Hijos y entenados


Editorial_LH

Radicales diferencias hay en el trato que las autoridades brindan a sectores que realizan distintas formas de protesta social y la de ayer hizo evidente cuán fácil es, cuando les conviene, hacerse de la vista gorda en contraste con otras situaciones, que afectan posiblemente a menos ciudadanos, pero que disparan mecanismos de represión y de criminalización de las protestas.


En efecto, cuando algún grupo realiza alguna protesta contra intereses poderosos, como la minería, las reacciones no se hacen esperar y se ha llegado hasta a decretar Estado de Sitio por algún bloqueo de rutas que afecta a esos sectores de poder. Las movilizaciones de la fuerza pública son inmediatas y hay casos en los que hasta se recurre al mismo Ejército para sofocar las manifestaciones que impiden la libre movilización no sólo a los ciudadanos, sino particularmente a los dueños y empleados de esas empresas dedicadas a la extracción de minerales.
 
 En cambio, cuando la protesta es dirigida por un aliado político que se ha mostrado extremadamente colaborador, como ocurre con el magisterio bajo el liderazgo del profesor Joviel Acevedo, puede paralizarse prácticamente la columna vertebral del país y aunque haya no sólo reclamos de la ciudadanía sino hasta acciones de Amparo para demandar la presencia de la fuerza pública para garantizar la libre locomoción, nadie mueve un dedo y los manifestantes pueden detener el tráfico hasta que los diputados se ven forzados a levantar su manita para satisfacer la demanda.
 
 Vuelta otra vez a evidenciarse la existencia de dobles raseros en nuestro país, donde la ley se estira o encoge al gusto del cliente y no se utilizan los mismos parámetros para actuar en todos los casos, como debiera ser en un auténtico Estado de Derecho. Cierto es que somos un país donde las autoridades son tan desidiosas e inútiles que la medida de presión es un imperativo si se buscan realmente resultados, pero lo que no puede ser es que en unos casos el Estado se muestre vigoroso, represivo y autoritario, mientras que en otros, cuando la protesta es dirigida por aliados políticos, se adopten actitudes de la más absoluta indiferencia.
 
 Al Gobierno le interesaba elevar el techo presupuestario para cubrir los salarios del magisterio y de los salubristas sin reducir sus asignaciones en otros rubros. Y como el Congreso se quiso poner los moños, concertaron una protesta con Acevedo que rindió los frutos deseados. Más corriendo que andando los diputados dieron su brazo a torcer. Pero luego que no nos vengan a criminalizar las otras protestas sociales.

Minutero:
Nadie anda molestando 
a un maestro protestando; 
si otro grupo hace bloqueo 
puede que le vaya feo