Homosexualidad (I)


El tema de la homosexualidad es algo tan actual como lo fue desde los principios de la humanidad. Nos lo relatan los filósofos mediante sus escritos en la antigua Grecia, donde la homosexualidad era una moda abierta y aceptada dentro de esa civilización. Sin embargo, ahora, en el siglo XXI, sigue siendo un tema altamente controversial, es decir, que da lugar a una serie de opiniones contrapuestas de diferentes corrientes, intereses y pensamientos.

Roberto Arias

Inicialmente debemos recordar a nuestros lectores que en cromosomas, hormonas sexuales y constitución fí­sica los homosexuales tienen los mismos estándares que los heterosexuales. Es decir que los homosexuales son biológicamente normales, lo que no es normal es el ejercicio de la homosexualidad. Lo que algunos especialistas sustentan es que el apartarse de la heterosexualidad puede ser causado por un complejo de inferioridad, falta de madurez o ruptura familiar. La falta de madurez parece ser fundamental.

Para quienes son cristianos y obviamente creyentes en el Dios de Israel, la Creación del hombre, según la Biblia, en la traducción Reina Valera dice textualmente en Génesis 1:27 «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó».

Ahora resulta en Guatemala un movimiento propiciando «comprensión» hacia los homosexuales -ahora conocidos con el anglicismo de gays- y lesbianas, quienes han desfilado en varias oportunidades con la intención de validar su existencia y su movimiento. Las razones que esgrimen se basan en premisas falsas o infundadas desde un punto de vista cientí­fico. Generalmente esgrimen la noción de discriminación con la finalidad de promover compasión, a fin de victimizar al homosexual y a la lesbiana.

Existe copiosa experiencia clí­nica de que la homosexualidad se puede superar con una terapia apropiada. Así­ lo asegura, por ejemplo, el psicólogo holandés Gerard van der Aardweg, sobre la base de una experiencia clí­nica de 20 años de estudios sobre la homosexualidad.

Aardweg insiste en que el homosexual tiene, obviamente, también instintos heterosexuales, pero que en sus respectivos casos pueden ser bloqueados por su convencimiento homosexual. Por eso, la mayor parte de los pacientes que lo desean verdaderamente y se esfuerzan con firmeza, mejoran en uno o dos años, y poco a poco disminuyen o desaparecen sus obsesiones homosexuales, aumentan su alegrí­a de vivir y su sensación general de bienestar.

Es muy importante que quienes se consideren homosexuales o lesbianas adquieran una visión clara de su propia identidad y de su mundo afectivo, llevándolos a afrontar la situación: «Llevamos a que las personas se rí­an de sí­ mismas (el humorismo puede ser muy saludable) y que adquieran hábitos positivos: valentí­a, honestidad consigo mismo, autodisciplina, capacidad de amar a los demás; hasta lograr que el homosexual pierda sus hábitos neuroinfantiles».

En la Biblia, el apóstol Pablo dice en su 1ª. Carta a los Corintios: «Â¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, y habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espí­ritu de nuestro Dios». 1 Corintios 6:9 al 11. -La negrilla es mí­a.