Hartos de tantas agresiones


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Materialmente es imposible que dos automóviles puedan circular a la par en un mismo carril con las medidas internacionales de ancho. ¿Por qué entonces miles de conductores se empeñan en hacerlo aun provocando fricciones, colisiones, daños y hasta consecuencias mayores? Por los poros nos sale lo tercos, necios y tozudos que somos para imponer lo que se nos antoje al timón de un vehículo y en tantas cosas más con tal de lograr, incluso a la fuerza, nuestros deseos o hacer valer nuestros puntos de vista. Eso además de equivocado impide el desarrollo y progreso individual como el colectivo.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


El comportamiento humano anterior nos está afectando a todos y algo tendremos que hacer para contenerlo. Nada cuesta emplear buenos modales, educación, respeto y deferencia si es que deseamos lograr un objetivo y si se trata de algo más profundo, como promulgar una ley o desarrollar un proyecto de la naturaleza que fuere. ¿No sería mejor emplear los elementos básicos de buen comportamiento y si fuera necesario hasta educar, formar y convencer a quienes puedan oponerse a nuestras ideas, planes o proyectos?
Hace poco me tocó ver por la televisión a representantes de un sector zapateando sobre un ladrillo argumentando que determinada ley no es conveniente y los de la otra parte hacían lo mismo, hasta terminar diciendo que si no se aprobaba su proyecto no se moverían del ladrillo, salvo que los mataran. ¿Tanta gente que emplea estos métodos cavernarios, coercitivos, agresivos, de presión y hasta el mismo chantaje no se ha dado cuenta que nunca logran nada positivo?, ¿no es más práctico, cómodo y beneficioso utilizar una estrategia más racional, para explicar mejor sus argumentos y si así no fuera posible, recurrir a la vía legal y dejar para de último el recurso la presión física, intelectual o las medidas de hecho?
Si usted, amable lector, me pregunta ¿a quién me dirijo? Tenga la certeza que lo hago para que todos mis paisanos dejemos de una vez por todas las agresiones porque no podemos vivir eternamente como chuchos y gatos sin tener que pagar las consecuencias. Ningún país en conflicto permanente puede desarrollarse, como mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, y si alguien duda de lo que aquí asevero pregúntenle a los israelitas o a los palestinos para saber tantas cosas que han perdido por vivir en una guerra que solo muerte y dolor les ocasiona.
A propósito, leyendo un artículo del Doctor en Sociología, Luis Roberto García Leiva, recientemente publicado, comunica que en un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Guatemala, nuestro país enfrenta aún uno de los más altos niveles de violencia en el mundo “oficialmente en paz” (el entrecomillado es mío para resaltarlo) con una tasa de homicidios de 39 por cada cien mil habitantes al año. ¿No es hora entonces de parar las agresiones?