Hagamos valer las obligaciones


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El gobierno anda a tres menos cuartillo, la gran mayorí­a de la gente pobre por el estilo y sin que el Estado le brinde la menor atención a sus necesidades, peor aún los damnificados por las inclemencias de la naturaleza. Pero está visto y demostrado que quienes manejan los recursos del Estado o perdieron la chaveta o se olvidaron por completo de cumplir con sus obligaciones. La búsqueda del bien común es la única razón de la existencia del Estado y sus gobiernos. Por ello insisto en decir que si nosotros pudiéramos contar al menos con funcionarios públicos que hubieran leí­do siquiera la Constitución de la República, otro serí­a nuestro cantar.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


¿Dónde se ha visto que mientras el gobierno anda en trapos de cucaracha, los viajes, viáticos y gastos de representación sigan viento en popa en todas las dependencias del Estado? Y ¿A quién se le ocurre gastarse casi Q3 millones para alquilar 10 vehí­culos blindados para uso de los más encopetados funcionarios durante el poco tiempo que les queda o para uso de los dos finalistas de la contienda electoral? Como bien dijo el presidente francés Sarkozy “se acabaron los escrúpulos y la ética” y yo le agrego: también se acabó la lógica y el buen discernimiento frente al cinismo y el abuso de poder.

Más de una vez he dicho que la fuerza pública debiera salir a desalojar las calles para evitar que a cualquier hijo de vecino se le ocurra bloquear con el más mí­nimo pretexto, pero cuando uno mira estos casos de locura colectiva gubernamental, haciendo gala del derroche más abyecto ¿Qué otra cosa distinta podrán hacer aquellos que urgentemente necesitan vivienda, incrementos salariales o de un par de láminas de zinc para volver a techar su rancho, si no hay un solo funcionario que se le ocurra al menos voltearlos a ver, porque andan muy ocupados en decidir si exigen o no asientos de cuero para la camioneta que van a alquilar antes que termine el perí­odo para el cual fue electo?

La administración pública en general tiene bien definidas cuáles son las obligaciones y/o deberes para desempeñar un cargo de alta, mediana o baja jerarquí­a y lo mismo sucede en los Organismos Legislativo y Judicial, por lo que cuando a alguna persona se le mete el gusanito de aspirar a un cargo de tal naturaleza, lo primero que pregunta es: ¿cuánto pagan y qué más beneficios obtengo? Lo demás le viene guango, especialmente las obligaciones y deberes inherentes al cargo, por lo que aquí­, precisamente en este sitio, empieza el desmadre de nuestros gobiernos. Tal y como bien dijo Sarkozy: para los servidores públicos primero deben estar las obligaciones, mucho antes que los derechos. Claro, la cultura tiene mucho que ver en todo esto, como también lo que le hayan inculcado sus progenitores desde la cuna pero ¿Será mucho pedir lo elemental?