Hecha la ley, hecha la trampa



Haciendo acopio del refrán que dice: hecha la ley, hecha la trampa, los encargados de llevar el control de las finanzas de los partidos polí­ticos se aprestan a establecer mecanismos que les permitan cumplir con el techo de gasto de campaña, desde el punto de vista legal, pero es irrisorio creer que no buscarán la forma de evadir los controles ya que los gastos reales superan con creces los 44.7 millones autorizados.

Consultados algunos encargados de gastos de campaña, coincidieron que existen miles de formas de evadir el techo y justificar los aportes nacionales e internacionales.

Un partido polí­tico o un candidato que tenga empresarios como patrocinadores reciben recursos a tí­tulo personal y los pueden incorporar como recursos propios, producto de su patrimonio personal. Ello se puede lograr porque en Guatemala no existe una declaración patrimonial para todos los ciudadanos, no se sabe cuál es el patrimonio ni de dónde se origina su riqueza.

Para evadir el monto de US$10 mil, una empresa puede utilizar a cada uno de sus ejecutivos para hacer aportes individuales por el monto que establece la ley a los partidos polí­ticos que desee apoyar, puesto que no existe prohibición.

El presidente y vicepresidente tienen cien mil quetzales de gastos de representación y eso significa que ambos pueden aportar estos recursos a los gastos de campaña.

Los aportes del extranjero pueden ser triangulados. Un partido en Suecia, Noruega o Francia hace una donación a una ONG guatemalteca y ésta a su vez lo puede donar a personas en lo individual o jurí­dicas, las que lo trasladan al partido.

Se reciben muchas pequeñas donaciones utilizando el nombre de los afiliados. Si el partido tiene 500 mil afiliados, nada impide emitir recibos por mil o dos mil quetzales porque el TSE no tiene capacidad de comprobar.

En cuanto a las donaciones en especie, nadie puede justificar el precio del producto que recibe, las empresas que se dedican a producir bolsas pláticas o trabajos de imprenta nada pueden subfacturar.

Las grandes empresas que pautan en la televisión, radio y prensa escrita pueden ceder sus espacios al partido polí­tico de su predilección y eso nadie lo puede controlar.

No es posible cuantificar el costo del uso de vehí­culos, combustibles y pilotos, ni el costo del transporte el dí­a de las elecciones y la donación de alimentos a los fiscales.

Los partidos con patrocinio empresarial tienen muchas posibilidades de rebasar el techo de gastos de campaña a base de donaciones y servicios en especie.