Haití­: la ayuda a los supervivientes se convierte en la prioridad


Haitianos cargan a una mujer embarazada para trasladarla a una zona segura de Puerto Prí­ncipe, la capital de Haití­, que ha sido devastada por un terremoto y fuertes sismos en la última semana. AFP PHOTO / HO / MINUSTAH / Marco DORMINO

Los equipos internacionales de socorristas en Haití­ se concentraban hoy en la ayuda humanitaria a los damnificados del violento sismo que devastó hace diez dí­as este paupérrimo paí­s caribeño, disminuyendo paulatinamente la búsqueda de supervivientes.


«Los equipos de socorristas se concentran cada vez más en la ayuda humanitaria dirigida a las personas que lo necesitan», explicó a la AFP la portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en Ginebra, Elisabeth Byrs.

Tras casi diez dí­as de extenuantes tareas de búsqueda de supervivientes sepultados bajo los escombros de la capital, Puerto Prí­ncipe, y sus alrededores, algunos rescatistas emprendieron el camino de regreso a sus paí­ses.

«Los equipos livianos, agotados, comienzan a volver a sus casas», explicó Byrs, precisando que «los equipos que disponen de material pesado siguen sacando cuerpos de las ruinas», en un momento en que las posibilidades de encontrar con vida a las ví­ctimas sepultadas comienzan a desaparecer.

Según el último balance de la OCHA, los equipos de rescate lograr extraer con vida a 121 personas, un récord en este tipo de catástrofes. La cifra, sin embargo, no aumentó desde el miércoles.

Aunque por el momento no se ha hecho ningún anuncio oficial sobre el fin de la búsqueda de supervivientes, Estados Unidos, a cargo de la logí­stica en Haití­, afirmó ayer que preveí­a terminar «muy pronto» esta fase para pasar a la recogida de cadáveres y la retirada de escombros.

Apremia ahora acudir en ayuda de los supervivientes, privados de hogar, comida, agua o cuidados médicos.

La ONU estima que tres millones de personas requieren ayuda humanitaria y que un millón se vieron desplazados en todo el paí­s por el terremoto del 12 de enero, que dejó al menos 75.000 muertos y más de 250.000 heridos.

El jueves se lanzó una vasta operación para alojar en diferentes partes del paí­s a las personas sin techo.

«Queremos dejar de vivir como animales», enfatizó Carole Deslouis, que desde hace nueve dí­as vive en un jardí­n de la capital, lavando a sus dos hijos con agua sucia y casi mendigando para comer algo de arroz.

«Estamos trabajando para recuperar el control», aseguró por su parte el presidente haitiano, René Preval.

«Una vasta operación está en marcha. Vamos a reubicar a los sin techo», declaró el ministro haitiano del Interior, Paul Antoine Bien Aimé, explicando que se crearán campamentos que podrán albergar a hasta 10.000 ví­ctimas cada uno.

Según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), sólo en Puerto Prí­ncipe hay 477 campamentos improvisados en los que malviven al menos 500.000 personas.

El gobierno haitiano contrató autobuses para transportar a los damnificados la capital haitiana hacia el norte y sur del paí­s desde la semidestruida capital.

En Croix-des-Bouquets, a 17 km de Puerto Prí­ncipe, un batallón brasileño empezó a preparar el terreno para instalar uno de los refugios.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) prevé construir en este lugar casas sólidas para unas 30.000 personas.

El Ejército estadounidense, que decidió aumentar hasta 20.000 sus efectivos desplegados en Haití­, trabajaba en la reapertura del puerto de la capital haitiana, con el fin de descongestionar el aeropuerto, adonde llega lo esencial de la ayuda.

En ese contexto, el centro de Puerto Prí­ncipe se vio invadido el jueves por camiones de todo tipo y tamaño cargados con mercaderí­as rescatadas de los escombros por cadenas humanas antes de la intervención de las excavadoras.

«Los propietarios de tiendas dañadas recibieron un ultimátum, tienen orden de vaciar sus comercios», explicó Maxime Lundy, de la fuerza de intervención y mantenimiento del orden (CIMO), unidad de élite de la Policí­a haitiana.

Según el inspector, el ultimátum se debe a que todos los comercios van a ser destruidos por los bulldozers. Pero los habitantes creen que es porque la policí­a está cansada de combatir dí­a y noche los pillajes.

Los afectados carecen de todo, pero los que lograron reunir agua, ví­veres o gasolina los revenden a precio de oro, lo que ha provocado una fuerte alza de los precios.

Frederic Leny, chofer de taxi que aumentó sus tarifas, se justifica: «Gano mucho dinero, pero esto no va a durar. En pocos dí­as, todo el mundo habrá olvidado a Haití­».