Desde siempre, el objeto de las izquierdas ha sido procurar que el individuo se asuma como ser social, o sea, como alguien que supedita sus aspiraciones al interés general (prever los pro y los contra en función del bien común). Desde ese ángulo de mira, las izquierdas apuntan a un horizonte evolutivo, mediante el perfeccionamiento gradual y progresivo de la sociedad.
Su aspiración ideal es el Estado de Derecho. Desde ahí persigue el mínimo vital, cual basamento estratégico para que todos y cada uno se lancen a la conquista del bienestar y la realización, de lo que sigue que erradicar la pobreza constituye el primer paso hacia la libertad real.
Solo así, diría Gramcsi, la humanidad avanzará hacia las cinco cumbres a los cuales tiene derecho potencial cualquier ser humano, que, como han sido proclamados por las izquierdas como su gran utopía, comprende: la emancipación espiritual, la derrota del determinismo económico, el despliegue de la totalidad humana, el establecimiento de relaciones fraternales entre congéneres y de armonía estratégica con la naturaleza.
Al neoliberalismo esos propósitos le son indiferentes porque ve el mundo desde el feudalismo. Por ello, las izquierdas deben esmerarse en desarrollar una estrategia congruente con su utopía pues, no se le pueden pedir peras al olmo. Empero, hay que renunciar a la creencia en el cambio súbito o espontáneo que tanto daño ha ocasionado a las izquierdas, cuando lo que urge es una estrategia gradual y progresiva para transitar hacia la nueva sociedad.
En su obra Mirabeau o de la política (que no debiera faltar en la cabecera de ningún político progresista), Ortega y Gasset comenta la fórmula en que se transitó del feudalismo al liberalismo luego de cincuenta años de estancamiento revolucionario en Francia. Justamente, Mirabeau propuso como salida la monarquía constitucional, con lo cual se construyó un puente entre el feudalismo que no terminaba de morir y el liberalismo que no terminaba de nacer. Así, los feudalistas tuvieron oportunidad de irse acomodando a la nueva sociedad, en tanto el liberalismo avanzaba para beneficio de toda la sociedad.
¿Cuál será el puente que los guatemaltecos no terminamos de construir?
En tanto se determina el quid pro quo de las izquierdas, es necesario poner los pies en la democracia política formal existente y evaluar desde ahí todas las posibilidades para avanzar hacia el futuro posible. Luego, está bien que se de la batalla contra el Estado oligárquico, contra el mercantilismo y los privilegios, pero poniendo las cosas en perspectiva, de ahí que lo que urge es un planteamiento orientado a la consolidación y fortalecimiento del Estado ?democrático y social? de Derecho, engarzado a un crecimiento económico en donde el ser individual no niegue al ser social, ni el ser social niegue al ser individual, o sea, un modelo que no sea ajeno al tipo de sociedad que se desea crear.
La cuestión es encontrar una alternativa socio económica y socio política para avanzar desde la base hacia la cúspide de la pirámide de Maslow (desde el mínimo vital a la realización, pasando por el bienestar).