La «matanza de Badajoz», perpetrada en agosto de 1936 por las tropas franquistas en esa ciudad de Extremadura (centro-oeste), sigue dividiendo la opinión de los expertos, 70 años después del estallido de la Guerra Civil española (1936-39).
¿Hubo 4 mil muertos, como afirma un célebre artículo del periodista estadounidense Jay Allen, o solamente varios cientos?
Un animado debate tuvo lugar al respecto en el marco de un Congreso Internacional sobre la Guerra Civil que se celebra esta semana en Madrid.
A menudo, los historiadores citan ese polémico episodio -al igual que el bombardeo de la ciudad vasca de Guernica por parte de la aviación nazi en 1937- como ejemplo de la ferocidad y la voluntad de «exterminio» del adversario que demostró al inicio del conflicto el bando franquista, que se llamaba nacional.
Los soldados marroquíes del Ejército del ífrica española alentados por el general Franco y los legionarios de una columna dirigida por el teniente coronel Juan Yagí¼e que avanzaban hacia Madrid entraron en Badajoz el 14 de agosto de 1936.
Durante tres días, y en particular en la plaza de toros de la ciudad, asesinaron indiscriminadamente a milicianos y simpatizantes republicanos, cuyo alcance es justamente lo que ha provocado un debate semejante.
Allen, periodista del Chicago Tribune, estuvo en Badajoz días después y alertó a la opinión pública mundial a través de un artículo en el cual expresaba su indignación y hablaba de una «carnicería» de 4 mil republicanos en la «Ciudad de los horrores».
Era «propaganda», afirmaron entonces los franquistas, tal como siguen asegurando numerosos historiadores o escritores considerados «revisionistas» como Pío Moa o César Vidal.
Este último, autor de la «Guerra que ganó Franco», se levanta contra la «leyenda de una supuesta matanza en masa en Badajoz».
Aunque reconoce ejecuciones sumarias, Vidal afirma que la represión franquista causó menos de 200 muertos en esa ciudad extremeña.
Mientras prepara una tesis al respecto en la Universidad de Valencia, el historiador Héctor Alonso García afirmó el martes durante un debate en el marco del Congreso que entre 500 y 700 republicanos fueron fusilados y no «ametrallados» en la plaza de toros de Badajoz, después de que los nacionales tomaran la ciudad.
Allen era un «propagandista, un partidario del Frente Popular» de izquierda en el poder, afirmó Alonso a la AFP, retomando la opinión de los historiadores conservadores.
En su opinión, existen testimonios más creíbles como el del periodista portugués Félix Correia del Diario de Lisboa o del corresponsal francés de la agencia Havas (predecesora de la AFP), Marcel Dany.
Estos no dieron cifras precisas -aún si Correia anticipó la hipótesis de 2.000 muertos- pero hablan claramente de «ejecuciones en masa» y de «escenas de horror y desolación» en las calles de la ciudad, donde «la sangre corre por las aceras».
Varios participantes en el debate recordaron que los historiadores establecían el número de víctimas en un mínimo de 1.500, incluyendo a los civiles asesinados justo después del asalto a la ciudad y las ejecuciones posteriores.
Interrogado tiempo después por el corresponsal del New York Herald Tribune, John Whitaker, el teniente coronel Juan Yagí¼e diría: «por supuesto que los hemos matado. ¿Usted se imagina que iba a dejar 4.000 rojos detrás de mí mientras mi columna avanzaba a marcha forzada?».
Su unidad fue calificada como la «columna de la muerte» en un libro publicado en 2003 por el historiador Francisco Espinoza.
Quinientos o 4.000, poco importa, opinaba uno de los participantes en el debate. Lo que cuenta es que en Badajoz, las tropas franquistas tenían «claramente» la voluntad de «exterminar» a los civiles y de someter al adversario mediante el «terror», agregó.