Hace dos años al salir de la misa de cuerpo presente de Juan Carlos, exalumno nuestro que murió víctima de la violencia, un grupo de personas nos quedamos platicando y el consenso fue que esa situación de violencia no podía continuar, que ya era suficiente el aguantarla y que había que hacer algo para poner coto a la criminalidad que la sociedad estaba padeciendo.
El viento se llevó las palabras y las buenas intenciones y nunca se hizo algo al respecto. En este lapso, más personas han sido abatidas por la misma violencia y continuamos oyendo que hay que hacer algo, que no se puede continuar así. La violencia no tiene preferencias ni se fija en el estatus de las personas, todos por igual estamos expuestos. Hace 15 días murieron más personas, a manos de sujetos inhumanos; los muertos tienen nombre: Jemmy, Carlos, Mynor, José, Vinicio, Gerson y Max, este último alumno nuestro también. No sé todos los nombres de otras personas que también murieron violentamente atacadas. Al escribir este, oigo en las noticias de una quinceañera y su hermana que fueron asesinadas después de la fiesta familiar de sus 15 años. Los periódicos dan la noticia de ¿Cuántas muertes inútiles más? Elevo mis oraciones por todos y especialmente por Juan Carlos y Max y sus familias. Descansen en paz al lado del Creador ya que en la tierra no pudimos darles la seguridad que merecían. Los actos violentos suceden en cualquier zona de la capital y en cualquier lugar del país. Decimos que los niños y jóvenes van a crecer en una cultura de violencia; esto no es el futuro, es el presente, es la actualidad, los niños y jóvenes ven-viven-violencia=comportamiento violento. Es impresionante ver en una escena del crimen, en la que está tendido el muerto, a los niños y jóvenes que están a unos cuantos metros del cuerpo y no demuestran en su cara una expresión de susto o congoja. Desafortunadamente ya, la “cultura†los ha hecho conformistas. Ah, otro, ¿en qué estaba metido? Simplemente ven y siguen su quehacer diario. La demostración del comportamiento violento aprendido la vemos en los alumnos de establecimientos educativos que se ponen a pelear después de asistir a clases. Si estos son los que tienen la oportunidad de estudiar, no quiero hablar de los muchos que no tienen esa oportunidad. Pregunto: ¿Dónde están las sesiones conjuntas de los directores, maestros y padres de familia que se sienten para buscar una solución sin que haya violencia? Hay que adoptar la estrategia de hablar abiertamente de la situación, al fin y al cabo, cada uno de los grupos arriba mencionados, tiene la responsabilidad de proveer una buena educación a esos alumnos, lo que incluye un comportamiento civilizado. La violencia, de una u otra forma, es causa de que muchos alumnos ya no asistan a esas escuelas o institutos. El miedo se ha incrustado en cada miembro de la sociedad. Se deja que otros hagan la acción de prevención y al final nadie lo hace eficientemente, mucho menos las autoridades gubernamentales.
El miedo es el campo fértil para que los malhechores continúen con sus fechorías. El miedo activa el área cerebral más antigua que produce la reacción de alerta para sobrevivir (flight or fight). La mayor parte de la población que ha sido afectada por la violencia, reacciona huyendo, aún aquellos que no han sido afectados hacen lo mismo para evitar serlo. De esta manera mantenemos una sociedad en constante huida emocional. Las personas que utilizan el transporte público viven en el estado emocional descrito, no digamos los pilotos y ayudantes. Una “violencia silenciosa†según mi criterio es la desnutrición de los bebés y niños menores de cinco años, desprotegidos. Otro tipo de violencia es la intrafamiliar, cuando los agresores de los niños son sus propios padres. ¿Cuál es la causa de todos los diferentes tipos de violencia? Esa es la pregunta que hay que contestar. ¿Dónde está la prioridad, no sólo del gobierno sino de todos los miembros de la sociedad para trabajar nuevas ideas y estrategias y adoptar un frente común? Las compañías telefónicas, todas, tienen que poner en práctica el bloqueo inmediato a cualquier celular reportado robado y mantenerlo bloqueado. Una estrategia contra esos ladrones, que matan por un celular, es no permitir que ganen dinero como resultado de sus actos vandálicos. Todas las estaciones radiofónicas, canales de televisión y todos los periódicos, tienen que mantener una campaña constante contra la violencia y con sugerencias de cómo contrarrestarla. Dicen que la policía llega tarde cuando recibe una llamada de auxilio. Que los jefes pongan en práctica la estrategia de una clave para ver en cuánto tiempo responden. Las unidades no van a saber cuando serán llamadas y más les vale estar preparadas y reaccionar en “segundos†y responder a una llamada de auxilio en su área de patrullaje. La rapidez en la respuesta es de vital importancia. Afortunadamente las cámaras cerca de las escenas del crimen han producido suficiente información y evidencia para arrestar a presuntos culpables del hecho criminal. Soldados y oficiales de baja por cumplir su tiempo de servicio, seleccionados por su capacidad y honradez, pueden formar una fuerza especial de apoyo a la policía. Sí, hay que invertir dinero. La seguridad es prioritaria. Hay tantas manifestaciones por cualquier motivo, ¿por qué no hay una en todas las ciudades del país para enviar el mensaje claro de que la sociedad no está dispuesta a seguir tolerando la violencia? ¿Quién tiene solvencia moral para convocarla? ¿Quiénes vamos a participar apoyándola? Además de unirnos en una cadena de oración para que San Miguel Arcángel nos guíe en la lucha contra el mal, qué vamos a hacer para salir de las palabras a la acción. ¿Cuántos más tendrán que morir violentamente antes de que actuemos?