Si hubiese encontrado un titular más dramático para describir lo que acontece en Honduras, créanme que lo hubiese usado. Esto, luego de escuchar que la represión del gobierno de facto ha dejado decenas de heridos en un solo día, y hay informaciones que afirman que varias personas han sido asesinadas.
El pasado lunes, por la mañana, se conoció que el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, había llegado a Tegucigalpa de forma sorpresiva. La ofensiva lanzada por el gobierno de facto hacia la población que simpatiza con el retorno a la constitucionalidad, y la reacción de las personas auguran una situación cada vez más violenta.
Zelaya, quien desde el lunes se asentó en la embajada de Brasil en la capital hondureña y fue rodeado por sus simpatizantes quienes también se instalaron en los alrededores de la sede diplomática. Muchos jefes de la diplomacia, incluso la secretaria de Estados Unidos Hillary Clinton, manifestaron que el regreso del mandatario era una oportunidad para una salida a la crisis política.
No obstante, el día de ayer desde la mañana las fuerzas represivas desalojaron a los miles de manifestantes que se encontraban en los alrededores de la sede diplomática. Utilizaron, además de las bombas lacrimógenas, bombas de gas pimienta que afectaron no sólo a los manifestantes sino a quienes se encontraban dentro de la sede diplomática y casas aledañas. Asimismo, las tanquetas utilizan unas alarmas con un sonido muy fuerte y estridente, como otro recurso más para obligar al desalojo.
Las organizaciones sociales señalaron que más de 300 personas fueron detenidas, y que fueron concentrados en un estadio deportivo.
A partir de estos actos represivos las manifestaciones empezaron a concentrarse en los barrios. Según informaron organizaciones, unos 30 barrios populares se han concentrado para manifestar su repudio al golpe, instalaron barricadas de piedras para detener el ingreso de las fuerzas de seguridad, desafiando así un Toque de Queda impuesto por el gobierno de facto y que está anunciado podría finalizar hoy a las seis de la tarde, y de ser así, tendría una duración de 60 horas. Dos días y medio de desabastecimiento de alimentos, y en muchos lugares sin servicios de energía eléctrica.
Radio Globo, medio de comunicación que no apoya el golpe, informó que en más de uno de esos barrios en resistencia se han intentado ocupar las postas policiales. Y lo enfrentamientos llegaron a tal extremo, que se han reportado extraoficialmente seis personas muertas, y decenas de heridos con estos ataques. Esta situación está rebasando los límites de violencia de una crisis política con visos de solucionarse. Más bien, señalan los periodistas de Radio Globo, «estamos al borde de una guerra civil».
El punto de tensión principal es que el gobierno de facto, como dijo ayer en conferencia de prensa, no aceptará la restitución de Zelaya, mientras que el gobierno constitucional, las organizaciones de resistencia, al igual que la comunidad internacional, no avalarán el proceso electoral mientras no se restablezca el orden constitucional.
Cabe resaltar, pues algunos siguen confundidos, que en el dialogo no se discute la posibilidad de una reelección de Zelaya.
Brasil solicitó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mientras en su sede diplomática en Honduras siguen Zelaya y varios acompañantes, y en sus alrededores hay un cerco militar.