Hallan cientos de huesos en entierro prehispánico


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Arqueólogos mexicanos hallaron un entierro humano sin precedentes cerca del Templo Mayor de la Ciudad de México, en el que se encuentra el esqueleto de una joven mujer rodeado por mil 789 huesos humanos.

Por MARK STEVENSON MÉXICO / Agencia AP

Los investigadores encontraron el entierro a unos cinco metros (15 pies) bajo la superficie, cerca de los restos de un posible «árbol sagrado» en un extremo de la plaza, el lugar más sagrado de la capital azteca.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indicó que el hallazgo es el primero en su tipo y destacó que los aztecas no son conocidos por utilizar los sacrificios en masa o el entierro de huesos como es la forma tradicional de acompañar el sepelio de un miembro de la clase gobernante.

Expertos dijeron ayer que, por lo general, los aztecas cremaban los restos de los integrantes de las clases altas de su sociedad y que incluso entre los plebeyos inhumados nunca habían encontrado tal cantidad de huesos.

La arqueóloga Susan Gillespie, de la Universidad de Florida y quien no estuvo involucrada en el proyectó, opinó que el hallazgo no tiene precedentes en la cultura azteca.

Los investigadores también encontraron lo que creen es el tronco sepultado de uno de los árboles considerados sagrados por los aztecas, que creían sostenía la bóveda celeste.

Gillespie dijo el martes que, en su caso, cuando los mayas enterraban a víctimas de un sacrificio en un sepelio real, por lo general eran encontrados cuerpos completos, no mezclas de diferentes tipos de huesos como en este caso.

Y excepto por circunstancias especiales, los aztecas, a diferencia de otras culturas prehispánicas, acostumbraban cremar a los miembros de la élite durante su imperio, desde 1325 hasta la conquista española en 1521.

«Aunque los cuerpos de las víctimas de sacrificios han sido encontrados en sepulturas reales en Mesoamérica que datan al menos del periodo preclásico, los depósitos funerarios para las élites aztecas se han encontrado rara vez», escribió la arqueóloga en un mensaje de correo electrónico.

El INAH informó que algunos huesos humanos muestran lo que podrían ser marcas de cortes en el esternón o vértebras, lugares donde los rituales para extraer el corazón pudieron dejar una marca. Pero agregó que no parecía que los muertos fuesen sacrificados en el lugar para acompañar el entierro porque sus huesos fueron encontrados por separado.

Los investigadores encontraron los cráneos de siete adultos y tres niños en una pila, huesos largos como de fémur en un grupo y costillas en otro.

La antropóloga física Perla Ruiz, que estuvo a cargo de la excavación, dijo que eso podría indicar que los huesos fueron desenterrados de sepulturas previas y vueltos a sepultar con la mujer.

Aunque algunas culturas prehispánicas desenterraban huesos como parte de un culto ancestral, no está claro que los aztecas lo hicieran.

El entierro data de los años 1481 a 1486, basado en la etapa de construcción del templo donde fueron encontrados. El Templo Mayor, al igual que en muchas ciudades, fue reconstruido por generaciones sucesivas, una etapa sobre otra.

Otro hallazgo inusual fue el árbol sagrado, que de hecho es un estropeado tronco de roble que estaba «plantado» en una pequeña plataforma cerca del entierro, en lo que pudo ser el extremo del complejo del templo. Podría ser un par de décadas más antiguo que la sepultura.

Los aztecas, al igual que otras culturas prehispánicas, veneraban a los árboles porque creían que tenían importancia espiritual.

Raúl Barrera, arqueólogo del INAH, dijo que podría estar relacionado con los cuatro árboles que los aztecas pensaban que sostenían la bóveda celeste, aunque Gillespie indicó que también pudo ser un árbol o tronco llevado para una ceremonia anual.

«Parece que fue colocado aquí por un tiempo, tal vez para una ceremonia especial o crear una visión particular de un paisaje sagrado, pero luego fue abandonado porque el uso de ese espacio sagrado limitado cambiaba con el tiempo», escribió Gillespie.

Barrera agregó que el tronco del árbol al parecer estaba dividido, tal vez intencionalmente.