¿Hacia dónde va Europa?


Manifestantes griegos gritan consignas durante una manifestación en la ciudad de Atenas. AFP PHOTO / Aris Messini

La economí­a estancada, el euro en crisis, un presidente de la comisión europea que nadie conoce, una responsable de Relaciones Exteriores igualmente anónima… la Unión Europea parece sumida en una crisis de identidad a más de 50 años del comienzo del proyecto paneuropeo.

Redacción La Hora
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La Policí­a cuadra la calle donde se ubican las oficinas de un grupo griego de extrema derecha, llamado

En un discurso ante el parlamento alemán, la canciller Angela Merkel dijo el miércoles que los 16 paí­ses de la eurozona podí­an considerar la exclusión de uno de sus miembros para salvaguardar la estabilidad del euro.

Las palabras de Merkel dejan en claro las dudas que suscita la crisis griega. La eurozona no logra ponerse de acuerdo para evitar la posible cesación de pagos de Grecia y parece mirar la crisis que se perfila en el horizonte de España, Portugal e Italia con la velocidad de reflejos de un conejo encandilado por los faros de un carro en medio de una carretera.

Este lunes, en Bruselas, los 16 paí­ses hablaron de un plan de rescate, pero no precisaron cuánto dinero pondrí­a sobre la mesa y qué canales adoptarí­an para la ayuda, datos esenciales para saber si Grecia cuenta con el apoyo que necesita para hacer frente a los 20 mil millones de euros que requiere de acá a mayo para evitar la cesación de pagos.

En el plano diplomático se advierten más dudas que certezas. Mientras en las primeras décadas el proyecto paneuropeo crecí­a de los 6 miembros originales del Tratado de Roma (1957) a los 12 del Tratado de Maastricht (1992) y se convertí­a en la primera década del siglo 21 en una fuerza de 27 naciones, hoy, en medio de la debacle económica planetaria, está mostrando una alarmante falta de iniciativa.

Piotr Kaczynsky, investigador del Centro para Estudios Europeos de Bruselas, ve dos temas de fondo en esta crisis.

«Una parte de esta crisis de identidad es institucional. Otra histórica. Europa fue durante mucho tiempo el centro del planeta. Ya no lo es, pero todaví­a hay muchos paí­ses como el Reino Unido, Alemania o Francia que no se dan cuenta que sólo son relevantes como parte de una unidad superior», señaló.

¿ALGUIEN A CARGO?

En lo institucional los crí­ticos hablan de arteriosclerosis de un cuerpo demasiado grande para tener la vitalidad necesaria en un mundo que gira a una velocidad demencial.

Según estos crí­ticos un ejemplo de esta lentitud es el borrador del programa económico de los 27 miembros de la Unión Europea, Europa 2020, presentado el miércoles 3 de marzo.

«Mientras Grecia tiembla y sufre y los sospechosos habituales especulan contra el euro, a Bruselas sólo se le ocurre anunciar que fabricarán «un marco para afrontar las inminentes amenazas a la estabilidad financiera del euro», señala en una columna en «El Paí­s» de España Xavier Vidal-Floch.

El Tratado de Lisboa, que entró en vigor en diciembre, es un intento de oxigenar una mecánica institucional que ha dado claras señales de oxidación.

El Tratado otorgó más poder al Parlamento Europeo, aceleró los mecanismos de voto y creó dos nuevos puestos: presidente del Consejo Europeo y responsable de la polí­tica exterior del bloque comunitario.

El problema es que debido a las innumerables tensiones polí­ticas que conviven en la UE (estados chicos versus grandes, norte y sur, la dupla Alemania-Francia frente al Reino Unido) no se eligieron figuras con gravitación propia sino dos virtuales desconocidos.

Ni el ex primer ministro belga Herman Van Rompuy a cargo del ejecutivo ni la laborista británica Catherine Ashton titular de relaciones exteriores de la UE tienen, según los comentaristas, peso propio como para sentarse a negociar con Barack Obama, Hilary Clinton o Wen Jiao Bin.

ES LA ECONOMíA, ESTíšPIDO

Estos vaivenes de la UE se hacen mucho más difí­ciles en medio de una crisis económica.

En los albores de la actual crisis, la UE reaccionó con celeridad para aprobar paquetes de estí­mulo fiscal que ayudaron a evitar una debacle como la de los años 30.

Pero en la zona del euro la crisis ha puesto al descubierto falencias, limitaciones y diferencias que, para algunos comentaristas, pueden ser letales.

De la noche a la mañana se supo que Grecia tení­a un déficit fiscal de 12,7% más de cuatro veces superior al techo del 3% que rige para la eurozona.

Los crí­ticos señalan que desde el lanzamiento de la moneda única europea se hizo la vista gorda sobre la «magia contable» que habí­a en las cuentas fiscales de Atenas.

Otros indican que el euro tení­a un pecado de origen: no se puede tener una misma moneda y autoridad monetaria (el Banco Central Europeo) sin tener una polí­tica fiscal común.

