Hay seguros no muy seguros


Las compañí­as aseguradoras, cuando cumplen fielmente las obligaciones establecidas contractualmente y, además, hacen honor a la honestidad, pues?, indiscutiblemente, desempeñan un papel importante en el seno de la sociedad.

Marco Tulio Trejo Paiz

Empero, cuando incumplen cualquiera o cualesquiera de las estipulaciones que contienen las pólizas respectivas, infunden desconfianza y, así­, lógicamente, originan problemas a los titulares de tales documentos, quienes de buena gana no quisieran volver por otra u otras trasquiladas?

Recientemente, una estimada persona nos expuso el caso del seguro que contrató en determinada empresa de la localidad, pero nos pidió no identificarla paladinamente, y lo hizo por lo que nos explicó enseguida.

En una de las calles capitalinas donde casi a toda hora del dí­a y de la noche se forman congestionamientos de vehí­culos, un personaje extranjero que, sin tener licencia (o quizá por no portarla) conducí­a un flamante automóvil, chocó a manera de carambola tres carros, incluido el de la persona de referencia que oportunamente tuvo la precaución de asegurarlo contra varios riesgos.

Fue por dicho motivo que la persona afectada por el accidente, entre otras más, acudió de inmediato a la compañí­a que aseguró su vehí­culo, y uno de sus expertos (de la aseguradora, por supuesto), tras hacer lo de rutina, dispuso de modo unilateral encargar en un taller X la reparación del auto seriamente dañado, en vez de ponerse de acuerdo con su propietario para proceder a la mejor conveniencia de ambas partes respecto de la selección del establecimiento de servicio de mecánica automotriz. Y es que, infortunadamente, hay talleres en los que, para hacer esos trabajos, no emplean repuestos de calidad, por lo cual al rato, como quien dice, surgen los desperfectos.

Después de tanto bla, bla, blá y de tácticas retrecheras empresariales, en el taller del cuento fueron valuados los daños del automóvil en mención en Q.60,000.00, no sin una serie de molestias en idas y venidas, de argí¼ir y redargí¼ir, en relación con los reclamos pertinentes.

Mientras tanto, el autor responsable del aparatoso percance vial, vinculado por razón conyugal con una alta esfera del actual régimen de gobierno, desde el primer momento trató de ponerse traje de primera comunión; es decir, de inocente angelito, pues pretendí­a burlarse de la ley y de la autoridad. Así­ es como se comportan muchos extranjeros a los que les importa un pito la hospitalidad que les brinda nuestro paí­s que, a lo mejor, pensarán que sigue arrastrando taras coloniales.

Quienes son ví­ctimas de los accidentes de tránsito ?muchos de ellos trágicos? que, dicho sea de paso, están a la orden del dí­a en esta Guatemala de la Asunción y de tantas «jordaniaderas», deben contratar seguros bien seguros que sólo son posibles en entes de prestigio, a fin de no andar de Herodes a Pilato haciendo justificadas reclamaciones a la hora de la hora.

Las empresas de seguros tienen obligación de responder a sus clientes (léase asegurados), sin recurrir a «gí¼izachadas» ni cosa que lo parezca, cuando se demandan sus servicios; incluso ellas y/o también los causantes de los encontronazos de los automotores deben proporcionar vehí­culos a las personas que se quedan trotando a sonoro taconazo en tanto son reparados o sustituidos sus cacharros.

En conclusión, conviene contratar los seguros de vehí­culos con empresas reconocidas como serias, responsables, para no sufrir todo un calvario cuando se reducen a chatarra ?en el peor de los casos? los vehí­culos que en estos dorados tiempos cuestan un ojo de la cara.