No es primera vez que alguien comenta que mis escritos son negativos. Recientemente una persona así se expresó en un evento social, ignorando que el autor de esta columna estaba dentro de las personas que lo estaban escuchando. Sus argumentos ¡los mismos! que dichos en lenguaje coloquial indicaban que no dejaba santo parado, que iba al grano, como que siempre encontraba un pelo en la sopa. No quise identificarme ni mucho menos rebatir sus argumentos, preferí respetar su criterio aunque no lo compartía. Ahora que estoy frente a la computadora presto a escribir mi comentario del martes, recordé haber leído sobre una jueza que enfrentando 25 quejas en la Junta de Disciplina Judicial estaba como si nada hubiera pasado, algo inaudito que luego de compaginarlo con la ingrata experiencia hizo preguntarme, ¿será que hablar con la verdad es ser negativo?, ¿no será todo lo contrario, buscando que nuestra sociedad aprecie mejor los errores cometidos para enmendarlos?
A estas alturas no entra en mi cabeza dura que una mujer haya sido chicoteada en público recientemente porque la justicia «maya» dispone castigar así a quienes dizque cometen adulterio, mientras que una jueza con 25 denuncias en su contra, de las cuales solo cuatro están en trámite, haya sido acusada de «incumplimiento de deberes, abuso de autoridad, hostigamiento contra el personal a su cargo, retraso malicioso, atrasos para enviar los expedientes, violación al debido proceso y a los derechos humanos» se hayan conformado hasta el momento en requerir información y… punto. ¿Qué va a hacer la rimbombantemente electa Corte Suprema de Justicia, cuyo proceso abarcó todos los ámbitos de la vida nacional ante un caso tan peculiar como ejemplar, que tipifica el por qué en Guatemala nos quejamos constantemente de la impunidad imperante y en el extranjero nos califiquen de salvajes?
Que nuestras autoridades siguen sin aplicar la Ley, es cosa que hemos venido comentando y criticando desde hace ya bastante rato y encima de ello se burlan de quienes nos quejamos, alegamos y pataleamos para que algún día triunfe total y ampliamente un sistema judicial honorable, pronto y eficaz. ¿Será mucho pedir?, ¿será eso negativo? ¿Qué me dicen de que nuestras legisladoras puedan sopapear a un colega en pleno hemiciclo, mientras la Honorable Junta Directiva del Congreso no dice ni esta boca es mía, mucho menos sancionar al provocador y a las agresoras de una manera ejemplar, para que no se vuelva a repetir algo tan bochornoso como pésimo ejemplo para el resto de la sociedad, la que por cierto, vive lamentando el clima de violencia y delincuencia, lo que sigue siendo la principal característica que nos distingue? Todo esto es la cruda verdad, pese a quien le pese. Por ello insisto en decir que callarlo u ocultarlo, provoca aumentar todavía más vivir dentro de un marco en donde impera el relajo, la corrupción y la ignominia.