La casa vieja de la Bahía es propia para soñar de día y de noche, su techo de lámina me mantiene despierto al golpeteo de la lluvia y la infinidad de fotografías que tapizan sus paredes me siguen desde distintos ángulos. Esa noche soñé a Jim Corbett ahí de pie junto al monumento en el Parque Nacional que lleva su nombre al norte de la India, sin duda es el hombre que yo quisiera ser en la reencarnación.
Edward James Corbett, octavo hijo de una pareja de esforzados ingleses, nació en Naini-Tal en Kumaon del Himalaya en 1875. Su padre se ganó la vida como encargado de correos y Jim dejó su casa y la Escuela Superior de Sherwood en Naini-Tal a los 17 años, trabajó como inspector en el ferrocarril y luego como transportista de mercancías a través del Ganges, el río sagrado de los santones indios.
Entre 1907 y 1938 cazó a 12 devoradores de hombres que habían matado a por lo menos 1,500 personas entre hombres, mujeres y niños. El tigre de Champawat se hizo famoso con 436 muertes antes que cayera tras el acecho de Corbett, un inmenso felino de casi 600 libras. Siguió el leopardo de Panar que había acabado con otros 400 aldeanos y más al norte el de Rudraprayag con un número similar de víctimas Los tigres devoradores de hombres que asolaron por más de 10 años los templos vecinos de Kumaon un lugar de peregrinaje inspiraron uno de sus libros.
Desde joven era un conservacionista decidido cuando nadie pensaba en ello, montaba conferencias en las escuelas locales para estimular el conocimiento de la vida salvaje y la necesidad de preservar bosques y fauna. Colaboró a crear la Asociación para la Preservación y asimismo fue el inspirador del primer parque nacional en la India, el Parque Nacional de Haley en las colinas de Kumaon. Ese mismo parque en 1957 por decisión de las autoridades se llamó Parque Corbett, una extensión de cientos de kilómetros que constituyen la gran reserva del tigre de Corbett y en donde con suerte se puede dar en encuentro con la «Panthera tigris corbetti» una subespecie llamada así en su memoria.
En sus recorridos Corbett observó que el bosque principiaba a ser devastado, las aldeas fueron aumentando al avanzar la frontera agrícola y los grandes felinos ya no poseían espacios de caza para sobrevivir, merodeaban por los poblados en busca de ganado. Llegó un momento en que tigres más viejos o lisiados, menos capaces de cazar su alimento, se dieron cuenta que el más vulnerable de todos los animales sin un arma en la mano era el hombre.
Era llamado por las comunidades en el inmenso norte vecino a la Cordillera del Himalaya todavía distante de sus nieves eternas, nunca mató una fiera que no hubiera sido un devorador de hombres ni tampoco cejó en su empeño cuando había iniciado la persecución. Cazaba «en solitario» y era capaz de acechar la noche entera, mientras anotaba sus observaciones y hallazgos, no dejaba su cuaderno de apuntes y su libro de poesía, era un hombre de tradiciones chapado a la antigua y como buen victoriano lector devoto de Kipling y Keats.
John Rigby