Guerrilleros asesinos


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A mi juicio el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos se equivoca totalmente en entablar un proceso de paz con los criminales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Aunque este tema ya lo he abordado en otras ocasiones, los eventos de esta semana en las rondas de negociación dan un giro importante al marco general de estos futuros tratados de paz entre el Gobierno y guerrilla colombiana.

John Carroll


El guerrillero Jorge Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, pronunció palabras que mucha gente esperaba hace tiempo de parte de alguno de estos criminales.  En el Palacio de las Convenciones de La Habana, Catatumbo ha reconocido públicamente por primera vez que los integrantes de las FARC provocaron “víctimas y dolor” en el transcurso de estos años de conflicto armado.
Las declaraciones del guerrillero son muy importantes para que el pueblo colombiano no caiga en la trampa de seguir con este proceso de paz que lejos de ayudar los hundirá en una discusión sin fin.  Aunque Colombia es un país que ha avanzado rápidamente en los últimos años en la senda del desarrollo, en el tema específico del conflicto armado interno y su respectivo proceso de paz, nosotros los guatemaltecos podemos darles lecciones.  No precisamente por ser superiores o más inteligentes a ustedes, amigos colombianos, simplemente la experiencia vivida es en este caso toda la diferencia. 
Veamos, ya hace unas semanas el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia dio a conocer un informe, “el informe” porque sospecho que este será la referencia indiscutible de ahora en adelante,  que concluye un trágico saldo de 220,000 muertes a causa del conflicto desde 1958.  En Guatemala, también tuvimos nuestro “informe” y de hecho arrojaba cifras de letalidad parecidas.  No cabe duda que los ríos revueltos son ganancia de pescadores y durante estos desgraciados conflictos existen autores que aprovechan poderes y ventajas para cometer toda clase de ilícitos.  Es el lamentable costo de vivir en conflicto armado o guerra interna y aunque no tiene justificación alguna, la historia ha enseñado que en todos los conflictos armados de este tipo en el mundo, el que más sufre es el individuo que no tiene relación directa con el conflicto como no sea la de ser un ciudadano que respeta el marco jurídico bajo el que vive y que espera que sus símiles sociales lo respeten también para poder vivir en paz y armonía.  Entre el marco jurídico del que hablo está sustentada la creación y operación de las fuerzas de seguridad públicas que son encargados precisamente, y por orden de este individuo, de resguardar la paz y poner en cintura a todo aquel que camine en camino contrario.
En Guatemala lo que ha sucedido es que los ideólogos de la izquierda socialista tomaron el poder desde hace tiempo, precisamente desde que comprendieron que su lucha era más efectiva en el aspecto político que en la montaña,  incrustándose incluso en las estructuras que elaboran los “informes independientes” de tal manera que esos informes dicen lo que ellos quieran que digan.
Vuelvo a repetir que aunque el costo de no firmar la paz es altísimo porque se paga con vidas, el costo de transar con criminales es mucho más alto y costoso porque lo que se obtendrá como resultado es la legitimación de las actividades criminales de los guerrilleros que como ya lo ha aceptado Catatumbo, también hicieron averías que causaron tremendo dolor y destrucción a los individuos colombianos, tanto los civiles como los militares que se encontraban acatando el mandato constitucional de defender al pueblo.  El camino correcto es el de aplicar las leyes existentes a todos los que la transgredieron durante el conflicto estén del lado que estén.