Decidido a implantar el socialismo en Venezuela, el presidente venezolano Hugo Chávez, quien ayer cumplió ocho años en el cargo, asumió poderes especiales durante 18 meses para hacer realidad su estrategia.
Impulsado por su reelección en diciembre y apoyado en una Asamblea Nacional integrada totalmente por sus partidarios, los poderes que asumió Chávez son los mayores que haya tenido un presidente en Venezuela desde la instauración de la democracia en 1958.
Además, en esta ocasión la oposición carece de espacios de poder para enfrentar el proyecto chavista, pues apenas cuenta con dos de las 22 gobernaciones del país y con ningún diputado, luego de que se retiró de las elecciones legislativas de 2005.
Al comentar los amplios poderes asumidos por Chávez, el presidente George W. Bush aseveró estar «preocupado por lo venezolanos, por la disminución de las instituciones democráticas, así como por los esfuerzos de nacionalización que podrían tener lugar o no».
Cultor de los símbolos, Chávez firmó con tinta roja, el color que identifica a sus partidarios, el decreto con el cual promulgó la ley habilitante, mediante la cual la unicameral Asamblea Nacional le cedió la facultad para legislar por decreto en once ámbitos de la vida nacional.
«En el nombre de Dios y de la revolución», se encomendó el mandatario al firmar el decreto.
Paralelamente, Chávez impulsa una reforma a la Constitución de 1999 para adecuarla al proyecto socialista que desea llevar a cabo, en el cual se instaurará una economía mixta con diversos tipos de propiedad: la estatal, la colectiva y la privada, según él mismo adelantó.
También quiere introducir la reelección presidencial ilimitada, y modificar la división político territorial para reordenar los municipios y privilegiar el papel de los consejos comunales por encima de las alcaldías y juntas municipales.
Sin embargo, aún no está claro cuál será el alcance de la reforma constitucional, ni cuántas o cuáles leyes serán redactadas por decreto.
Según Chávez, los poderes especiales le servirán para dictar unas 50 leyes en una primera fase, antes de que sea aprobada la reforma constitucional, y «muchas más» que se adecúen al nuevo texto, después.
La Constitución de 1999 ya había modificado varios de los principios e instituciones que habían sido consagrados en la de 1961. Así, se extendió el período presidencial de cinco a seis años y se permitió la reelección inmediata.
También se introdujo la figura de los referendos revocatorios de cargos electos y se transformó el Congreso bicameral en una Asamblea Nacional unicameral.
La Constitución sirvió además para cambiar nombres: la Corte Suprema de Justicia pasó a llamarse Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Supremo Electoral devino en Consejo Nacional Electoral, y además sumó dos nuevos poderes del Estado, el electoral y el moral.
Se espera que en esta reforma constitucional se introduzca un sexto poder del Estado: el popular, y desde ya los despachos del Ejecutivo han comenzado a utilizar en la papelería el nombre de «Ministerio del Poder Popular».
En su proyecto socialista Chávez no descuida el frente internacional, enfrentado a Estados Unidos como símbolo del «capitalismo salvaje», formando frente común con gobiernos amigos en América Latina y otros países del Tercer Mundo, a los que apoya con planes de integración, y en fuerte alianza con Cuba y Fidel Castro, a quien define como padre político.
A lo largo de sus ocho años de gobierno, Chávez, quien hasta ahora hablaba de «revolución bolivariana» más que socialista, se ha esforzado en mostrar simbólicamente el cambio radical del país. En ese sentido, comenzó a hablar de la «quinta república» para diferenciarse de los anteriores gobiernos socialdemócratas y democristianos de la etapa democrática a la que se refiere como «la cuarta república».
Luego, agregó una estrella a las siete que exhibía la bandera, modificó la posición del caballo que figura en el escudo para que mire hacia la izquierda, y recientemente anunció que quiere agregar una estrofa al himno nacional.
Ahora, Chávez anuncia que se empeñará en promover «nuevos valores socialistas» que contrasten con el consumismo y el individualismo y reiteradamente ha llamado a sus compatriotas a ofrecer trabajo voluntario así como a no utilizar el automóvil particular.
«El socialismo no se puede limitar a un sistema económico de producción. Tiene otros componentes: el moral y el social, para construir una sociedad de iguales», indicó.