Hawking:


El astrofí­sico británico Stephen Hawking, quien ha pasado su vida reflexionando sobre la gravedad, escapó brevemente ayer de la silla de ruedas a la cual está confinado y probó la ingravidez flotando libremente, una experiencia que calificó de «asombrosa».


«Fue asombroso… podrí­a haber seguido sin parar», dijo Hawking, de 65 años, tras aterrizar de un viaje de dos horas en un Boeing 727-200 modificado y de paredes acorchadas que, volando en parábolas como una montaña rusa, produce perí­odos de ingravidez.

«Espacio, allá voy», dijo el cosmólogo antes de despegar en el avión desde el Centro Espacial Kennedy en el Cabo Cañaveral (este de Florida).

Hawking espera que esta experiencia sea un preludio para su proyectado vuelo al espacio en 2009 a bordo de la nave «Virgin Galactic», que es desarrollada por el empresario británico Richard Branson para vuelos suborbitales, en los que una nave entra al espacio pero no en una órbita estable.

«Desde hace tiempo he querido viajar al espacio. Un vuelo de gravedad cero es el primer paso para un viaje espacial», dijo Hawking antes de abordar la nave, a la cual entró saludando con su brazo derecho, levantado por un asistente pues el profesor está casi completamente paralizado por una enfermedad degenerativa, y sólo puede hablar mediante una computadora y un sintetizador.

Cuatro médicos y dos enfermeras acompañaron al cosmólogo, vestido con traje azul de vuelo, a bordo del avión «G-Force One», conocido popularmente como el «vomit comet» (cometa del vómito) por los desagradables efectos que pueden sentir a bordo quienes se someten a la experiencia.

La Corporación Gravedad Cero (Zero-G), operadora del avión, usualmente cobra 3 mil 500 dólares por pasajero por un vuelo de 90 minutos, pero el catedrático de la Universidad de Cambridge viajó gratis, mientras que se subastaron otros ocho espacios en la nave con fines caritativos.

La nave despegó el jueves por la tarde del Cabo Cañaveral manejada por pilotos especialmente entrenados que ascendieron en un ángulo de 45 grados hasta 10 mil metros de altura antes de descender abruptamente a 2 mil 500 metros, dándole a los pasajeros 30 segundos de ingravidez.

El avión repitió la maniobra ocho veces, dándole a Hawking un total de cuatro minutos de ingravidez.

«El profesor Hawking alzó vuelo y hoy tocó el cielo», dijo Peter Diamandis, dueño de «Zero-G».

El cientí­fico viajó sentado durante el ascenso y una vez la nave descendió fue levantado por dos personas que lo guiaron en el aire mientras flotó libremente.

Hawking, autor del best seller «Breve historia del tiempo», sobre el origen del universo y la creación del espacio-tiempo, y donde también toca temas más amplios como la metafí­sica, dijo que la oportunidad de experimentar la ingravidez era «maravillosa».

«He estado en una silla de ruedas por casi cuatro décadas», destacó.

Los vuelos comerciales de «Zero-G» son similares a los que la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) ha llevado a cabo durante los pasados 40 años para entrenar a los astronautas.

El cosmólogo dijo que con esto quiere promocionar el interés del público en los vuelos espaciales, que cree serán importantes para el futuro de la humanidad.

«Creo que la raza humana no tiene futuro si no va al espacio», dijo Hawking. «Creo que la vida en la Tierra está cada vez en más riesgo de desaparecer por un desastre como el calentamiento global, la guerra nuclear, un virus desarrollado genéticamente u otros peligros», agregó.

Hawking, titular de la Cátedra Lucasiana de Matemáticas de Cambridge -puesto una vez ocupado por Sir Isaac Newton- padece de una enfermedad degenerativa, esclerosis lateral amiotrófica, que se le diagnosticó a los 22 años de edad.

La enfermedad lo mantiene confinado a una silla de ruedas que, sin embargo, liberó su mente y le permitió desarrollar trabajos sobre la cosmologí­a teórica, la gravedad cuántica, la naturaleza del tiempo y del espacio, la teorí­a del «Big Bang» y los hoyos negros.