Haití­ socorre a quienes socorrieron


Pese a que el peligro por derrumbes ya ha disminuido, los problemas postsismo aún continúan, como este incendio en el centro de Puerto Prí­ncipe, Haití­. FOTO LA HORA: AFP FRED DUFOUR

Socorristas, soldados de la ONU y hasta periodistas traumatizados por haber presenciado el espectáculo de cadáveres amontonados y heridas atroces tras el sismo de Puerto Prí­ncipe, se acercan al campamento de la Minustah, en especial a la célula de apoyo psicológico de la ONU, en busca de ayuda.


«Atendemos a 100 personas por dí­a», explica Youssoupha Niang, una psiquiatra que al dí­a siguiente de la tragedia puso en marcha una célula de ayuda psicológica. Más de dos semanas después del sismo del 12 de enero, que dejó al menos 170 mil muertos y miles de desaparecidos, el equipo de siete psicólogos recibió más de 2.000 consultas.

La Misión de Estabilización de la ONU en Haití­ (Minustah) sufrió un duro golpe: 84 empleados, entre ellos el jefe de la Minustah Hedi Annabi, murieron en el sismo y otros 15 fueron declarados desaparecidos.

Sobre una mesa, un manual de instrucciones indica «lo que hay que hacer y lo que no luego de una conmoción así­»: «no beba mucho alcohol, continúe trabajando, y no pretenda que todo esté bien».

«Los casos más destacados son los de quienes se ocuparon de los cadáveres», explica Niang. «Algunos jamás habí­an visto un cadáver, o al menos no tantos. El sentimiento de impotencia es inmenso y los sí­ntomas de estrés se manifiestan», explica el psiquiatra.

Niang atendió a reporteros, principalmente a fotógrafos y camarógrafos, «estas personas que se acercaron a la realidad detrás de sus lentes, que sobre el papel parecen poner distancia, y que tuvieron que seguir haciendo su trabajo».

Todaví­a no habla del «PTSD» (Post Traumatic Stress Disorder), un estado de estrés post-traumático que no se diagnostica hasta pasado un mes después del suceso. «Por ahora, se trata de estrés agudo y de fatiga», dice el psiquiatra. Destaca signos de hiperactividad, hipervigilancia constante, particularmente sobre la base de la ONU. «Les decimos que eviten beber café que no hace más que agregar hormonas de estrés en la sangre y fatiga en el corazón», advierte el psiquiatra. Los que habí­an dejado de fumar, retomaron el vicio.

«Generalmente un sentimiento de despersonalización se apodera de quienes tení­an una posición de autoridad y que de golpe se sienten despojados, impotentes», dice Ana Estrada, una de las psicólogas del equipo.

Hay algunos que adelgazan en pocos dí­as: «adelgazan pese a que comen pues la hiperactividad es tal que no compensan lo que pierden». Algunos tienen pérdidas de memoria: «no recuerdan la conversación que tuvieron unos minutos antes». Sin contar el insomnio, la aparición de hipertensión arterial y hasta pérdidas de las sensaciones, una manera de protegerse, que como anestesia, no siente más su mano».

Curiosamente, las mujeres parecen resistir más psicológicamente, comenta Niang. «En el plan psicológico parecen adaptarse más hasta el punto de poder dedicarse a su tarea sin perder el control emocional», explica.

Muy pocos reciben una prescripción médica. Sin embargo, a muchos se le receta algunos dí­as de reposo para salir del infierno de la capital destruida.

Marceus-Yves Joseph, un haitiano de 31 años, responsable de los inventarios en la Minustah, sale de una consulta. «Vi muchos heridos bajo las casas derrumbadas y desde hace 15 dí­as que no me animo a entrar a algún lugar con un techo y me acuesto bajo las estrellas. Pero no duermo más y esto tiene tendencia a empeorar», afirma este hombre de 1,90 metros de altura, con lágrimas en los ojos cuando habla de irse a dormir en la noche.