«El amor se goza en la abnegación y el sacrificio»
Franí§ois R. Chateaubriand.
En Guatemala se reporta un promedio de 17 asesinatos diarios, aunque se apruebe la mejor ley para regular el uso de las armas, esa no es la solución al problema, porque existe un divorcio entre el ser y el deber ser, mi percepción es que se pueden aprobar diariamente las mejores leyes, pero increíblemente los problemas aumentan. Porque la diferencia entre lo escrito en una ley, y el desenvolvimiento de los seres humanos en sociedades como Guatemala, tiene una diferencia abismal, por lo que nunca los hechos humanos y la ley cumplen con el silogismo jurídico que establece que existe la premisa mayor, constituida por la norma, la premisa menor es el juicio en el que se juzga el hecho descrito en la premisa mayor, cuando una persona lo lleva a cabo, y la conclusión, es la sentencia dictada por el juez en base a la comparación de lo que dispone la ley y los hechos comprobados.
licgla@yahoo.es
En la práctica existen leyes que no son aplicadas, o no lo son correctamente, por diversos motivos, intereses personales, de grupo, falta de conocimiento, falta de compromiso ético, y por qué no decirlo corrupción, sin ánimo de generalizar, porque existen honrosas excepciones, este fenómenos se vive tanto en los tribunales como en el MP, y otras instituciones.
Todo lo anterior da como resultado que el país se encuentre a la deriva en los aspectos, social, cultural, político, jurídico económico y financiero.
El conjunto de todos estos elementos dan como resultado pobreza extrema, falta de justicia, violencia incontrolable, irrespeto al ser humano, movimientos oscuros en las dependencias del Estado, todo bajo el manto de una impunidad total.
Lo anterior, lo hemos reflexionado con muchos amigos/as, familia, y con mi yo interno, parece lejano, pero no imposible que el ser y el deber ser se encuentren entrelazados.
Comentado lo anterior y como parte de una premisa demasiado cruel, tengo que aceptar que una de las cosas que siempre nos llenó de tranquilidad en mi familia, es que no habíamos vivido un hecho de muerte violenta, hasta el jueves 8 de abril, día que marcó nuestras vidas porque perdimos a un ser querido, con quien compartimos juegos de niños, sueños de juventud, y tantas cosas que unen a los hermanos, el dolor es extremo, no se puede definir, porque mi hermano el arquitecto Juan Francisco Monterroso Velásquez, fue un hombre de paz, nunca peleó con nadie, en mi familia tenemos el orgullo de jamás habernos golpeado físicamente, porque esos principios recibimos de nuestros padres, dos personas humildes, sin mayor estudio, pero con mucha sabiduría y amor al prójimo, que fue lo que mamamos. No me explico qué sucedió, mi hermano fue ejecutado, ya que recibió solamente un tiro en la sien, suficiente para morir instantáneamente, no le robaron nada, y no mataron a nadie más, el sentimiento que nos embarga es de intensa tristeza y sentimientos encontrados, porque él y nadie de bien merece una muerte así, como mujer de Derecho debo creer en la justicia, como ser humano me rebelo ante la injusticia, su antitesis que domina cada vez Guatemala.
Nuestro querido hermano nos deja un vacío muy grande en el corazón, pero lo más doloroso; dos preciosas nenas a las que les falta mucho por vivir, pero crecerán con las enseñanzas que les deja un padre del que siempre recibieron amor, y que las amará más allá del momento en que su vida fue arrebatada en un segundo por asesinos anónimos, pero las deja con la maravillosa esposa que lo acompañó parte del camino de su vida, y que sabrá hacerlo sin su compañía física, pero sí espiritual.
No puedo ser egoísta y pensar solamente en nuestro dolor, pienso en el dolor de los miles de hogares que diariamente viven lo mismo, probablemente en este momento estén asesinando a una persona de bien.
Doy gracias al licenciado Oscar Clemente Marroquín por haberme permitido este espacio de expresión, y tanto a él como todo el personal de esta tribuna por la sublime esquela que apareció el sábado 10, y abogo por formar un gran bloque contra la impunidad, la violencia, y todos los males que como cáncer corroen nuestra sociedad. Sin tinte ideológico repito un himno que mi hermano y todos los soñadores teníamos como consigna ¡EL PUEBLO UNIDO JAMíS SERí VENCIDO! ¡A TU MEMORIA FRANCISCO MONTERROSO!