Nepal elegirá el jueves una Asamblea Constituyente en históricas elecciones que deberían desembocar en la abolición de la monarquía y la proclamación de una República, consagrando el acuerdo de paz de 2006 con los maoístas que puso fin a diez años de guerra civil.
Cerca de 18 millones de electores son convocados a votar en los primeros comicios nacionales desde 1999, que elegirán una cámara encargada de redactar una nueva Constitución para este estratégico reino enclavado entre India y China, separado de Tíbet por la gran cadena montañosa del Himalaya.
Nepal es uno de los países más pobres del mundo y su sociedad está estrictamente dividida en castas. Los ex guerrilleros maoístas, que siguen figurando en la lista de grupos terroristas internacionales elaborada por Estados Unidos, lograron su popularidad prometiendo poner fin a la extrema pobreza que afecta al 31% de los 27 millones de habitantes.
Unos dos millones de nepaleses que trabajan en el extranjero envían a su país aproximadamente mil millones de dólares anuales.
La Asamblea Constituyente debe votar la transformación de la única monarquía hinduísta del mundo en una República Federal, después de 239 años de dinastía real de los Shah, según un acuerdo concluido en diciembre entre siete partidos políticos y los maoístas, reunidos en un gobierno de coalición desde abril de 2007.
Una situación semejante era inconcebible hasta hace dos años, cuando toda la clase política nepalesa, desde la derecha moderada a la izquierda comunista, se alió a los maoístas en las manifestaciones democráticas de principios de 2006, obligando al autocrático rey Gyanendra a renunciar a sus poderes absolutos.
Pero el acuerdo de paz del 21 de noviembre de 2006, que puso fin a una década de «guerra popular» maoísta –al precio de aproximadamente 13 mil muertos y de una economía arruinada– sigue siendo frágil, destacan los analistas, que temen una nueva ola de violencia.
Por lo menos una persona fue herida hoy en un atentado con bomba cerca de un complejo de las Naciones Unidas en Katmandú, la capital de Nepal, indicó la policía.
«Una pequeña bomba estalló en Nuevo Baneshwor (un mercado de Katmandú), hiriendo a una persona. El artefacto explotó cerca de la oficina de la Misión de las Naciones Unidas en Nepal» (MINUN), declaró Sushil Barsingh Tapa, un oficial de policía.
La MINUN supervisa desde hace un año y medio el proceso de paz.
El jefe de la MINUN, Ian Martin, pidió que «la violencia no tenga lugar alguno en estas elecciones».
El ex líder insurgente Prachanda, un maestro convertido en revolucionario que aspira a la presidencia de la República, sostiene que «ya no hay lugar en Nepal para ninguna forma de monarquía».
A pesar de que el rey Gyanendra es «odiado», muchos de sus súbditos lo consideran como la encarnación del dios hindú Vishnú y siguen fieles a una forma de «monarquía simbólica», según las encuestas.
«Si los maoístas toman nuevamente las armas y llegan al poder, los hindúes responderán. Será peor que la «guerra popular» maoísta y mucha gente morirá», advirtió un consejero real, el general Bharat Keshwer Simha.
Por su parte, los maoístas acusaron a «generales que siguen fieles al rey de conspirar (…) para preparar un golpe de Estado» e impedir la abolición de la monarquía.
Como ningún partido obtendrá la mayoría el jueves, el International Crisis Group (ICG) teme «un período postelectoral difícil y peligroso».
«Los grandes perdedores (de los comicios), en particular los maoístas, podrían incluso verse tentados de rechazar toda elección», teme este influyente círculo de reflexión para resolver conflictos, con sede en Bruselas. A su vez, los realistas «no pueden esperar obtener suficientes bancas para bloquear la proclamación de la República», señala el ICG.