Nacional de Honduras junto con las cúpulas económicas de ese paí­s y muchos de sus incondicionales servidores dentro del gobierno. Ahora la presión se le trasladó al Congreso de la República. Por otro lado, la Iglesia quién sabe dónde meterá la cara; así­ como no sabemos dónde meterán la cara los «empresarios» del Cacif que fueron a lustrarle los zapatos a Micheletti, ni dónde la meterá la presidenta del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala o los clásicos columnistas que echaron sapos y culebras con tinta de calamar por medio de sus bolí­grafos.

La crisis polí­tica en Honduras generó, naturalmente, una enorme crisis económica adicional a la crisis global que sacude al mundo. Las ayudas internacionales para Honduras fueron congeladas; las visas de no inmigrante para viajar a los EE.UU. también estaban congeladas y, en términos generales, el mundo tomó represalias diplomáticas y económicas contra Micheletti, quien fungí­a como presidente de facto.

Todas esas redes congeladas están en ví­as de descongelamiento y parece que el futuro de Honduras se vislumbra mejor que el pasado; sin embargo, no debemos olvidar que el resentimiento y la inútil polarización del pueblo hondureño aun deben pasar sus respectivas facturas con alguna cauda de muertes que se pueden ver venir en el horizonte.

El acuerdo que se suscribirá establece que el Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, que deben consensuar Zelaya y Micheletti, debe entrar en funciones «a más tardar el 5 de noviembre». Imagí­nese el distinguido(a) lector, con qué velocidad tendrán que realizar las encomiendas de retoma de posesión de Manuel Zelaya y su Gabinete.

En este entuerto hay muchos ganadores y hay muchos perdedores, tal y como lo hubo en Guatemala en su momento. La búsqueda de la coherencia; el miedo posterior a la crisis; la reconstrucción del sistema económico; la verdadera reconciliación del pueblo polarizado, etcétera, tomará a los hondureños una larga cantidad de esfuerzos y tiempo entre la ciudadaní­a y el gobierno, para regresar a la normalidad y virar hacia el futuro. Seguramente ellos lo harán.

Todo se puede con buena fe; ese elemental valor humano que tanto nos hace falta a los guatemaltecos para soltarle la rienda a nuestro paí­s y que se eche al galope.