La manifestación prevista por los partidarios del candidato Mir Hosein Musavi para el sábado en Teherán en protesta por los resultados de la elección presidencial no ha sido autorizada, informó Morteza Tamadon, gobernador de Teherán, citado el viernes por la agencia Isna.
«No se ha expedido ninguna autorización (…) Espero que, en la medida en que no ha habido autorización, esta manifestación no se celebre», dijo Tamadon.
Agregó que las manifestaciones celebradas los últimos días por los partidarios de Musavi contra la reelección del presidente Mahmud Ahmadinejad eran «ilegales».
La crisis política de Irán no parece haber alterado el enriquecimiento de uranio ni prefigura, sea cual fuere su desenlace, un cambio en la política nuclear del régimen iraní, causante de tensiones con los países occidentales, afirmaron analistas.
«No son estas manifestaciones las que harán cambiar» la opinión de los dirigentes iraníes sobre el tema, «sería necesaria una verdadera desestabilización interna», afirmó a la AFP un responsable francés que pidió el anonimato.
El presidente reelecto Mahmud Ahmadinejad y su principal rival, Mir Hosein Musavi, tienen, sobre el tema nuclear, «un discurso idéntico» definido por el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, señaló Bruno Tertrais de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS).
La adquisición de capacidad nuclear es muy popular en Irán y no forma parte de las reivindicaciones de los rivales de Ahmadinejad.
A pesar de las conminaciones de la ONU para que interrumpa su programa nuclear, Irán continúa enriqueciendo uranio y afirma al mismo tiempo que se trata de un programa con fines civiles. Occidente está convencido de que tiene fines militares.
«Es preocupante ver a un Estado desarrollar el enriquecimiento sin ningún objetivo civil identificable», subrayó el jueves el ministerio francés de Relaciones Exteriores. Teherán quiere «sin lugar a dudas la tecnología para activar un arma nuclear», afirmó el director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohamed El Baradei.
En su último informe, la AIEA estableció que Irán acumuló 1.339 kilos de uranio escasamente enriquecido y mantiene activas actualmente unas 7.000 centrifugadoras en Natanz (al sur de Teherán).
«Para ser creíbles, los iraníes necesitan entre dos y tres veces esta masa de uranio escasamente enriquecido y actualmente producen y producen… Falta saber en cuánto tiempo alcanzarán este volumen», agregó el responsable francés.
Según los analistas, con entre 1.000 y 1.700 kilos de uranio escasamente enriquecido se puede producir uranio altamente enriquecido, la materia prima de una bomba atómica.
Para varios expertos, los iraníes «ganan tiempo» para poder aumentar su producción de uranio enriquecido y ser más creíbles.
El momento de la verdad podría presentarse en septiembre-octubre en ocasión de la Asamblea General de la ONU, estiman los responsables franceses, mientras que algunas fuentes consideran que a fin de año o a principios de 2010 nada podrá impedir a Irán fabricar un arma nuclear.
Teherán no respondió por ahora a la propuesta de un diálogo directo del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama. Irán también ignoró una propuesta de las grandes potencias (Estados Unidos, Alemania, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia) de retomar las negociaciones interrumpidas desde septiembre.
Para los expertos, la crisis política actual no favorecerá un avance en el tema.
Tres escenarios son posibles, resume Tertrais: «una crisis que se prolonga y un programa nuclear con piloto automático», «una radicalización del poder con un desarrollo nuclear acelerado» y «un poder debilitado que podría estimarse obligado a abrirse al exterior».
«Este último sería el escenario positivo, pero los dos primeros son los más creíbles», estima el analista.
Para Thierry de Montbrial, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri), en cualquier caso «el objetivo de los iraníes no es llegar hasta la fabricación efectiva de un arma nuclear» aunque «seguramente sí el de alcanzar el umbral nuclear» como el caso de Japón, que es capaz de dotarse del arma atómica en un lapso de tiempo de «seis meses a un año».