«La publicidad manda consumir y la economía lo prohíbe. Las órdenes de consumo, obligatorias para todos pero imposibles para la mayoría, se traducen en invitaciones al delito», Eduardo Galeano.
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Doña Telvia sonríe poco y a menudo se le ve muy sola por la calle a pesar de la multitud que a toda hora la rodea mientras trabaja. Debe tener menos años de los que aparenta, lo cierto es que algunas de sus compañeras de trabajo le calculan 57.
«Pizza en porciones» se le oye decir con su voz casi destrozada en cada bus que aborda desde las diez de la mañana hasta las ocho de la noche para poder ganar algo de dinero.
Telvita, como la llaman sus compañeros y compañeras, trabaja por casi doce horas vendiendo pizza en los autobuses que circulan por la novena avenida, entre novena y décima calle de la zona 1, justo frente al Congreso de la República, donde un sinnúmero de leyes que podrían favorecer sus condiciones de vida y trabajo, llenan los impenetrables cofres del parlamento.
Pero doña Telvia no sólo carga con el recipiente en el que la pizza se mantiene caliente; carga también con la preocupación de la salud de sus nietos, los obligatorios gastos médicos en los que tiene que incurrir para el tratamiento de su pierna derecha y la represión del Estado, que antes de protegerla, le arrebató la niñez y frustró su propia vida por medio de sus gobiernos, militares y democráticos.
Mientras el Decreto 85-2005, Ley del Programa de Aporte Económico del Adulto Mayor, establece que el objeto de esa ley es crear un programa de aporte económico a las personas de 65 años o más, con la finalidad que el Estado «garantice a este sector de la población, la atención de sus necesidades básicas mínimas»; centenares de «guatemaltecos mayores» tienen que trabajar durante rutinas casi inhumanas para sobrevivir.
Mientras que la semana pasada la Contraloría General de la Nación denunció que personas menores de los 40 años fueron beneficiadas con la cuota de Q 400 al mes debido a actos de corrupción cometidos por los ejecutores del referido programa; la Asociación de Ancianos de Asunción Mita, Jutiapa, sigue denunciando que desde el año 2006, con muy pocos resultados, iniciaron un trabajo de apoyo a las personas de la tercera edad para que fueran beneficiadas con ese pago y que sólo en ese municipio hay un promedio de 2 mil expedientes varados.
Mientras que el eslogan del actual gobierno: «tiempos de solidaridad», continúa escuchándose, viéndose o leyéndose en los no muy económicos anuncios publicitarios; basta con caminar por cualquier calle del Centro Histórico para ver la deplorable situación de nuestros guatemaltecos mayores, que vendiendo comida, periódicos, dulces, llaveros o lo que sus posibilidades les permitan; hacen lo imposible para subsistir económicamente y siguen preguntándose ¿qué significa la «solidaridad» para el actual gobierno?