Hillary Clinton, la senadora que soñaba con ser la primera mujer elegida a la presidencia de Estados Unidos, prevé tirar la toalla hoy y dejar el camino libre a su rival demócrata Barack Obama, que intenta ahora convertirse en el primer presidente negro del país.
La senadora por Nueva York citó a sus partidarios y amigos en Washington, en el edificio del Museo Nacional, un vasto complejo cultural en el corazón de la capital federal y a unas pocas cuadras de la Casa Blanca, tras una larga y encarnizada campaña, que inició como favorita y culminó como perdedora ante un rival joven y poco conocido.
Durante el acto de agradecimiento a sus simpatizantes, Clinton, que no reconoció su derrota el martes pasado cuando finalizaron las primarias, apoyará a Obama, informó su campaña electoral.
La ex primera dama reconoció de hecho el miércoles la victoria del senador por Illinois cuando se dirigió a la principal organización de cabildeo proisraelí, la AIPAC, en Washington: «sé que Barack Obama será un buen amigo de Israel».
El mismo día agradeció, con lágrimas en los ojos, a los miembros de su equipo de campaña en Arlington, Virginia, en las afueras de Washington.
Obama, que al principio de la carrera llevaba todas la de perder ante la maquinaria de Clinton, se ubicó en el primer lugar temprano y se quedó allí.
Pero, para volver a ocupar la Casa Blanca tras ocho años de gobierno del republicano George W. Bush, los demócratas deben primero restañar sus heridas tras una campaña sin cuartel que amenazó con dividirlos en forma irremediable.
Tanto Clinton como Obama prometieron que el partido estaría unido a la hora de luchar contra John McCain, pero hay muchos de los 17 millones de electores que apoyaron a la senadora que no están convencidos de votar por el senador que la venció.
Para vencer a McCain en noviembre, Obama necesita atraer a buena parte de quienes respaldaron a Clinton en las primarias: las mujeres, los obreros, las personas de edad y los estadounidenses de origen hispano. Aunque no es dueña de la voluntad de sus electores, Clinton podría ayudar a convencerlos de que no se abstengan o voten a un republicano en noviembre.
Ambos se encontraron discretamente el jueves por la tarde en el domicilio de la senadora por California Dianne Feinstein, una amiga de la ex primera dama, en Washington. Nada se filtró de la conversación de aproximadamente una hora y se separaron en medio de bromas y sonrisas.
Antes de ese encuentro, Clinton anunció que no buscaba la vicepresidencia, sin precisar cuál sería su respuesta si Obama se la ofrece.
«La senadora Clinton indicó claramente que hará todo lo que esté a su alcance para la elección de un demócrata a la Casa Blanca. No busca la vicepresidencia de Estados Unidos (…) la elección pertenece solamente al senador Obama», afirmó su equipo de campaña por medio de un comunicado.
Algunos de sus partidarios quieren que Clinton figure en el «billete soñado» junto a Obama, pero no faltan los expertos que consideran que la idea es poco probable.
Obama nombró un comité exploratorio de tres personas, entre las que figura Caroline Kennedy, hija del presidente asesinado John F. Kennedy (1961-1963), para que elaboren una lista de posibles candidatos a la vicepresidencia.
Pero es el propio Obama quien tomará la decisión final. Ayer, su director de comunicaciones, Robert Gibbs, indicó -sin arriesgar demasiado- que la misma se tomará «entre ahora y la convención (demócrata)», prevista entre el 25 y el 28 de agosto en Denver, Colorado (oeste).