Guti y los fantasmas


Karim Benzema (I) celebra su gol con Guti, en el partido en que el Real Madrid ganó a Deportivo La Coruña. FOTO LA HORA: AFP MIGUEL RIOPA

El Madrid, tras una gran victoria en Riazor, disfruta del genio de su segundo capitán – Lejos de resaltarse su pulso con el mejor Barí§a de siempre, a su alrededor se fomenta el victimismo – Triunfo del Sevilla sobre el Valencia con una obra de arte entre Navas y Negredo – Valverde, destituido


Ni la excelencia de Guti, uno de los picassos de la temporada, sofoca al entorno madridista, empecinado en una deriva victimista tan absurda como innecesaria. El Madrid nunca necesitó coartadas arbitrales ni fomentó conspiraciones marcianas. Eso estaba en el tuétano culé. Hasta la llegada de Johan Cruyff al banquillo, el Barí§a navegaba en búsqueda de cualquier excusa que justificara su papel segundón -dos Ligas en 30 años, entre 1960 y 1990- ante un imperial Madrid. Desde que Di Stéfano cambiara el paso a los blancos, el club abanderó un credo irrenunciable: el señorí­o, el orgullo y el máximo sudor al servicio del talento. Convertido en senyera polí­tica frente al opresor centralismo, al Barí§a le bastaba una pifia de Guruceta o un desplante de Melero al Cruyff jugador para maquillar sus desatinos.

Desde que el holandés se hizo con la pizarra para evitar la agoní­a definitiva del nuñismo, tantas veces un reguero de lágrimas por tanta supuesta afrenta, el Barí§a logró una mutación que parecí­a impensable. El equipo ya no se derrumbaba ante tramas imaginarias, sino que resistí­a el envite de su glorioso rival hasta el último instante. Así­ se hizo con tres Ligas al lí­mite. El positivismo azulgrana caló, y de qué manera, en Chamartí­n, donde se tení­a al Barí§a como un llorón que sacaba bandera blanca en cuanto tení­a ocasión. Cruyff llegó a la caseta en 1988 y desde entonces el fútbol español disfruta de un pulso sideral entre sus dos grandes instituciones. Un pulso real, no como en tiempos pretéritos, cuando el ruido azulgrana era muy superior a su efectividad. Desde 1988, el Barí§a ha conquistado nueve Ligas y el Madrid ocho; en ese periodo, cada club ha levantado tres Copas de Europa.

Hoy, el duelo se mantiene por todo lo alto y tanto antes como ahora hubo debates, meigas, fantasmas, gafes, dislates arbitrales… Se trata de dos instituciones grandiosas, con dos plantillas a la altura de las mejores de la historia. Pero, lejos de glorificar el reto entre ambos como una bendición, se destila un empeño persistente en enturbiar tan gigantesco partido. Lo mismo se pretende condonar a toda costa un codazo con recursos y pataletas que implican a su principal adversario como se llama a la rebelión por un fuera de juego de quizá medio metro tras una pí­cara y vertiginosa jugada barcelonista. Una acción que precedió a un gran partido del Madrid, con un Guti soberbio, un Ramos como caudillo defensivo, un Benzema picante y activo… Y todo con ocho jugadores nacionales, sin Cristiano ni Higuaí­n, autores de 20 goles ligueros entre ambos. Una victoria meritoria que encumbra a un equipo que llevaba 18 años cateando en Riazor. Tras una jornada para las serpentinas, en ciertos sectores del madridismo aún se buscaba consuelo ante el triunfo del Barí§a.

Al Madrid no le conviene olvidar su pasado glorioso y señorial. Jamás se concedió excusas. Hoy, con un equipazo capaz de mantenerse en el retrovisor de un rival igual de deslumbrante (pero más cuajado), tampoco. Cuando le llegue la tentación, que repase el No-do y vea la debilidad azulgrana en sus tiempos de autocompasión. El club calla. Un silencio cómplice.

«Guti es diferente»


Se fue sin decir nada, entre ví­tores y reproches, como casi siempre a lo largo de toda su carrera deportiva. Guti, proscrito tras el alcorconazo sufrido por el Madrid en la Copa del Rey, no quiso anoche abrir la boca para comentar la jugada genial de la que todos los aficionados hablaban: la asistencia que regaló a Benzema el segundo gol blanco, un taconazo que compendia toda la clase y el talento de un futbolista siempre en discusión.

«No sólo fue esa jugada. La verdad es que hicimos una gran primera parte», matizó Manuel Pellegrini, el técnico madridista, al ser reacio a resumir todo el partido en una única acción. En cualquier caso, con una media sonrisa, el chileno dedicó un guiño a Guti: «Todos sabemos que es un jugador diferente. En la jugada del segundo gol resolvió con sutileza y elegancia».

Más directo y con menos vocabulario, Albiol zanjó: «Guti tiene ojos en todos los sitios». Para el zaguero, esa genialidad al filo del descanso fue decisiva para romper la nefasta racha del Madrid en Riazor, que duraba ya nada más y nada menos que 19 años. «Ya sabí­amos que es un campo muy complicado, pero con el 0-2 supimos controlar la situación y todo resultó ya mucho más sencillo que al principio».

No habló Guti, pero sí­ que lo hizo Benzema. Aun en un pí­rrico castellano, el delantero se hizo entender y aportó un detalle desconocido ahora que el Madrid blinda las sesiones de trabajo como si allí­ se dilucidaran auténticos secretos de Estado. «No me sorprendió el pase de Guti porque lo cierto es que lo da a menudo en los entrenamientos», explicó.

En realidad, ya se habí­an visto soluciones similares del 14 en otros partidos. Precisamente una de ellas habilitó hace unas temporadas a otro francés, Zidane, para marcar un gol en un partido contra el Sevilla. Pero, a diferencia de la de ayer, aquella jugada se produjo al borde del área. En cambio, esta vez fue encarando al portero rival, Aranzubia. «Lo vi y pensé que estaba amagando, pero… no. Guti tiene mucha calidad», aseguró, sonriente, Marcelo.

Ante tamaño despliegue, Miguel íngel Lotina, el entrenador del Deportivo, trató de encontrar paños calientes para justificar en lo posible la derrota padecida: «Bastante hicieron los chavales».

No obstante, también esbozó un reproche a su equipo que tratará el martes en la intimidad del vestuario. «Tení­amos que haber hecho falta a Benzema al inicio de la jugada», apuntó.

Al técnico blanquiazul, en definitiva, le pareció «justo» el triunfo blanco. «En la primera parte no les hicimos ni cosquillas», sentenció antes de desgranar las miserias que llevaron al Deportivo al revés: «Les concedimos demasiados espacios. Jugaron demasiado cómodos».

Al final, volvió a señalar a Guti: «Anduvo sobrado. Quizás es el partido en el que menos le han apretado en los últimos tiempos. Jugó muy bien, pero nosotros también tuvimos bastante culpa de ello».

A su vez, Pellegrini se quedó con la actitud de su equipo: «Estamos en una dinámica en la que, jugando como visitantes, salimos a buscar los partidos. Eso es lo que queremos». Y miró hacia el Barcelona, el lí­der, con el que se mantienen a cinco puntos de distancia tras la victoria azulgrana sobre el Sporting en Gijón: «Mientras las matemáticas nos den opciones, trabajaremos para desbancarle. Todaví­a tiene que visitar el Bernabéu. Así­ que la Liga sigue abierta y vamos a pelear por ella hasta el último momento».