Acerca de la imagen de la Virgen del Rosario de la iglesia de Santo Domingo, existen varias referencias dignas de ser tomadas en consideración. Tomás Gage, al mencionar las riquezas de los Dominicos en Guatemala, indica que la imagen de la Virgen María es una de las más valiosas que poseían, la describen así: «(…) hecha de plata pura y del tamaño de una mujer de buena talla. Está colocada en un tabernáculo hecho expresamente en la capilla del Rosario, donde hay por lo menos doce lámparas de plata que arden permanentemente delante de esta imagen (?)».
Fuentes y Guzmán se refiere a la imagen de la Virgen de la siguiente manera: «El convento de Santo Domingo de esta ciudad de Guatemala en su admirable y magnífico templo; en una elegante y maravillosa cuanto capaz y pulida capilla, tiene la milagrosa y soberana imagen de Nuestra Señora del Rosario, de plata, sumamente devota y sumamente bella, que a la similitud de la de las Mercedes, muda su rozagante y encendido color en gualda palidez en ocasión de conflicto y necesidad popular. La bella, hermosa y admirable estatura de su perfecta planta, será de dos cumplidas varas, fuera de la corona, y la de su divino, soberano, gracioso niño, dormido sol, en brazos de la aurora Virgen madre, de la que informa y constituye a un niño de la edad de un mes, con movimiento tan natural, tan vivo y halagí¼eño, que enamora al linfático Rey y las almas más ingratas y más dormidas (…)»
Antonio de Remesal, al tratar el origen de la imagen, indica que la que «tuvo la Cofradía de los españoles era de mucha devoción, como se conoce hoy con el título de Nuestra Señora La Antigua. Era devotísimo el padre Fray Lope de Montoya del Rosario de la Virgen; a cuya causa no se le caía de la mano, ni el Ave María considerando lo bien que la gente de la ciudad acudía a cualquier gasto del culto divino emprendió uno tan grande como fue hacer la imagen de Nuestra Señora del Rosario de plata, que es la mejor que hay hoy en las Indias».
El historiador del arte Miguel ílvarez, al referirse a la imagen de la Virgen del Rosario, apunta que fue conocida primero como la «Antigua» y luego como la «Domina», que sirvió de molde para la de plata, que fue tallada en Guatemala por un escultor anónimo, quien es, además, autor de la Virgen de Candelaria de Chiantla. ílvarez menciona a Josefina Alonso de Rodríguez, quien afirma que los plateros que la fundieron fueron Nicolás Almaina, Lorenzo Medina y Pedro de Bozarraéz en las postrimerías del siglo XVI. Además, esta historiadora apunta que la fundición se hizo en 1580.
según Josefina Alonso de Rodríguez, la imagen está concebida dentro del estimo manierista. Señala como una de las características de la iconografía de las Vírgenes del Rosario manieristas, la presencia del niño dormido. Con los terremotos de Santa Marta (1773), la imagen de plata quedó desfigurada; fue restaurada en 1774 por Joseph Cornelio de Lara.
Como indica ílvarez Arévalo, la imagen de Nuestra Señora del Rosario es una de las de mayor advocación en Guatemala no solamente por ser de gran valor, en cuanto al material de que está burilada, sino también por el alto grado de devoción popular.
En cuanto a la celebración existen algunas referencias históricas que vale la pena tomar en cuenta, porque en cierta medida han determinado su realización.
En primer término, fue importante la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, que se llevó a cabo el Primero de Noviembre de 1559. Juarros indica que fue el Arzobispo Francisco Marroquín quien exhortó a los fieles para crear la cofradía y al practicar la devoción del Santísimo Rosario. El mismo cronista apunta que esta cofradía fue la más floreciente, desde su fundación hasta el siglo XIX; además, informa que al principio solamente se admitían españoles, ya que existían otras dos cofradías: una para indios y otra para morenos, pero que después se aceptaron en una sola a todas las personas, sin hacer ningún tipo de distingo.
Se considera, pues, que la festividad en honor a la Virgen del Rosario es antiquísima; probablemente tuvo sus inicios en el siglo XVI, cuando se funda la cofradía y se principia el culto a la Virgen madre.
La celebración en honor a la Virgen del Rosario que se realizaba en Santiago de Guatemala durante el mes de Octubre, fue trasladada a la Nueva Guatemala de la Asunción. Ya en esta urbe, según datos proporcionados por Teresa Fernández may de Arévalo, el rezo del Rosario fue establecido por el padre dominico Julián Riveiro el 13 Septiembre de 1893. Añade que cuando este sacerdote ocupó el cargo de Arzobispo lo estableció en todas las parroquias de la República. Indica también que a este sacerdote se le debe el incremento de la celebración del mes del Rosario, así como de la devoción a la Virgen María.
El Diario de Centro América señala la importancia de la fiesta de la Virgen del Rosario a finales del siglo XIX:
«Las fiestas de iglesia más alegres son: las de Nuestra Señora del Rosario, que se celebra en el templo de Santo Domingo» finalmente, y con respecto a la procesión de la Virgen del Rosario en el año 1896, el diario aludido apunta:
«Concurridísima estuvo ayer en la mañana la procesión de la Virgen del Rosario que salió del templo de Santo Domingo y recorrió algunas calles de esta capital».
Otro acontecimiento que ha influido en la festividad del mes de Octubre, lo constituye la Coronación Pontificia de Nuestra Señora del Rosario, efectuada en 1934, siendo Arzobispo Monseñor Luis Durou y Sure. El decreto de Coronación fue emitido por el Papa Pío XI el 16 de Octubre de 1931.
La devoción hacia la Virgen del Rosario ha estado generalizada en todos los estratos de la población guatemalteca; prueba de ello se encuentra en la siguiente crónica del año 1927, en donde además se revela la importancia de la festividad.
«(?) desde la mañana temprano personas de todas las clases sociales invaden la iglesia, y no abandonan a su madre en el día, hasta las ocho, llegando de los extremos de la ciudad y hasta de los pueblos vecinos, singularmente los domingos (?)».
Hay mucho que ahondar sobre esta festividad de carácter popular que se ha engrandecido durante el siglo XX y principios del XXI, hasta convertirse en una de las de mayor raigambre popular de la ciudad y el país. Sin embargo, baste con lo apuntado en este artículo de divulgación y por la brevedad del espacio.
La presente publicación se basó en distintas fuentes que el suscrito ha trabajado específicamente sobre el tema. Asimismo, en varios autores, en especial en el capítulo XIII del libro Las fiestas populares de la ciudad de Guatemala: una aproximación histórica y etnográfica de Ofelia Columba Déleon Meléndez (Guatemala: CEFOL, 1989 pp. 112-120). Las citas hemerográficas y bibliográficas se deben exclusivamente a la autora del tan excelente ensayo, las cuales fueron tomadas para enriquecer este artículo divulgativo.