Hechos actuales, ideas vigentes


«El pueblo llora, Guatemala, pero cree. Llora pero sabe que el porvenir es fiel.»

Ernesto Guevara de la Cerna.

Ricardo Marroquin
rmarroquin@lahora.com.gt

Luego del terremoto de febrero de 1976 y tras hallarse en una situación mucho más grave de miseria, varias familias decidieron asentarse en un terreno de la zona 3 de Mixco y asegurarse algunos metros cuadrados de tierra para vivir. Ante las amenazas de un posible desalojo por la fuerza, un grupo de estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala decidió brindar apoyo logí­stico y asesorí­a legal para lograr el reconocimiento de los terrenos ocupados y la financiación del Estado para la construcción de viviendas.

Quienes se vieron beneficiados por estas acciones no dudaron demasiado para nombrar al asentamiento como «Colonia Carolingia», como gesto de agradecimiento a las y los estudiantes universitarios.

En enero de 1980 un suceso de apoyo que terminó en tragedia también demostró el compromiso de estudiantes universitarios por las necesidades que presentaba en aquel entonces la población rural. Mujeres y hombres que acompañaron a un grupo de campesinos en la ocupación de la Embajada de España murieron calcinados por un fuego iniciado al momento en que la Policí­a Nacional irrumpió en el lugar, violando los tratados internacionales que aseguran la inmunidad de las sedes diplomáticas.

La dirigencia intelectual de la Usac, a nivel académico y estudiantil, fue brutalmente coartada por las fuerzas de seguridad de entonces, y muchos catedráticos y estudiantes figuran entre la lista de los 250 mil muertos y 50 mil desaparecidos que reportó la Comisión de Esclarecimiento Histórico.

Estos quizá son algunos de los ejemplos más representativos y conocidos de la participación de las y los estudiantes de la Usac durante los perí­odos más oscuros de la historia guatemalteca. Los dí­as pasan y los hechos quedan a una distancia mucho más grande, sin embargo, la problemática del acceso a la tierra, la pobreza, la desigualdad y otros males sociales se presentan con la misma intensidad, y ante esto, el silencio se ha apoderado de la masa de futuros profesionales.

Son pocos los grupos estudiantiles que pese a las crí­ticas de supuestas posturas «radicales» y «trasnochadas», insisten en el compromiso que se adquiere por ocupar un pupitre en la Usac. Grito, de la Escuela de Ciencias Polí­ticas es un ejemplo de ello, sin embargo, luego de dos años al frente de la Asociación de Estudiantes de la Unidad Académica mencionada, tendrá que dejar el puesto a un nuevo grupo que fue beneficiado ?con una mí­nima diferencia? por el voto estudiantil.

Las ideas de olvido, silencio, consumismo y derroche han logrado cabida en la mente de la mayorí­a de estudiantes universitarios. Sin embargo, ¿acaso no presenta Guatemala la misma situación económica que motivó el enfrentamiento armado? En la actualidad son mejor aceptadas las ideas de una superación individual y el placer de estudiar por un futuro prometedor, el que es imposible para quienes no tienen las mí­nimas condiciones de sobrevivencia.

Los tiempos han cambiado, pero las principales necesidades de la población siguen vigentes, y las armas a utilizar, como se ha dicho en más de una ocasión, deben ser las ideas. La Usac no puede ser concebida como un recinto de sabidurí­a para generar a los nuevos ricos del paí­s, es un espacio de construcción de seres humanos que basen su acción social en los principios de solidaridad para la construcción de una sociedad justa, en donde cada persona sea valorada como tal.