Los vestidos sobrios y austeros de la I y II Guerra Mundial y el esplendor y lujo de la postguerra se exhiben en la colección del Museo de la Moda de Chile «Guerra y Seducción», donde destacan piezas de dos íconos del período, las actrices Marilyn Monroe y Rita Hayworth.
Los trajes alargados, sobrios y poco ceñidos fueron moda durante el primer gran conflicto bélico del siglo pasado (1914-18), cuando las mujeres privilegiaron la comodidad sobre la coquetería, mientras que la obligada austeridad que provocó la II Guerra Mundial (1939-45) marcó tendencia en la década de los 40.
Pero tras el fin de ambos conflictos la sociedad y la moda vivieron momentos de esplendor, en los que las mujeres explotaron de distinto modo su sensualidad y belleza en un intento por borrar el doloroso pasado.
Estos periodos son repasados en la muestra «Guerra y Seducción», la segunda exhibición del Museo de la Moda de Chile, el primero en su tipo en América Latina, propiedad del millonario heredero textil Jorge Yarur.
La muestra fue inaugurada el miércoles con la presencia del actor estadounidense Elijah Wood, que encarnó a «Frodo», el protagonista de la saga épica «El Señor de los anillos».
«Aquí se ven reflejados los efectos irreversibles que causaron (en la moda) estas dos catástrofes, donde las consecuencias de ambos conflictos fueron muy diferentes», señaló la curadora de la muestra, la francesa Lydia Kamitsis.
Los efectos se dan fundamentalmente entre los países involucrados en los conflictos, aunque las tendencias se expandieron por todo el mundo, incluido países tan distantes como Chile o Argentina, explicó Kamitsis.
La muestra incluye unas 230 piezas, entre trajes cotidianos, vestidos de fiesta, uniformes militares, zapatos, sombreros y carteras.
Entre los vestidos de alta costura usados tras el fin de la II Guerra Mundial destaca un sensual modelo strapless de terciopelo rojo que utilizó Marilyn Monroe. También una camisola de dormir en raso de seda con la que posó para la revista «Life» la actriz Rita Hayworth en 1941 poco antes del ataque japonés a Pearl Harbor.
De la I Guerra Mundial se exhiben vestidos largos hasta un poco más arriba de los tobillos, de colores neutros y escasa decoración, que no marcaban la silueta de las mujeres.
Los sencillos modelos se impusieron entre las mujeres, que tuvieron que asumir como jefas de hogar, lo que las obligó a privilegiar la comodidad.
Tras el fin de la guerra, las mujeres acortaron sus faldas hasta la rodilla, comenzaron a usar brillos e incrementaron el maquillaje, pero siguieron negándose a mostrar sus atributos, por lo que se fajan el busto y no marcan el talle.
Durante la II Guerra Mundial la falta de recursos marcó la moda. Las mujeres vuelven a usar trajes sobrios y vestidos hechos con base en materiales reciclados de antiguos modelos. En esta época surgen las plataformas en los zapatos en un intento de hacerlos durar más tiempo.
Los accesorios también son escasos y predominan las piezas negras, muchas de ellas teñidas para darle un segundo uso.
«Pese a lo crudo de la guerra, las mujeres se las ingeniaron para seguir mostrando algo de estilo», dijo Kamitsis.
Tras el fin de la guerra la sensualidad reprimida se desborda. Las mujeres buscan reconciliarse con su rol de objeto del deseo y la sensualidad impregna toda la moda. Predomina el color rojo, los corsés y las prendas ajustadas en la cintura.