El anuncio de que la salsa de tomate mexicana desplazó al kétchup como el condimento más usado en Estados Unidos fue apenas el comienzo.
Hoy por hoy, se venden más tortillas que hamburguesas y panecillos para «hot dogs»; los nachos son más populares que las papitas fritas y los tacos y los burritos son tan consumidos que ya ni se los considera una comida extranjera.
Los inmigrantes y las poblaciones minoritarias están alterando el panorama demográfico del país y al mismo tiempo cambiando el menú de los nativos. Y las novedades van más allá de los ingredientes alguna vez considerados esotéricos y hoy cosa de todos los días, como la salsa de soja y los jalapeños.
El nuevo menú estadounidense abarca todo el espectro alimenticio, no algunos productos sueltos. Y este cambio ha sido promovido más que nada por los inmigrantes latinoamericanos.
«Pasa lo mismo que con la pizza y los spaghetti», comentó Jim Kabbani, director ejecutivo de la Asociación de la Industria de la Tortilla. «La gente los considera estadounidenses, no étnicos. Lo mismo sucede con las tortillas».
Los hispanos representan más de una cuarta parte de la población estadounidense y siguen creciendo a paso acelerado. Ese crecimiento modifica profundamente la experiencia culinaria de los nativos. El mercado de alimentos y las bebidas hispanos fue de 8 mil millones de dólares el año pasado, según la firma de investigaciones del mercado Packaged Facts. Para el 2017, ascenderá a 11 mil millones de dólares.
Esto se hace sentir en la dieta de los estadounidenses. Los Doritos, después de todo, son nachos adornados.
El estadounidense le está tomando el gusto a los condimentos y hablan de la salsa mexicana y del chipotle como si fuesen propios. Los cambios de gusto se reflejan en la mesa: Marie Callender’s ofrece tacos con camarones asados y aderezo de chipotle; Whataburger tiene tacos de pollo con pimientos poblanos asados, y en El Pollo Loco se puede comer quesadillas de camarones con salsa verde de tomatillos.
La penetración de comidas hispanas es particularmente fuerte entre los jóvenes, sobre todo los de ascendencia hispana que, si bien nacieron en Estados Unidos, conservan las tradiciones de sus padres, comen abundante arroz blanco y hablan indistintamente inglés y español.
«Buscan productos que no son necesariamente de marcas grandes», comenta Michael Bellas, presidente de Beverage Marketing Corporation. «Les gustan las marcas con personalidad. Quieren autenticidad y pureza, y también experiencias nuevas».
Por ejemplo, entre los jóvenes y en la costa oeste se vende mucho el refresco mexicano Jarritos, con sabores de frutas que van desde el mango hasta la guayaba.
Otra bebida cada vez más popular en Estados Unidos es el tequila.
En el 2006 se exportaron casi 107 millones de litros de tequila a Estados Unidos, lo que representó un aumento del 23% respecto al año previo, de acuerdo con Judith Meza, representante del Consejo Regulador del Tequila. Desde hace cinco años, por otra parte, el tequila está entre los diez licores más populares, indicó Meza.
También los acompañamientos están sintiendo la influencia latinoamericana. En general, el estadounidense come cada vez menos acompañamientos. Con excepción del arroz blanco, componente básico de la cocina hispana, indicó Darren Seifer, analista de comidas y bebidas de The NPD Group, una organización de investigación del mercado.
El estadounidense comió arroz un promedio de 24 veces en el 2013, comparado con las 20 ocasiones del 2003, dijo NDP.
El arroz no sigue la tendencia a desaparecer de los otros acompañantes precisamente porque es tan popular entre los hispanos, señaló Seifer.
Ese plato, por otro lado, fue también el acompañante más popular en un estudio de chefs de la Asociación Nacional de Restaurantes. En ese mismo estudio los chefs resaltaron la popularidad de los tacos como aperitivos, los huevos revueltos con chorizo en el desayuno, frutas exóticas en este país como la guayaba, el queso fresco y la cocina peruana.
Uno de los factores que contribuyen a la popularidad de los platos latinoamericanos es que es fácil prepararlos en casa. No mucha gente se aventura a enrollar su plato de sushi, pero resulta mucho más sencillo armar una quesadilla con un par de ingredientes. Los ingredientes hispanos, por otro lado, se venden en todos lados, a diferencia de los ingredientes de comidas como la india y otras culturas asiáticas. Lo mismo con los instrumentos. Cualquier cocina tiene una sartén para saltear alimentos, pero solo un 28% de los hogares cuentan con un wok, según la NPD.
Todo esto hace que muchos platos hispanos sean adoptados como propios. Los estadounidenses asocian cada vez más los tacos, los nachos y los burritos con la comida rápida local que con la cultura mexicana.
Si bien las papitas fritas siguen siendo el bocadillo salado más vendido, «el crecimiento de ventas de los nachos es un poco más robusto», dijo Dempsey. «Y tanto las papitas fritas como los nachos reflejan la influencia del gusto hispano más que en años anteriores».
En otras palabras, incluso las papitas fritas estadounidenses empiezan a aflorar con sabores hispanos. Piense si no en las papitas de Lay con sabor «chile limón». O en los ruffles «con sabor a queso». O en las papas Pringles con sabor jalapeño.
Kabbani, el presidente de la Asociación de la Industria de la Tortilla, dice que se crió «comiendo pan de molde Wonder» y «jamás pensé que pudiese ser desplazado de la cocina estadounidense». Sin embargo, los padres de familia están buscando opciones más saludables para los sándwiches de sus hijos.
«La cocina mexicana es más saludable con sus salsas y vegetales», comentó Alexandra Aguirre Rodríguez, profesora asistente de marketing en la Universidad Internacional de la Florida.
Una de las opciones más saludables que están eligiendo los estadounidenses es la salsa de tomate a la mexicana, que supera en ventas al kétchup por un margen de 2-1, de acuerdo con IRI, una firme de investigaciones de mercado de Chicago.
Y esto no obedece a que los hispanos compran un producto tradicional. Los nativos también lo compran.
En las tiendas de comestibles muchos ingredientes hispanos han dejado hace rato los sectores de comida internacional y ocupan a veces estanterías enteras, mezclándose con todo tipo de productos autóctonos. Las tortillas y los tacos, por ejemplo, se venden más que las hamburguesas y los panecillos de hot dogs, según la última edición de Hispanic Foods and Beverages in the U.S.