Tensos pulsos entre militares en aguas disputadas, policías detenidos tras una incursión en territorio extranjero, controvertidas prácticas de tiro, son algunos de los incidentes que alteran desde hace algunos meses la vida tranquila de Gibraltar.
Estos sucesos implican regularmente a dos socios de primera línea de la Unión Europea, el Reino Unido y España, por las aguas que rodean a la colonia británica reivindicada por Madrid.
Londres considera como aguas territoriales británicas una franja de tres millas náuticas, el equivalente de 5,5 kilómetros, alrededor del peñón que domina estratégicamente el estrecho entre el Mediterráneo y el Atlántico.
España cedió Gibraltar a perpetuidad a Inglaterra por medio del Tratado de Utrecht en 1713. Desde entonces, este territorio del tamaño de un distrito de París es la causa de tensiones recurrentes.
Madrid reivindica su posesión el día en que el Reino Unido renuncie a la misma y excluye cualquier tipo de derecho británico en espacios «distintos a los expresamente incluidos en el tratado», se argumenta desde el gobierno español.
El texto concede «la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen», pero no dice nada sobre el espacio marítimo que rodea la colonia.
Algo normal, según los británicos, ya que la noción de aguas territoriales no existía en el momento de la firma del tratado. Desde entonces, una convención de Naciones Unidas que los dos países han firmado la ha oficializado, argumentan.
Esta diferencia de interpretación no es nueva pero ha llevado desde hace seis meses a una extraña escalada. Cuando lanchas de la guardia civil «se acercan a menos de 3 millas del Peñón de Gibraltar aparece una patrullera de la Royal Navy o de la policía de Gibraltar para instarles a que abandonen estas aguas», dice a AFP el guardia civil José Encinas.
La embarcación británica intenta «interceptar la trayectoria» de la patrulla española, les instan a «abandonar las aguas territoriales» y «amenazan con proceder a su detención», explica este militar español, representante de la principal asociación de guardias civiles, la AUGC.
Según Encinas, la guardia civil patrulla desde siempre en esas aguas para controlar un «tráfico marítimo impresionante» y sobre todo actuar «contra el narcotráfico».
El pasado 7 de diciembre tuvo lugar un nuevo incidente. La policía del peñón detuvo a cuatro guardias civiles que, en persecución de una embarcación sospechosa, habían desembarcado de noche por error en Gibraltar.
Madrid se disculpó. Unos 15 días antes, Londres había presentado unas disculpas similares por unas prácticas de tiro de la Royal Navy sobre una boya con los colores de la bandera española.
Peter Caruana, primer ministro de Gibraltar, rechaza rotundamente esa versión. Es una «pura fabulación» ya que la bandera utilizada no tenía nada que ver con España, sino que llevaba los colores reglamentarios de la OTAN, afirmó en una entrevista con los diarios Les Echos y Financial Times.
Opuesto a un traspaso de soberanía a España, Caruana asegura que la nueva subida de tensión se debe a la inclusión a finales de 2008 en la lista de «lugares de interés comunitarios» de un lugar español denominado «estrecho oriental» que comprende las aguas en disputa de Gibraltar.
Londres vio esto como un reconocimiento de Bruselas a la soberanía española y denunció el hecho ante la Corte de Justicia de la Unión Europea. Desde entonces, la guardia civil patrulla alrededor del peñón, afirma Caruana.