Hegel: Razón e Historia; libertad y Estado


Georg Wilhelm Friedrich Hegel nació en Stuttgart, el 27 de agosto de 1770. Murió el 14 de noviembre de 1831. A los 18 años de edad ingresó a la Universidad de Tubingen, para estudiar teologí­a. Fue tutor privado en Berna y en Frankfurt, y profesor de la Universidad de Jena, en la que enseñó lógica, metafí­sica, historia de la filosofí­a y matemática pura.

Luis Enrique Pérez

En 1807 publicó una de las obras más originales e impresionantes de la historia de la filosofí­a: «Fenomenologí­a del Espí­ritu». Entre 1807 y 1808, fue director de un semanario de Bamberger. Luego fue director del Aegidien-gymnasiyum, de Nuremberg, hasta 1816. También fue profesor de la Universidad de Heidelberg, y profesor de la Universidad de Berlí­n, en la que permaneció desde 1818, hasta su muerte. Entre 1812 y 1816, publicó su colosal obra «Ciencia de la Lógica». En 1821 publicó su obra «Filosofí­a del Derecho».

En 1830, fue nombrado Rector de la Universidad de Berlí­n, y condecorado por Federico Guillermo III de Prusia. Durante su permanencia en Berlí­n impartió célebres lecciones de estética, filosofí­a de la historia e historia de la filosofí­a. Estas lecciones, minuciosamente registradas por ardientes y dóciles discí­pulos que lo adoraban como a un dios, se convirtieron en libros que fueron publicados después de la muerte del filósofo.

Sus lecciones sobre filosofí­a de la historia fueron el origen de una obra monumental que exhibe una inaudita coherencia conceptual. En esa obra, Hegel expone con asombrosa maestrí­a la tesis de que la razón es la sustancia, la potencia ilimitada y la materia infinita del Universo. La historia del mundo es precisamente el proceso de irresistible desarrollo de la razón, en el mundo del espí­ritu. La historia es, por consiguiente, un proceso racional. Aquéllo que se desarrolla por medio de la razón es el espí­ritu. y la esencia del espí­ritu es libertad. La libertad, a su vez, es autoconciencia, porque en la autoconciencia el objeto del espí­ritu es el espí­ritu mismo, y no un objeto externo.

El destino del mundo espiritual es lograr la conciencia de la libertad como su esencia, y hacer que la libertad potencial, inherente al hombre como tal, se convierta en libertad actual, o libertad realizada. Los medios por los cuales la razón actúa en el mundo espiritual para generar la historia son las acciones humanas, motivadas principalmente por pasiones, intereses y deseos egoí­stas. Hegel advirtió que los seres humanos, aunque no lo sepan, son instrumentos de la razón.

La creciente realización de la esencia del espí­ritu, es decir, de la libertad, culmina en el Estado. En él, como dice Hegel en «Filosofí­a del Derecho», la libertad no es abstracción, sino concreción; o bien, la posibilidad de la libertad se torna realidad. En el Estado, los individuos tienen derechos que les permiten lograr fines particulares; pero a la vez tienen deberes que los someten a un fin general.

El Estado es, entonces, la sociedad en la que se consuma la unidad del derecho y del deber. Esa unidad es posible porque el individuo transforma el deber en su propia finalidad particular. El Estado es así­ una comunidad ética, y no una mera comunidad civil, en la cual hay oposición entre interés particular e interés general, o entre derecho y deber.

Post scriptum. Hegel no creí­a que el Estado fuera un idolatrado fin en él mismo, sino el medio por el cual los individuos podí­an ser realmente libres.