Hacia la democracia paritaria


«La democracia paritaria busca el reparto y reconocimiento de poderes, recursos y oportunidades.»

El término democracia se ha vuelto de uso común en nuestro vocabulario diario. Escuchamos y utilizamos la palabra democracia en diversos ámbitos y situaciones. Sin embargo, la democracia es más que una palabra polí­ticamente correcta que se utiliza en diversos espacios y momentos. La democracia, en su concepto más elemental, es el gobierno del pueblo, siendo la igualdad la base de dicho concepto.

Ligia Blanco

Cuando se profundiza y se entiende verdaderamente el significado de la palabra, nos damos cuenta que la democracia es una palabra que implica una forma de actuar, de convivencia, de socialización, de interacción y de comprensión de la sociedad y el mundo. Pero sobre todo, la democracia implica la igualdad y libertad entre los hombres y mujeres integrantes de una comunidad, sociedad y Estado.

Con alguna excepción casual, todo el debate sobre la democracia se ha realizado -durante siglos- como si las mujeres no estuviéramos allí­, como si no existiéramos, o como en el caso de la mayorí­a de filósofos y pensadores polí­ticos, solamente se nos reconociera para darnos un lugar en el ámbito de lo privado, en lo relacionado con la familia y el cuidado de los hijos, los ancianos y el hogar. Han prevalecido sobre los principios de igualdad y libertad, los patrones establecidos por el patriarcado, transmitidos a través de la cultura y la religión, en donde las mujeres hemos estado históricamente relegadas al ámbito de lo privado y por consiguiente excluidas del ámbito de lo público, es decir, del ámbito de las ideas y de las acciones polí­ticas.

Esta omisión es verdaderamente escandalosa y desvergonzada, siendo las mujeres la mitad de la población mundial. Desde esta perspectiva, los planteamientos y prácticas democráticas han carecido, hasta la fecha, de legitimidad; han sido insuficientes y parciales. En este contexto, las ideas, las luchas y las reivindicaciones de las mujeres han tenido por objeto el desarrollo de una democracia real, de una democracia paritaria, la cual amplí­a la concepción misma de la democracia al centrarse en la equidad entre mujeres y hombres a partir del reconocimiento del otro como igual. La democracia paritaria busca el reparto y reconocimiento de poderes, recursos y oportunidades entre hombres y mujeres.

La lucha por la democracia paritaria es una cuestión impostergable relacionada con una verdadera conciencia democrática y de justicia social y sexual que implica la deconstrucción del orden patriarcal de la sociedad y de los poderes en los diversos ámbitos. La perfectibilidad de la democracia está relacionada con el tránsito de una democracia a medias a una democracia real. En definitiva, el reconocimiento «del otro» es el cambio sustancial que requiere la democracia, si verdaderamente queremos hablar de ella, de lo contrario, continuaremos utilizando un concepto a medias, sin legitimidad y sin fundamento.

No se trata de la polí­tica tradicionalmente concebida como la polí­tica pública y tradicional de la representatividad sustitutiva de los sujetos, se trata de concebir a la polí­tica como espacio participativo, de legitimación de derechos, pactos y poderes públicos y privados, institucionales, estatales, civiles y comunitarios. La polí­tica presente en cada acción y en cada relación social debe ampliarse para incluir a las mujeres como sujetos polí­ticos. Desde esta perspectiva, la deconstrucción del patriarcado se hace imprescindible para la consecución de valores como la autonomí­a, la igualdad o la libertad, propios de la democracia.