Hacia dónde va la izquierda chapina (2)


Las izquierdas, que abarcan un amplio margen desde el centro democrático hasta la izquierda extrema, se caracterizan porque asignan al Estado un papel fundamental como garante del bien común, desde el totalitarismo de Estado ?que es el máximo normal? hasta el equilibrio entre Estado y mercado ?que es el mí­nimo normal?. Desde esa perspectiva, dados los abusos del capitalismo primitivo, se culpó a la propiedad privada y al mercado como la causa de la injusticia social, por lo que ?por contraposición? se postuló lo contrario: no al mercado y a la propiedad privada; sí­ al Estado absolutista cual justo motor del desarrollo, para lo cual debí­a controlar, regular y orientar el proceso económico productivo en función de las necesidades del pueblo (lo cual tení­a una base teórica, pues, históricamente se ha comprobado que la superestructura es una proyección de la estructura económica).

Luis Zurita

Cuando la realidad derrotó al Estado totalitario, el mercado ?siempre al acecho? aprovechó oportunistamente la coyuntura proclamándose como el auténtico motor del desarrollo, entonces se pregonó nuevamente la vieja tesis del dejar hacer, dejar pasar, por eso se le denominó neoliberalismo. Desde esta perspectiva, el liberalismo rupestre de los tiempos posfeudales habí­a supuesto que el mercado se regulaba mediante la tácita intervención de una mano invisible, empero, aunque en efecto impulsó el crecimiento económico, lo hizo al costo más inmisericorde de la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo, el neoliberalismo contemporáneo volvió a desempolvar dicha bandera y, como ayer, multiplicó nuevamente la riqueza pero no la distribuyó, lo cual es consustancial con el capitalismo porque su naturaleza no es el bienestar sino la ganancia, con lo cual ha quedado comprobado una vez más que sin la acción reguladora del Estado el crecimiento económico per se puede servir para cualquier cosa, menos para disminuir la desigualdad.

Está claro, entonces, que ahora el leit motiv de las izquierdas es derrotar al neoliberalismo. Desde luego, así­ como está claro que no puede volverse a enarbolar al Estado absolutista, también está claro que no puede abolirse el mercado, empero, el nuevo paradigma es el equilibrio entre Estado y mercado y, aunque la propiedad privada es un derecho, ese derecho no exime el compromiso ético de sumarse a la construcción de un proyecto de Nación engarzado a la globalización, por lo que es irracional no pagar los costos de la convivencia social que ha de regular el Estado.

Paralelamente, deben crearse las condiciones para el despliegue de otras formas de propiedad de los medios de producción, dejando al Estado la opción de participar en el proceso económico productivo en todos aquellos campos necesarios para el bien común en los cuales la empresa privada no tenga interés o capacidad, o porque sean de valor estratégico para la Nación; incluso, promoviendo la propiedad cooperativa para acelerar la incorporación de la población económicamente activa al proceso productivo.

Derrotar al neoliberalismo implica, entonces, explorar todas las posibilidades de la economí­a mixta.