Distinguimos entre sucesos históricos, conocimiento de esos sucesos, y transferencia de ese conocimiento. Los sucesos históricos constituyen la historia misma. Ellos son acontecimientos en el tiempo y en el espacio; y entonces, así como hay una cronología histórica, hay también una geografía histórica. La geografía histórica ha sido el origen de una parte de la cartografía, denominada precisamente “cartografía histórica”, a la cual pertenece, por ejemplo, el lienzo de Quauhquechollan, sobre la conquista de Guatemala.

Los sucesos históricos son originalmente conocidos por quienes son sujetos del acontecer histórico, o por quienes presencian ese acontecer. Ese conocimiento histórico original puede ser transferido precisamente para que sea adquirido por quienes no fueron sujetos del acontecer histórico, ni presenciaron ese acontecer. Es conocimiento histórico derivado. El medio de transferencia puede ser oral, o transferencia por medio del lenguaje verbal; o puede ser literario, o transferencia por medio del lenguaje escrito. Podemos suponer que el primer medio de transferencia de conocimiento histórico fue oral.
    Por supuesto, el conocimiento histórico original puede no ser transferido. En este caso, evidentemente los sucesos que son objeto de ese conocimiento no pueden ser conocidos por quienes no fueron sujetos del acontecer histórico, o por quienes no lo presenciaron. Dedúcese que pueden haber sucesos históricos que únicamente fueron objeto de conocimiento original, y que, entonces, jamás podrán ser conocidos, y hasta es posible que nadie pueda concebir que alguna vez acontecieron.
     El conocimiento de sucesos históricos tiene un atributo propio de cualquier conocimiento: puede ser verdadero, o puede ser falso; y si es verdadero, puede haber grados de aproximación a la verdad. Esta aproximación es admisible en el género de conocimiento propios de sucesos históricos; pero puede no ser admisible en otro género de conocimiento, como el propio de la lógica y la matemática.
    Denominamos “historia” a los sucesos mismos que constituyen el acontecer histórico. Denominamos “historiognosis” al conocimiento histórico, o conocimiento de los sucesos históricos. Y denominaremos “historiografía” a la transferencia del conocimiento histórico (aunque el término “historiografía” denote únicamente el medio literario de transferencia). Adviértase que la historiognosis puede no convertirse en historiografía, es decir, el sujeto que posee el conocimiento histórico original puede no transferirlo.
    Denominamos “historiología” a la teoría de la historia. Esta teoría trata sobre la distinción entre teoría e historia, la naturaleza del acontecer histórico, la naturaleza del conocimiento histórico, las fuentes del conocimiento histórico, los métodos de conocimiento histórico, los medios de comprobación de ese conocimiento, los requisitos de validez de la hipótesis sobre causas de los sucesos históricos, y la clasificación de la historiografía. La historiología también puede denominarse “filosofía de la historia”.
    Proponemos tres géneros de historiografía en función de la intención del historiador: descriptiva, hermenéutica y valorativa. La historiografía descriptiva intenta únicamente relatar los sucesos históricos. Por supuesto, la historiografía descriptiva puede cometer errores; pero su intención es relatar. La historiografía hermenéutica intenta relatar e interpretar los sucesos históricos; y la interpretación consiste en explicar la causa de esos sucesos. La historiografía hermenéutica también puede cometer errores; pero su intención es encontrar relaciones de causa y efecto en los sucesos históricos. Finalmente, la historiografía valorativa relata, interpreta y emite juicios de valor sobre los sucesos históricos. Esos juicios son independientes del acontecer de los sucesos y de sus relaciones de causa y efecto. Surgen de la inevitable subjetividad del historiador, y pueden influir en su intención descriptiva y hermenéutica.
    Post scriptum. Una variación de la historia hermenéutica es la historia ideológica.