El Canche murió por bolo. Hubo ocasiones en que de siete días que tiene la semana, él bebía cuatro y de los 12 meses del año, él bebía casi la mitad. Lo conocí en la 11 avenida y 11 calle del Centro Histórico. Se dedicaba a lavar y cuidar carros. Y, por supuesto, frecuentaba las cantinas y abarroterías del sector.
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En una ocasión le pregunté por qué tomaba demasiado:
-Mire jefe, lo que ocurre es que una de mis hijas se casó con un buen hombre. Juntos trabajaron muy duro y lograron instalar una tienda. Pero como la situación está tan jodida por la delincuencia, les empezaron a pedir dinero. Ellos daban lo poco que les iban sobrando, pero llegó el momento que ya no pudieron cubrir la cuota. Entonces, una mañana llegó un patojo, desenfundó una pistola y le dio dos disparos. Mi hija murió en el acto. Yo supe quiénes habían sido y logré que los capturaran y enjuiciaran.
-Pero, eso no es motivo para tomar demasiado.
-Cuando uno pierde a un hijo, cuesta recuperarse. Yo he asistido a las sesiones de los AA pero al rato menos pensado recaigo. No sé, me da tanta tristeza recordar a mi hija, que el alcohol es el único refugio.
En diciembre ya no lo vi. Los primeros días de enero me contaron que El Canche, entre la semana de Navidad y Año Nuevo, se tomó los tragos. Como siempre quedó tirado en una de las banquetas del Centro Histórico. Un ladrón le empezó a quitar los zapatos, y él se movió. La reacción del delincuente fue propinarle dos patadas cerca del corazón.
El Canche llegó a lavar y cuidar carros los primeros días de enero, pero el dolor era persistente. Sus compañeros cercanos le sugirieron que fuera al hospital, pero él siempre dijo «Si me muero, pues ese es mi destino».
Una mañana llegó a casa de un hermano. Se acostó y jamás se levantó. El Canche, sin duda fue un buen padre, responsable y buen vecino. Se ganaba el pan diario de forma honrada y por el crimen de su hija bebía con frecuencia.
Quienes dejan sus vehículos parqueados en la 11 avenida y 11 calle del Centro Histórico, recordarán siempre al Canche, pues además de esmerarse por lavar los carros fue un «platicadorazo».
* Presentan libro.- Mi amigo, Edgar Barillas, un incansable intelectual de la historia presentó este día el libro «El Cristo de Esquipulas, a través del visor de la cámara», Aproximación a la antropología visual de la geografía sagrada del culto al Cristo Negro en Centroamérica UNAM-USAC, 1995-2009. Buen contenido, buena diagramación y edición de lujo. Lástima que fue una edición limitada y que únicamente servirá para actividades académicas. ¡Salud barbudo!
* Muchas ventas.- Las ventas de comida se han apropiado de banquetas y calles. Es frecuente ver que las vendedoras colocan sus canastos y hasta parrillas, y preparan comida. ¿Hasta cuándo la municipalidad permitirá este desorden? Está bien que se preocupen de los jardines y la limpieza, pero también están ocurriendo otras situaciones que perjudican a los vecinos.
* Pésimo partido.- El último encuentro futbolístico de los rojos fue malísimo. Ojalá que mejoren la calidad, puesto que la fanaticada ya no se conforma con pasecitos, toquecitos de balón y atajaditas. Los chapines, desde que ven canales internacionales, se han convertido en críticos y exigentes.