La población al despertar a diario, veloces como el rayo y bajo efectos sombríos piensa qué sucesos patéticos cubrirán de dolor, muerte, viudez y orfandad el ambiente. Temor al salir y retornar a casa. El ulular de sirenas de bomberos y Policía Nacional Civil, sirven de marco situacional, que siembra en el ánimo, tensión, nerviosismo siniestro y pánico.
Basta una simple visualización del entorno a todo nivel. La conclusión conduce a que hemos tocado fondo sin asomo de duda. Peor aún, ni siquiera hay indicios referentes a la ansiada mejoría del enfermo, distante de una debida atención. Existe complicación extrema, responsable irredenta de la situación que rebasa cualquier pronóstico de observadores.
La opinión colectiva apunta certera a que tanta acumulación problemática genera desconfianza máxima y desesperanza. Aparece el realismo conmovedor, no mágico, cuando la persistencia manifiesta avanza a galope. Donde sea el enfoque de la administración pública se obtienen imágenes concretas del derrumbamiento incontenible, similar a un tsunami devastador.
Los organismos del Estado, imposible su ocultación, exhiben desórdenes y desarticulación, rumbo al descalabro. Campea dominante la corrupción en forma alarmante; misma causante del despelote bárbaro, cuya repercusión da pábulo para que observadores y analistas extranjeros hagan señalamientos acerca de los malos manejos de la cosa pública, y del dinero del Estado.
Desmoralización tremebunda sienten los guatemaltecos de a pie sobre el escándalo tocante al descubrimiento reiterado de sumas millonarias sustraídas del erario nacional. Constantes fechorías en diversas instituciones, del orden de ejecución retratan a personas de cuello blanco, carentes de vergí¼enza, tampoco dignidad; eso sí, ajenos a investigación y procesamiento.
Nos ubican, por ejemplo, en la lista negra países de ultramar, Francia a la cabeza. Mediante el sambenito de ser un paraíso fiscal, que nos coloca en entredicho visible, inclusive vergonzante a más y mejor. Cada cosa es noticia directa de portada, además de dar la vuelta al mundo. Perdemos puntos en cadena constante, que dejan impresiones tipo marcas candentes.
En base a esa premisa lacerante como absorbente en grado sumo, tal principio trae rostro desfigurado al despuntar cada mañana. Genera perspicacia creciente, a punto desmesurado tal postura que salta las trancas con arrogancia victoriosa. Por lo tanto cualquier criterio adjunto choca y da marcha atrás, en vez de una adopción conveniente y sus aliados.
Ante el accionar semejante a fuerza telúrica desconcertante, referido a la impunidad reinante, cobra más inseguridad y desaliento a la población. De esa suerte sin suerte, deprime demasiado la comprobación del caso, a ojos vista. Los tribunales de justicia no actúan con la celebridad esperada, a los juzgadores aplican medidas de lógica, mero tortuguismo.
Añadamos otro baldón dañino por excelencia. Concerniente a la defraudación fiscal, por cierto problemas añejo y casual que significa faltantes concretos (deficitarios) en el presupuesto del Estado. Añadamos su par, la evasión fiscal, deplorable y crítica en alto grado. Un conjunto a la espera de entrarle de lleno al combate y persecución.
El crimen organizado, tipo falange, nos tiene copados y subyugados, sin doblar la hoja. Genera terror en el país; es la vivencia que empuja directo al abismo. En un pulso desventajoso entre ellos y las fuerzas del orden. Planes puestos en acción resultan incapaces de marcar el alto, tan urgente y necesario, en tanto su expansión es mayúscula.
Que sea poner la tapa al pomo, es por demás imposible. Atañe a otra piedra en el zapato; de proporciones gigantescas y complejas. Respecto al narcotráfico apoderado asimismo del entorno, sus ilícitos impactantes exhiben conformar, dadas las dimensiones e implicaciones a la luz, que son materia adicional pendiente de recuperación.