Homenaje a Robert Schumann en los 200 años de su nacimiento III


Para continuar con esta columna conmemorativa del Diario La Hora y como homenaje a Casiopea fiel reflejo y sublime esposa de miel quien es sonrisa élfica y llama de sol que desnuda mi alma de fuegos pletóricos de lirios, dorada ternura temblando en mis manos cotidianamente. Diremos en primer lugar que los crucigramas, o en todo caso el juego de letras, entusiasmaban a Schumann. Con las letras del nombre de la ciudad de Asch -donde viví­a Ernestina von Fricken, su novia por entonces- traducidas a su equivalente musical germánico, es decir, la, mi, bemol, do, si, escribió su obra maestra, Carnaval, que lleva el subtí­tulo siguiente: «pequeñas escenas sobre cuatro notas». La obra está formada por varias piezas cortas, cada una de las cuales tiene un tí­tulo exactamente representativo de una acción o imagen. Dos de estos tí­tulos, Eusebius y Florestan se refieren directamente a Schumann, puesto que fueron los seudónimos que utilizó en sus artí­culos para la revista Zeitschrift. Eusebius representa el Schumann romántico y soñador, mientras que Florestan es el artista luchador por sus ideales. Se trata, sin duda, de la obra más imaginativa y sorprendentemente hermosa que escribió su autor. Los dos aspectos de la personalidad de Schumann, el poeta y el realizador, se hallan reflejados en su Fantasiestucke, op. 12. También aquí­ se estructura la composición con distintas piezas que alternan el buen humor con la afirmación enérgica de algo ignorado. Sobre el final de esta obra el compositor escribió a Clara Wieck: «Todo concluye con una alegre boda. Pero en la conclusión la ansiedad que sentí­a por ti retornó; de modo que suena como si se mezclaran campanas de bodas y de funeral.»

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.

Quizá más profunda, con una grandeza de pensamiento conmovedora, la Fantasí­a op.17 es el trabajo de Schumann que mayormente contiene sus reacciones aní­micas. El mismo decí­a: «No creo haber escrito nunca algo más apasionado que el primer movimiento». Ciertamente, la obra entera, no sólo este movimiento, tiene una grandeza espiritual sobrecogedora. En 1838 escribió las Kinderscenen (Escenas de niños), álbum de piezas para niños, y en 1845 complementó esta colección con el ílbum para la Juventud. Las dos series muestran el dominio de la escritura pianí­stica de Schumann, sin que a ninguna de estas pequeñas obras les falte el aliento lí­rico y la gracia de la inspiración. Hay que insistir, pues, que todo el arte de Schumann se arraiga en la música para piano: sus veintitrés primeras composiciones han sido escritas para este instrumento exclusivamente. Entre ellas se encuentran sus obras maestras, junto con el Concierto para piano, Opus 54. Ya en Las Mariposas, Opus 2 (1829-1831), Schumann se encontró a sí­ mismo; habí­a traducido al lenguaje musical el penúltimo capí­tulo de la novela de Jean Paul La Edad ingrata: el baile de máscaras en el que Fult, que gracias a un disfraz habí­a tomado los rasgos de su hermano Walt, rapta a Wina, amiga de este último. No citamos más que el canon del Vals, 3; las Polonesas 5 y 11, la Danza alemana 8 y el eco de la Invitación al Vals de Weber, 10. Schumann continuó el camino que habí­a elegido con su Carnaval, Opus 9 (1834-1835); así­, pues, antes de la Opus 6: Escenas graciosas sobre cuatro notas; entre las piezas 8 y 9, el secreto de estas cuatro notas, ya sugerido musicalmente en «Arlequí­n», es definitivamente revelado: SCHA, ASCH. ASCH (S=Es=, o bemol; S=mi bemol mayor; H=si; A=la; B=si bemol, Asch era el domicilio de Ernestina. Por otro lado los personajes que el Carnaval nos ha hecho familiares, tales como Pierrot, Arlequí­n, Pantaleón, Colombina, nos los encontramos en esta fiesta de hombres y mujeres, que representarán un papel en la vida de Schumann y de los que nos traza el retrato musical: Clara Wieck (Chiarina), Ernestina von Fricken (Estrella); Schumann mismo (Eusebio y Florestán), Chopin y Paganini, estos dos últimos retratados por un hábil í  la manií¨re de. Las Noveletten, Opus 21 (1838) relatan temas alegres, como los Cortesanos y caballerescos (1), las Danzas (4 y 5) y el Carnaval (6); 7 y 8 son Scherzo. Sólo la parte central de la tercera pieza posee un ambiente de balada. Pocos compositores podrán ser superados en cuanto a la técnica y la inspiración pianí­stica de Schumann.