Historia urbana 5


El Canche murió por bolo. Hubo ocasiones en que de siete dí­as que tiene la semana, él bebí­a cuatro y de los 12 meses del año, él bebí­a casi la mitad. Lo conocí­ en la 11 avenida y 11 calle del Centro Histórico. Se dedicaba a lavar y cuidar carros. Y, por supuesto, frecuentaba las cantinas y abarroterí­as del sector.

Edwin Marroquí­n Navas
enavas1313@yahoo.com

En una ocasión le pregunté por qué tomaba demasiado:

-Mire jefe, lo que ocurre es que una de mis hijas se casó con un buen hombre. Juntos trabajaron muy duro y lograron instalar una tienda. Pero como la situación está tan jodida por la delincuencia, les empezaron a pedir dinero. Ellos daban lo poco que les iban sobrando, pero llegó el momento que ya no pudieron cubrir la cuota. Entonces, una mañana llegó un patojo, desenfundó una pistola y le dio dos disparos. Mi hija murió en el acto. Yo supe quiénes habí­an sido y logré que los capturaran y enjuiciaran.

-Pero, eso no es motivo para tomar demasiado.

-Cuando uno pierde a un hijo, cuesta recuperarse. Yo he asistido a las sesiones de los AA pero al rato menos pensado recaigo. No sé, me da tanta tristeza recordar a mi hija, que el alcohol es el único refugio.

En diciembre ya no lo vi. Los primeros dí­as de enero me contaron que El Canche, entre la semana de Navidad y Año Nuevo, se tomó los tragos. Como siempre quedó tirado en una de las banquetas del Centro Histórico. Un ladrón le empezó a quitar los zapatos, y él se movió. La reacción del delincuente fue propinarle dos patadas cerca del corazón.

El Canche llegó a lavar y cuidar carros los primeros dí­as de enero, pero el dolor era persistente. Sus compañeros cercanos le sugirieron que fuera al hospital, pero él siempre dijo «Si me muero, pues ese es mi destino».

Una mañana llegó a casa de un hermano. Se acostó y jamás se levantó. El Canche, sin duda fue un buen padre, responsable y buen vecino. Se ganaba el pan diario de forma honrada y por el crimen de su hija bebí­a con frecuencia.

Quienes dejan sus vehí­culos parqueados en la 11 avenida y 11 calle del Centro Histórico, recordarán siempre al Canche, pues además de esmerarse por lavar los carros fue un «platicadorazo».

* Presentan libro.- Mi amigo, Edgar Barillas, un incansable intelectual de la historia presentó este dí­a el libro «El Cristo de Esquipulas, a través del visor de la cámara», Aproximación a la antropologí­a visual de la geografí­a sagrada del culto al Cristo Negro en Centroamérica UNAM-USAC, 1995-2009. Buen contenido, buena diagramación y edición de lujo. Lástima que fue una edición limitada y que únicamente servirá para actividades académicas. ¡Salud barbudo!

* Muchas ventas.- Las ventas de comida se han apropiado de banquetas y calles. Es frecuente ver que las vendedoras colocan sus canastos y hasta parrillas, y preparan comida. ¿Hasta cuándo la municipalidad permitirá este desorden? Está bien que se preocupen de los jardines y la limpieza, pero también están ocurriendo otras situaciones que perjudican a los vecinos.

* Pésimo partido.- El último encuentro futbolí­stico de los rojos fue malí­simo. Ojalá que mejoren la calidad, puesto que la fanaticada ya no se conforma con pasecitos, toquecitos de balón y atajaditas. Los chapines, desde que ven canales internacionales, se han convertido en crí­ticos y exigentes.