En este día de Inocentes uno piensa en qué tipo de información fantástica podría servir para agarrar incautos y la mejor que se me ocurre es que la esposa del Presidente, en un arranque de transparencia y en defensa de los programas de cohesión social, anunciara que no regateará la publicación de los datos precisos y detallados sobre los beneficiarios y la forma en que se manejan los recursos. No sólo para acatar el fallo de la Corte de Constitucionalidad, sino fundamentalmente para evitar que los sectores que adversan el concepto mismo de la solidaridad tengan argumentos para minar la consistencia de los programas orientados a ayudar a la gente más pobre.
De hecho, las objeciones ideológicas al tema de la transferencia condicionada de recursos para las familias que envían a sus hijos a la escuela han disminuido mucho al saberse que esos programas están teniendo tanto éxito en otros países que hasta fueron copiados por el conservador Alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg, para alentar a las familias pobres a educar a sus hijos. Y es que mucho se dijo de que no había que dar pescado sino enseñar a pescar, pero cabalmente eso es lo que se está haciendo cuando se facilita financieramente que los niños que son fuente de sustento a sus familias, puedan ir a la escuela. Pero la gran objeción sigue siendo el tema de la transparencia y ese es utilizado tanto por quienes genuinamente se preocupan del asunto como por los que, sin argumentos para mantener el rechazo ideológico, encuentran en la negativa a proporcionar datos el elemento que necesitan para torpedear los proyectos. Y por ello sería hermoso que en un día que no fuera de Inocentes, la señora del Presidente, quien tiene todo el poder de decisión y de quien depende en el fondo todo el asunto, tomara la determinación de enviar a la Contraloría de Cuentas todos los datos para que se pueda auditar el manejo correcto de los recursos del pueblo en ese tipo de ayuda para los más necesitados. Sería ejemplar que se entendiera que si algo le hace daño y politiza todo el concepto de cohesión social es la terca resistencia a dar a conocer quiénes son los beneficiarios. La paja de que al divulgar los datos se politiza el programa no se la cree nadie porque, para empezar, ya está politizado y muchos creemos que de no ser porque resulta tan útil para las aspiraciones presidenciales de la señora de Colom, no sería tan importante dentro de las prioridades de gobierno. De suerte que un programa altamente politizado no se va a politizar más porque se hagan públicos los datos. Por el contrario, siempre he sostenido que la única forma de que esos programas tan importantes para ayudar a la gente más necesitada del país pueden institucionalizarse y preservarse para el futuro, es garantizando su absoluta transparencia y demostrando que los criterios para seleccionar a los beneficiarios son básicamente sociales y no políticos. Porque ocurre que es muy fácil que se caiga en criterios clientelistas para ganar más votos, en vez de criterios técnicos para asistir a quienes más lo necesitan. En fin, en día de Inocentes se vale hasta pecar de incauto y eso es lo que hago pensando que algún día se puede anteponer la transparencia.