Historia y simbolismo de los Ramos


Palmas bendecidas

Pueri hebraeorum, portantes ramos olivarum,

obviaverunt Domino, clamantes et dicentes:

«Hosanna in excelsis».

Celso Lara

La Cuaresma es una de las más importantes ceremonias de la cultura occidental y que en el caso de Guatemala establece los ejes de la identidad de la sociedad nacional.

La Cuaresma es el lapso de cuarenta dí­as que comienza a contarse a partir del miércoles siguiente al Martes de Carnaval. Para los católicos ese perí­odo es ocasión para el ayuno y la penitencia, tiempo de austeridad y vigilia. Es una fecha móvil en el calendario.

El primer dí­a de la Cuaresma es llamado Miércoles de Ceniza por la práctica vigente desde el siglo IV, de colocar cenizas sobre la cabeza de los penitentes que acuden a los templos para realizar ceremonias de expiación por los excesos cometidos durante el Carnaval. Antiguamente se rociaban cenizas sobre las cabezas de los fieles que, trajeados con hábitos de penitencia, debí­an acudir a los templos en esta fecha. Actualmente sólo se traza una cruz con cenizas sobre la frente de los cristianos que voluntariamente acuden al templo. Las cenizas para llevar a cabo esta práctica se obtienen de la incineración de las palmas benditas, repartidas el Domingo de Ramos del año anterior que son conservadas para este propósito. Son sí­mbolo de penitencia y de la brevedad de la existencia terrenal para los católicos y con su aplicación sobre la frente se recuerda el texto del Génesis «Polvo eres y en polvo te convertirás».

Antiguamente las observancias de la Cuaresma eran bastante rí­gidas en lo relacionado con el ayuno y la abstinencia, que debí­an ser cumplidos estrictamente ya que durante el perí­odo se recuerdan los cuarenta dí­as de ayuno y meditación que pasó Jesús en el desierto. Sólo permití­a una comida al dí­a en la cual no se consumí­an carnes, huevos o pescado. Esto quizás podrí­a explicar los excesos en el perí­odo anterior -el Carnaval- en conocimiento de las caracterí­sticas de austeridad que tendrí­a el tiempo que le sucederí­a. Paulatinamente la Iglesia ha ido modificando sus mandatos y se permitió el consumo de carnes de aves y de pescado, más no de carnes rojas. Actualmente los cristianos se someten a abstinencia de carne sólo los dí­as viernes de la temporada de Cuaresma, la cual sustituyen por pescado o carne de aves.

Como puede apreciarse en la hagiografí­a de la Semana Santa, los ramos tienen importancia simbólica de primer orden desde los tiempos de los evangelios mismos. Eternizan la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén el primer Domingo de Ramos de la Historia.

Jesús va a Jerusalén, en donde sabe que ha de morir dentro de pocos dí­as, y hace su entrada solemne en la ciudad. Solemne, pero sencilla y humilde. En medio de la tristeza que respira toda la semana santa se oyen estos cánticos de alegrí­a. La liturgia católica desde el siglo IV ha organizado la procesión de las palmas y su respectiva bendición al interior del templo, y luego ha repartido estas palmas a las «gentes del pueblo» que las portan acompañando la misa del Domingo de Ramos.

En el caso de Guatemala, el Domingo de Ramos es muy peculiar, lleno de alegrí­a y colorido: Los ramos bendecidos por la iglesia provienen de una palma muy especial que se da en la costa occidental y en la bocacosta del paí­s llamada Palma Real o Manaca (orbygnia cohune).

Durante la Semana de Dolores, en los departamentos de Escuintla, Suchitepéquez y Quetzaltenango y en las montañas de Sacatepéquez, se cortan las hojas de esta Palma Real y con ellos se elaboran «los ramos benditos», cortando o «deshilachando» la hoja de palma. «Los ramos benditos» son adornados con flor de corozo, proveniente de la misma palma odorizante o bien con flores propias de la temporada cuaresmal, como la estaticia morada o claveles rojos y blancos. Las vendedoras de estos productos, que generalmente provienen de San Juan Sacatepéquez, hacen acopio de estos ramos y llegan el sábado en horas de la noche a las distintas iglesias del paí­s y de la ciudad para ser bendecidos por los sacerdotes, de tal manera que al alba del domingo, los ramos están consagrados.

Es práctica en la Nueva Guatemala de la Asunción que en la ciudad se bendigan en la misa de cinco de la mañana en las distintas iglesias para después acompañar a Jesús de «la Burriquita» de la iglesia San Miguel de Capuchinas, que sale en procesión a recorrer los viejos barrios de la urbe.

La alegrí­a de Jesús de las Palmas o de la Burriquita contrasta con la solemnidad de Jesús de los Milagros de la Iglesia de San José que con su cruz a cuestas recorre ancestrales callejones.

Las calles de la ciudad y veredas de los pueblos se ven ornamentados con los ramos ese dí­a, que se convierten en la gran puerta a la Semana Mayor.

La ceremonia de bendición de los ramos, ahora muy simplificada, consiste en que el sacerdote investido de casulla y estola morada, conjuntamente con los monaguillos salen al atrio de las iglesias a rociar los ramos que colocados en canastos por los indí­genas de San Juan Sacatepéquez y de otras regiones de Guatemala, con agua bendita, en tanto, ya sea en el órgano o el coro, al pie del altar entona la antiquí­sima antí­fona «Pueri hebraeorum, portantes ramos olivarum…»

Los ramos bendecidos santifican a la persona que los porta y consagra la casa donde se colocan.

En Guatemala los ramos del Domingo de Ramos se guardan en casa y se colocan en un lugar preferencial ya que según la tradición popular protegen de las tempestades y de los terremotos.

Cuando una persona es asustada por alguna circunstancia, estos ramos son «apagados en las brasas» y esta infusión se da de beber al enfermo «le vuelve el resuello».

Los ramos también son portadores de buena suerte y se colocan a la entrada de la casa, para que siempre esté protegida de «las malas influencias».

Estos ramos deben permanecer en la casa durante el año completo. Al año siguiente, durante la semana de Lázaro o a más tardar en la de Dolores, estas palmas se llevan a las iglesias para que sean incineradas, ya que, como apuntamos, con sus cenizas, se colocan en la frente de los creyentes la ceniza que simboliza los inicios de Cuaresma y Semana Santa.