Homenaje a Robert Schumann en los doscientos años de su nacimiento -I-


En este año de 2010, el mundo de la música occidental celebra el doscientos aniversario del nacimiento de uno de los más grandes compositores del siglo XIX: Robert Schuman. Diario La Hora se suma a estos festejos musicales del mundo en honor a uno de los máximos exponentes del romanticismo. Hablar de la música de Robert Schumann en un breve espacio, es una tarea ardua, pues su contenido y magnificencia de su obra requieren de un análisis mucho más profundo que el corto espacio de esta columna nos permite. Sin embargo, trataremos de esbozar un breve panorama de la música del más romántico de los compositores. La maravillosa música de Schumann es fiel reflejo del sonido de Casiopea, esposa dorada, quien con su paso contí­nuo se vuelve nota de pentagrama en mi alma, quien tiene sonoro aleteo de ave y cuya imagen de ternura ha quedado presente en mi sangre por siempre de siempre.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.

Las Canciones í­ntimas o Lieder El año 1840 vieron nacer varios Lieder en los que Schumann cantó su gran felicidad por haber conseguido casarse con su eterno amor: Clara Weick, tras numerosas dificultades: Cielo de Lieder, Opus 24 sobre textos de Heine, el Ciclo Mirtos, Opus 25, que contiene la extática Dedicatoria, el poético La flor de loto y el dulce Tu eres como una flor; el Ciclo de Lieder, Opus 39, sobre poemas de von Eichendorff que contiene entre otros: Noche de luna, pieza llena de ambiente con magní­ficas disonancias; Amor y vida de una mujer, Opus 42, sobre poemas de Chamizo, y el inolvidable Amor de poeta, Opus 48, sobre poemas de Heine. El ciclo Alemán constituye la cumbre de los Lieder de Schumann. Aunque nuestros oí­dos estén habituados a disonancias más complicadas, sienten, con el acorde de séptima disonante, que se encuentra al final de En el bello mes de mayo, el misterioso deseo de amor que la primavera despierta. Un Scherzo vocal como La rosa, el lirio, la paloma, el sol, sigue siendo aún hoy único en su género. En la espléndida mañana de verano nos coloca ante un cuadro de la Naturaleza que desafí­a a las mejores composiciones de su discí­pulo Johannes Brahms.. Entre los lieder de fecha más reciente, es preciso señalar los de Opus 98 que fueron compuestos durante el «año terrible» de 1849, según la expresión de Schumann, después de la enfermedad que sufrió.

Las Sinfoní­as Robert Schumann compuso cuatro Sinfoní­as. «La primera Sinfoní­a en si bemol mayor» fue escrita en el perí­odo más feliz de su vida (1841); la intituló «Sinfoní­a de la Primavera», porque se habí­a inspirado en un poema de Bí¶ttger, que terminaba con las siguientes palabras: «En el valle florece la primavera». Schumann suprimió más adelante los diferentes acápites que antepuso originalmente a cada uno de los tiempos: Principio de Primavera, Tarde, Alegres compañeros de juego, En el corazón de la primavera. Esta obra viva y alegre, contiene pasajes que responden muy bien al primer verso de la poesí­a: Espí­ritu de la nube, sombrí­o y pesado. Por otra parte la Sinfoní­a en do mayor, oficialmente la segunda, es en realidad la tercera. El ambiente esencialmente patético de esta composición es producto del estado de ánimo de Robert Schumann, particularmente irritable en aquel tiempo (la señal de alarma que contienen los primeros compases se repite en los tiempos restantes, salvo en el Adagio) (1846). Algunos colocan esta Sinfoní­a al lado de las de Beethoven, con las que tiene de común una gran parte de su entorno emocional.