Hechos y no palabras


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Alguien les dijo a nuestros políticos que por excelente labor que estuvieran haciendo era indispensable el apoyo de una buena estrategia de comunicación para lograr éxito completo. Nadie con dos dedos de frente discute dicho consejo pero hay que tener presente que sin antes haber hecho esa excelente labor, cualquier cosa que digan o hagan está de más, sale sobrando. Muy bonito podrá decorarse un vagón del ferrocarril, pero sin la máquina que lo hale no llegará a ninguna parte.

Francisco Cáceres Barrios


Por ejemplo, ¿de qué sirve hacer mucha bulla para presentarle al pueblo de Guatemala la instancia de un nuevo gabinete que se encargue del “desarrollo rural” del país, si a estas alturas, después de año y medio de estar en el poder, ni siquiera cuentan con un plan para llevarlo a cabo? No se quedaron cortos en nombrar 9 ministros y 4 secretarios y se alargaron para que cada 3 o 4 meses se reúnan a tratar el tema,  entonces ¿Sumando el paso lento de nuestra burocracia, alguien  podrá creer que antes de dos años veríamos buenos y positivos resultados sin un proyecto seria y puntualmente elaborado?

Lo más curioso del caso es que el gobierno actual a pesar de haber tenido de sobra tiempo para preparar sus planes de trabajo y de haber criticado dura e implacablemente a los gobiernos anteriores, haya llegado al poder solo a repetir lo mismo que sus antecesores hicieron y que también fracasaron sonoramente. La composición de esas dos palabras claves “desarrollo rural” también lo hizo Berger y lo repitió Colom, ambos con distinto nombre pero al fin y al cabo “el mismo mico con diferente montera”.

Disculpen que repita que los gobiernos solo se miden por sus resultados, pero no existe, al menos que yo sepa hasta el momento ninguna otra manera de hacerlo, porque si nos pusiéramos a sumar los planes, las buenas intenciones, los sueños, los discursos, las presentaciones, los shows y las promesas electorales y presidenciales estando ya en el poder, la competencia sería reñidísima entre los mandatarios que ocuparon el solio presidencial desde 1985 a la fecha. A estas alturas, no solo el mundo nos contaría entre los países desarrollados, sino que la población no tendría de qué estarse quejando de tantas carencias en lo político, económico ni social.

Hechos y no palabras es lo que seguimos esperando con ansiedad cuando inicia un nuevo gobierno y con mucha intranquilidad y hasta desesperación, cuando comprobamos que todo lo hablado y falsamente prometido finalmente no se logra concretar por más que aduzcan las excusas o mentiras de siempre para disculpar su ineficiencia, como que no hay suficientes recursos; porque la gente no paga sus impuestos; que el pueblo es impaciente; que el Congreso no coopera o que los comunicadores somos muy ingratos por no entender el gran sacrificio que hacen nuestros políticos con llegar al poder. ¿Verdad, Serrano?