Hablemos un poco del explosivo progreso de Taiwán


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Pongamos ahora, imaginariamente, un punto y aparte, no final, respecto de lo que acontece en lo social y en lo político, especialmente, en nuestra patria, Guatemala, para referirnos un poco al progreso que vertiginosamente engrandece a la centenaria República de China, asentada desde 1949 en la bella isla de Taiwán.

Marco Tulio Trejo Paiz


Ya es tiempo de ir dándole vuelta a la hoja del libro de la  historia contemporánea hoy que acaba de instalarse y de principiar a realizar su obra el gobierno del Partido Patriota que preside el inquieto general Otto Pérez Molina, quien ha hecho promesas de que se producirá un cambio sustancial en beneficio de la población y, desde luego, del país.

Entre los temas que tratamos periodísticamente damos preferencia, de cuando en cuando, a lo que hemos observado personalmente, en el terreno de las realidades, pero también a través de la radio y de la televisión, de la lectura de periódicos y de libros, de revistas y boletines, en relación con lo que hacen los buenos gobernantes, con el valioso concurso del pueblo, para lograr positivos avances del pequeño gigante del sudeste asiático.

El progreso de Taiwán es, por así decirlo, explosivo. Su industria está reconocida como una de las más importantes a nivel mundial.

Es grande su poderío económico-financiero, tanto es así que vuelca miles y miles de millones de dólares estadounidenses en carácter de ayuda a naciones que se encuentran en proceso de desarrollo, sobre todo durante los catastróficos sucesos de la naturaleza.

Militarmente, es una potencia capaz de enfrentarse con un endriago para hacerle más que cosquillas…

La modernidad tiene admirable expresión a lo largo y a lo ancho de la isla. Hay que ver sus portentosos rascacielos en Taipei, en Kaoshium, en Walien y, francamente, en todos sus centros urbanos y, aun, en casi todas las áreas rurales. Se eleva, hasta las nubes, el denominado 2001, que es el más alto del mundo, de 101 pisos.

Los campos son científica y técnicamente cultivados y producen toda una diversidad de productos alimenticios como los más superados países de la región.
    
Toda la isla es, en sí, un enorme centro de atracción turística, pues de norte a sur y de oriente a poniente, abundan esos lugares en los que se sienten a gusto, embelesados y tan cómodos como en su propia casa, los miles de viajeros que se cuentan por millones cada año.

En  fin, la República de China, fundada por el ilustre doctor Sun Yat Sen en suelo continental en 1912, es sencillamente bella y constituye un emporio de producción de toda clase. Suscita envidia, y la China comunista ha vivido amenazándola con una invasión que provocaría gran destrucción y muerte. ¡Ni más ni menos, un espantoso y condenable fratricidio! Sería  un terrible incendio bélico en la zona con posibles repercusiones en todo el universo.

Actualmente, la “Chinona” está cambiando actitudes respecto de Taiwán, pues de amenazante ha pasado a “pacifista” (así, entre comillas).Viene dialogando con el gobierno de Taipei y, al parecer, se cifran fundadas esperanzas de que todo pasará sin que el agua llegue al río… Eso es lo que espera la opinión pública internacional para que el gigantito pueda vivir tranquilo, seguro, dedicándose a la actividad constructiva, muy edificante y en el saludable clima de la democracia con todas sus libertades civiles y demás preciados atributos dignos de un conglomerado humano que está pasando ya de los 23 millones (de habitantes).

Es deseable, para la gente de todos los ámbitos del planeta en que vivimos, visitar Taiwán no sólo una vez, sino dos o más veces, para estar en condiciones de comparar lo que se apreció por vez primera con lo que pudo observarse más tarde, o sea más o menos unos diez años después.

Podemos decir que si la China enrojecida por el vejete y regordete Mao Tse-Tung, ya  desaparecido, ocupare un desgraciado día la República de China con sus huestes, como ha estado pretendiendo, se relamería con deleite al hacerse de otro plato bien servido como cuando le devolvieron Hong Kong los ingleses o, como ocurrió en Cuba al asaltar el poder los remicheros comandados por Fidel Castro Ruz.

Terminamos este breve comentario formulando votos por que la República de China, con sede en Taiwán, viva toda una vida de superación integral y ejemplar con libertad en el campo independiente, con plena soberanía enarbolando siempre, orgullosamente, la hermosa bandera de la democracia.