María Carmona
«La crisis es muy grave y no hay ningún sector que quede al margen de ella» por lo que hay que ser «riguroso» y permanecer en «lo esencial», afirma el diseñador brasileño Gustavo Lins, que lucirá el martes su nueva colección femenina de alta costura, tras haber presentado la masculina el jueves.
En su taller en París, donde se ultiman los preparativos para el próximo desfile, Gustavo Lins explica: «En esta colección he afirmado un lujo, no depurado, pero sí esencial; la terminación esencial, el corte esencial, la materia esencial. En estos tiempos de crisis no es el momento de hacer bordados brocados con lentejuelas».
El creador brasileño no oculta su preocupación por la crisis, y considera que sería un error para la alta moda considerar que, en tanto que sector de lujo, no es concernida.
«Hay que decir que las cosas van mal para que, juntos, encontremos una solución. No podemos quedar aislados y decir, para nosotros todo va bien y es una lástima para los otros. Yo no creo en absoluto en eso», declara.
Su reflexión al respecto lo lleva a pensar en la historia. «Estamos ante una crisis profunda como la que Europa vivió hace cinco siglos en el Renacimiento», dice, pero evoca también los años 1930, «cuando hubo un enorme derroche de lujo, y luego vino la hecatombe».
«Yo no tengo miedo personalmente, porque sé que de los periodos de crisis se puede salir reforzado», afirma, pese a que reconoce que la facturación de su casa fue afectada ya el verano pasado.
«Al mismo tiempo, es verdad que las cosas van bien, he encontrado la marca para mi colección hombre», agrega.
Esta, presentada en salón, propone un vestuario concentrado y simple: un número reducido de formas para las prendas esenciales –abrigo, chaqueta, pantalón, chaquetón, camisa y chaleco–, declinadas en varias materias.
Una manera de adaptarse a las circunstancias. «Como estamos en crisis, no puedo desarrollar enormemente. Esta vez he trabajado al mismo tiempo como diseñador y como empresario, prestando atención a todos los costos, a todos los presupuestos. Todo fue previsto antes de trabajar la colección, y nos atuvimos a un presupuesto riguroso», explica.
«Utilicé todos los stocks de telas que teníamos. Decidí que podía contar otra historia con las mismas materias, cortando de otra manera, trabajando con los detalles y el corte», añade.
Y Gustavo Lins, invitado por su talento a integrar el exclusivo club de la alta costura, recalca que, pese a ello, él no hace alta costura, sino príªt-í -porter de lujo.
«La realidad es que yo no hago modelos de imagen. Si un modelo no es utilizado por la gente, no me interesa. Esa es mi concepción de la ropa: es como la arquitectura, no se hace una arquitectura de aparato», sostiene el diseñador, cuya formación es de arquitecto.
«Mi placer es ver a la gente utilizar lo que hago. A veces me ha sorprendido ver uno de mis modelos, un vestido espiral de punto, lucido de noche, adornado con un bello collar. Es un modelo muy simple, que tiene un corte que hace que puede ser utilizado desde la mañana hasta la noche. Esa es mi idea del vestido», señala Lins.
Paralelamente a su casa de moda, Gustavo Lins se lanza a un nuevo proyecto, la enseñanza. «Voy a empezar a enseñar diseño de moda en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas», cuenta con entusiasmo.
«Ellos desean es que aporte a los alumnos toda esta lógica de creación. A partir de mi modo de trabajar he construido un programa y creo que, dada mi edad, es el momento de transmitir lo que he aprendido», dice.