Empantanado en el avispero boliviano donde encontr¢ la muerte hace 40 a¤os, Ernesto ’Che’ Guevara no hubiera imaginado jam s que su £ltimo intento revolucionario dar¡a nacimiento al ’Guevara Tour’, un jugoso fil¢n para el turismo local.
Luego del hallazgo en 1997 de los restos del guerrillero, enterrado secretamente en una fosa cerca de Vallegrande (700 km al sudeste de La Paz), las autoridades bolivianas crearon la ’Ruta del Che’, un circuito que sigue las peregrinaciones que ?ste hizo a trav?s de la selva.
«La idea es difundir el pensamiento del Che a trav?s de un turismo ordenado y respetuoso de los pobladores», dijo Edil Pe¤a Rojas, presidente de los gu¡as de la ’Ruta del Che’ y miembro de la ’Fundaci¢n del Che’, que se encarga en Vallegrande de mantener su patrimonio revolucionario.
El circuito, que parte de Santa Cruz -segunda ciudad boliviana, situada en una extensa llanura- atraviesa varias decenas de kil¢metros de selva.
Cerca de 2.000 turistas, que vienen de todos los continentes, llegan a esta regi¢n monta¤osa, especialmente en octubre, para asistir a las conmemoraciones que se organizan por la muerte del guerrillero argentino.
Pero el viaje est lejos de ser un paseo tranquilo. Recorrer en bus los 240 kil¢metros por la destartalada ruta que une a Santa Cruz con Vallegrande requiere de unas diez horas y cinco d¢lares. Un viaje que es diez veces m s caro si se escoge un peque¤o avi¢n de turismo.
«No queremos que el turismo sea reservado para los ricos», dice Pe¤a, quien destaca los precios m¢dicos de los hospedajes (10 d¢lares), en habitaciones muy rudimentarias en la mayor¡a de los casos.
No se trata sin embargo de imitar las condiciones peligrosas de los rebeldes, que se abr¡an camino a golpes de machete en la selva o atravesaban r¡os a riesgo de sus vidas. Actualmente los veh¡culos 4×4 permiten paliar la incomodidad de los caminos.
M s valiente, Guillaume Giraud, un ingeniero canadiense de 26 a¤os, con bandana y camiseta del ’Che’, recorri¢ 4.000 km por Am?rica Latina en su bicicleta remendada para venir a rendirle un homenaje al «esp¡ritu aventurero» de su ¡dolo.
Las atracciones principales de la visita, la escuela de La Higuera donde el Che fue ejecutado el 9 de octubre de 1967, y el lavadero del hospital de Vallegrande donde repos¢ su cad ver, se han convertido en lugares de peregrinaje recubiertos con graffiti a la memoria del h?roe y de su lema «Hasta la victoria siempre».
«Me molesta que se aprovechen del Che para ganar dinero», dice Ram¢n Alfredo Garc¡a, de 40 a¤os, uno de los m?dicos cubanos que trabajan gratuitamente en Bolivia, y que vino para pintar un mural en La Higuera.
La ’Fundaci¢n del Che’ afirma que lucha contra la comercializaci¢n de su imagen que se manifiesta en una cantidad de art¡culos.
Pero en el Santa Clara, un restaurante lleno de cuadros en honor del guerrillero que ofrece como bebida la coca del Che -un coctel de ron y coca fabricada por una peque¤a empresa de la zona-, Teresa Siles, de 53 a¤os, reconoce que eso «atrae a los turistas».
Incluso el Ej?rcito boliviano, que persigui¢ de manera implacable al guerrillero hasta darle muerte, participa en la ’Ruta del Che’, invitando a visitar la base de Camiri donde estuvo detenido el intelectual franc?s Regis Debray.
’La Ruta del Che’, que requiri¢ una inversi¢n inicial de 610 millones de d¢lares, da trabajo a unas 15.000 personas en esta regi¢n agr¡cola, una de las m s pobres de Bolivia seg£n la organizaci¢n no gubernamental CARE que particip¢ en la definici¢n del proyecto.
Algunas agencias de viaje no tienen ning£n complejo para proponer un circuito de dos d¡as por 170 d¢lares. Una de ellas incluso coloc¢ su carta de promoci¢n en medio de los homenajes an¢nimos en la escuela de La Higuera, ahora convertida en museo.