Hemos tocado fondo


La población al despertar a diario, veloces como el rayo y bajo efectos sombrí­os piensa qué sucesos patéticos cubrirán de dolor, muerte, viudez y orfandad el ambiente. Temor al salir y retornar a casa. El ulular de sirenas de bomberos y Policí­a Nacional Civil, sirven de marco situacional, que siembra en el ánimo, tensión, nerviosismo siniestro y pánico.

Juan de Dios Rojas

Basta una simple visualización del entorno a todo nivel. La conclusión conduce a que hemos tocado fondo sin asomo de duda. Peor aún, ni siquiera hay indicios referentes a la ansiada mejorí­a del enfermo, distante de una debida atención. Existe complicación extrema, responsable irredenta de la situación que rebasa cualquier pronóstico de observadores.

La opinión colectiva apunta certera a que tanta acumulación problemática genera desconfianza máxima y desesperanza. Aparece el realismo conmovedor, no mágico, cuando la persistencia manifiesta avanza a galope. Donde sea el enfoque de la administración pública se obtienen imágenes concretas del derrumbamiento incontenible, similar a un tsunami devastador.

Los organismos del Estado, imposible su ocultación, exhiben desórdenes y desarticulación, rumbo al descalabro. Campea dominante la corrupción en forma alarmante; misma causante del despelote bárbaro, cuya repercusión da pábulo para que observadores y analistas extranjeros hagan señalamientos acerca de los malos manejos de la cosa pública, y del dinero del Estado.

Desmoralización tremebunda sienten los guatemaltecos de a pie sobre el escándalo tocante al descubrimiento reiterado de sumas millonarias sustraí­das del erario nacional. Constantes fechorí­as en diversas instituciones, del orden de ejecución retratan a personas de cuello blanco, carentes de vergí¼enza, tampoco dignidad; eso sí­, ajenos a investigación y procesamiento.

Nos ubican, por ejemplo, en la lista negra paí­ses de ultramar, Francia a la cabeza. Mediante el sambenito de ser un paraí­so fiscal, que nos coloca en entredicho visible, inclusive vergonzante a más y mejor. Cada cosa es noticia directa de portada, además de dar la vuelta al mundo. Perdemos puntos en cadena constante, que dejan impresiones tipo marcas candentes.

En base a esa premisa lacerante como absorbente en grado sumo, tal principio trae rostro desfigurado al despuntar cada mañana. Genera perspicacia creciente, a punto desmesurado tal postura que salta las trancas con arrogancia victoriosa. Por lo tanto cualquier criterio adjunto choca y da marcha atrás, en vez de una adopción conveniente y sus aliados.

Ante el accionar semejante a fuerza telúrica desconcertante, referido a la impunidad reinante, cobra más inseguridad y desaliento a la población. De esa suerte sin suerte, deprime demasiado la comprobación del caso, a ojos vista. Los tribunales de justicia no actúan con la celebridad esperada, a los juzgadores aplican medidas de lógica, mero tortuguismo.

Añadamos otro baldón dañino por excelencia. Concerniente a la defraudación fiscal, por cierto problemas añejo y casual que significa faltantes concretos (deficitarios) en el presupuesto del Estado. Añadamos su par, la evasión fiscal, deplorable y crí­tica en alto grado. Un conjunto a la espera de entrarle de lleno al combate y persecución.

El crimen organizado, tipo falange, nos tiene copados y subyugados, sin doblar la hoja. Genera terror en el paí­s; es la vivencia que empuja directo al abismo. En un pulso desventajoso entre ellos y las fuerzas del orden. Planes puestos en acción resultan incapaces de marcar el alto, tan urgente y necesario, en tanto su expansión es mayúscula.

Que sea poner la tapa al pomo, es por demás imposible. Atañe a otra piedra en el zapato; de proporciones gigantescas y complejas. Respecto al narcotráfico apoderado asimismo del entorno, sus ilí­citos impactantes exhiben conformar, dadas las dimensiones e implicaciones a la luz, que son materia adicional pendiente de recuperación.