-«Cuando sea grande me gustaría tocar en una orquesta sinfónica. Ser el primer violín, y luego enseñar a muchos niños a tocar el instrumento. La música me encanta», me dijo Juan Antonio*, quien a sus 11 años todos los días, mochila al hombro y estuche de violín en su mano derecha, acude al Centro Cultural Metropolitano.
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Además de la disciplina y el deseo de superación, también cumple tareas los fines de semana, pues contribuye, como muchos niños de su edad, al sostenimiento de la familia.
Sábados y domingos, junto a su hermano de 13 años, cuida carros en una de las calles de ciudad. Lo que recibe se lo entrega a su mamá, puesto que tienen otros hermanos pequeños. El padre los abandonó cuando él estaba más pequeño.
Juan Antonio afirma que cuando ejecuta el violín se olvida de sus problemas escolares y que cuida carros los fines de semana.
-«Mi papá se fue de la casa. No sé porque tuvieron problemas con mi mamá. Mi papá siempre me ha hecho falta, pero la música me ayuda a no pensar en esto. Cuando estoy en la escuela o cuidando carros, me recuerdo de las clases y lo alegre que la paso con mis compañeros y eso me ayuda a estar más tranquilo», me contó.
Las rutinas para Juan Antonio, sin duda, son extenuantes: levantarse temprano, ir a la escuela, llegar puntual a sus clases de violín y hasta el final de la jornada realizar las tareas escolares para posteriormente practicar el instrumento que le gusta.
El cansancio llega a su punto máximo el domingo por la noche. Sin embargo, Juan Antonio está muy claro en lo que quiere.
-«Mi mamá y hermanos me apoyan y me dan ánimo para seguir. Algunos lunes ya no quiero ni levantarme, pero sólo de pensar que iré a la escuela de música me anima a seguir», me afirmó.
La buena disposición de Juan Antonio contagia. Es un preadolescente positivo, lleno de energía y que, sin duda, logrará sus sueños. Con el correr de los años, no me cabe la menor duda que estará ahí, sentado junto a otros maestros, observando su atril, con instrumento en su hombro izquierdo ejecutando piezas de los más connotados músicos nacionales y extranjeros. *Nombre ficticio.
* Palabrejas de moda.- Esta de moda decir «igual», puesto que «mínimo» no pegó. Mayas, ladinos, garífunas, xinkas, jóvenes, de la cuarta y tercera edad, todos la dicen. Incluso, a veces pareciera que es sólo para «chilerear».
* Sin apoyo.- Un amigo que trabaja en el Estado me garantizó que el gobierno no cubrió los gastos en que incurrieron los maestros que «tomaron» las calles del Centro Histórico. Me aseguró que los docentes compraron su alcohol, pagaron la camioneta, se compraron las carnes asadas, las aguas puras, las tarjetas telefónicas y las comidas rápidas, que consumieron mientras alborotaron el tránsito vehicular.
* No a las tarjetas.- ¿Cómo es posible que la empresa que tiene a su cargo la emisión de una tarjeta para usar el servicio urbano nos obligue a hacer largas filas y que luego pida información personal? Guate me duele más ahora que hace 25 años.