«Muchos economistas se opusieron a una creación prematura del euro porque no tení­amos un nivel de integración polí­tica y económica que pudiera sostener la moneda. Al euro le falta un mecanismo de cohesión entre economí­as muy diferentes», dijo Ansgar Belke, jefe de investigaciones del Instituto Alemán de Investigación económica y observador del Banco Central Europeo.

Por el momento la crisis griega ha mostrado crecientes divisiones entre Alemania, reticente a toda ayuda, Francia, más negociadora, y paí­ses como España, Portugal e Italia, alarmados por lo que perciben como falta de «solidaridad», un principio de la UE.

ADIí“S A LA GUERRA

Los defensores del proyecto pan europeo señalan que la UE sigue funcionando como un foco de estabilidad en un mundo sin brújula.

En sus más de 50 años de existencia este proyecto, surgido de las cenizas de la segunda guerra mundial, ha superado crisis económicas, la guerra frí­a y el fin del comunismo sin derramamiento de sangre.

A este éxito le ha sumado la integración de economí­as menos desarrolladas (como España y Portugal en los 80) que dieron un gran salto gracias a su incorporación al proyecto pan europeo y a la solidaridad de los fondos de cohesión (ayuda presupuestaria para el crecimiento de los menos desarrollados)

Estos dos pilares han sido un imán para aspirantes a incorporarse a la UE. Para los atribulados paí­ses balcánicos, por ejemplo, la pertenencia al club europeo es una promesa de prosperidad y un paraguas protector a los conflictos armados que sacudieron la zona en los 90.

Pero muchos creen que la UE no está en condiciones de seguir ampliando el número de miembros.

«Hace tiempo que el dilema es entre expandirse o profundizar. Mi opinión es que llegó el momento de consolidar el actual proceso», indicó Ansgar Belke.

En medio de la actual incertidumbre mundial, no cabe duda que la economí­a será fundamental para que la UE recupere el í­mpetu de otras épocas.

UE Tratados


* Tratado de Roma (1957): fundación de la Comunidad Económica Europea con seis miembros.

* Acta íšnica Europea (1986): firmada en 1986 con el objetivo de crear para 1992 un mercado común europeo con libre circulación de mercancí­as, capitales y servicios.

* Tratado de Maastricht (1992): cambia el nombre a Unión Europea que cuenta ya con 12 miembros y añade a la cooperación económica, una mayor integración europea en defensa, justicia y seguridad.

* Tratado de Amsterdam (1999): incorpora a la UE principios de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos.

* Tratado de Lisboa (2007): la Unión Europea cuenta con 27 miembros tras la incorporación en 2004 de diez paí­ses, la mayorí­a de Europa del Este y en 2007 de los dos últimos miembros en sumarse a la UE (Bulgaria y Rumania)

GRECIA Apoyo pero sin cheques


Los ministros de Finanzas de la Unión Europea han llegado a un acuerdo de cómo ayudar a Grecia a controlar su economí­a y salir de su crisis.

Después de sostener una reunión en Bruselas, los ministros revelaron pocos detalles al respecto, aunque afirmaron haber descartado garantizar préstamos.

Durante semanas, los mercados financieros especularon sobre si la prometida ayuda europea a Grecia se iba a materializar.

Los ministros de Finanzas de los 16 paí­ses de la eurozona habí­an acordado una manera de ayudar a Grecia si fuese necesario.

El primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker, que encabeza el grupo, afirmó que el plan consistí­a en sellar las brechas que podrí­an emerger durante la lucha griega por controlar sus finanzas.

Según analistas, «los planes son más un respaldo polí­tico que un compromiso en dinero contante y sonante».

Los lí­deres europeos decidirán sobre los detalles del polémico rescate durante una reunión entre el 25 y 26 de marzo. Sin embargo, las cosas están lejos de estar definidas, señala el corresponsal Nigel Cassidy.

POCOS DETALLES

El anuncio emitido la ví­spera de la reunión plena de ministros de Finanzas en Bruselas estuvo caracterizada por la falta de detalles.

Cuando se le preguntó a Juncker si la ayuda serí­a en la forma de garantí­as a los préstamos que pudiera solicitar Grecia, dijo claramente que no.

Por una parte el Tratado de Maastricht prohí­be el rescate de un miembro por parte de los otros de la Unión Europea, pero Juncker también reiteró que no cree que Grecia necesite un rescate.

Es posible que los mercados financieros no estén de acuerdo con este punto de vista, después de elevar la tasa para los préstamos de ese paí­s por el temor de que Grecia entre en cesación de pagos.

El paí­s mediterráneo necesita recaudar US$20 mil millones antes de mayo para pagar vencimientos de deuda.

El gran interrogante que queda es cuánto dinero se está reservando y si los principales miembros de la UE -Alemania y Francia- están preparados a tomar la iniciativa y emitir cheques para Grecia en caso de que no pueda cumplir con sus compromisos.

Todos están muy conscientes de que los griegos no están solos en este asunto, recuerda Marcelo Justo. El euro está siendo afectado en los mercados internacionales y buena parte de los US$300 mil millones que debe Grecia están con bancos europeos.