Guatemaltecos, indignados pasivos y sin referentes de cambio


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Cuando una sociedad está sometida a una continua exposición a hechos violentos, ésta se insensibiliza al punto que ni el crudo asesinato de 27 jornaleros, la muerte de una persona por robar una gaseosa o casi una veintena de homicidios diarios provoca un levantamiento popular; lo anterior, aunado a la falta de educación, el analfabetismo funcional, la brecha económica, la fragmentación social y el temor, entre otros elementos, imposibilitan la formación de auténticos lí­deres que logren una gran manifestación en busca de un cambio estructural para el paí­s.

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POR MARIAJOSí‰ ESPAí‘A
mespana@lahora.com.gt

Es un dí­a normal en Guatemala. Son las seis de la mañana y la jornada laboral se inicia con el cierre de las principales ví­as de acceso a la Ciudad por grupos de campesinos molestos por la industria minera en el paí­s. Más tarde, las escuelas públicas deciden no impartir clases por una huelga magisterial y el atentado contra un bus urbano deja varios heridos. Es un ciclo continuo, que hasta ahora no parece tener final.

Eso no es todo. El norte del paí­s vive en un ambiente de temor por el cruento asesinato colectivo de 27 jornaleros como consecuencia de “la guerra de los carteles”, por la que el paí­s se encuentra a poco de convertirse en lo que muchos califican como un narco-Estado. Mientras tanto, el precio de los combustibles baja unos cuantos centavos, cuando semanas atrás se elevaba con rapidez. En contraste, el precio de la canasta básica se incrementa: cada vez hay menos comida en las mesas de los guatemaltecos y más niños desnutridos.

Una semana turbulenta pasa de nuevo y parece ser que, inundada de problemas, la sociedad guatemalteca sigue su rumbo, en espera de otra crisis que muy probablemente no será resuelta.

“Se dan las muertes en Petén, la corrupción a niveles inimaginables, decapitan a un profesor, luego desmembran a un Fiscal y la gente no alza su voz. En medio de toda esta convulsión social hay determinados temores que se manifiestan en la gente y que por eso nadie quiere decir nada”, explica el politólogo Roberto Sequén, al ser consultado sobre la crisis social y la indignación pasiva de los guatemaltecos.

Para Sequén, el temor generalizado –por la violencia y la impunidad– se ha incrustado en la sociedad y no permite que se escuchen las voces de repudio hacia la situación de decadencia en la sociedad. “Aparte del temor, uno de los factores que han influido es que se han utilizado diversas formas polí­ticas para que la gente ya no piense en un planteamiento ideológico, sino que solamente piense en un bienestar individual”, refiere.

“La gente ya no razona, la sensibilidad se está perdiendo”, asevera.

EDUCACIí“N, TEMOR Y DEMíS

En un paí­s en donde a inicios de este siglo la tasa de analfabetismo en mayores de 15 años es del 56 por ciento en mujeres, y en hombres 44 por ciento, la educación resulta ser uno de los grandes ausentes entre los agentes de cambio.

Las cifras corresponden al analfabetismo formal, pero también es muy influyente el “analfabetismo funcional”. “Puede haber profesionales y académicos con mucha preparación, pero no quiere decir que estén preparados para enfrentar y cambiar la realidad”, dice Sequén.

La “no indignación” es parte del temor en que ha vivido la gente; no es un defecto por ser guatemaltecos sino porque somos una población atemorizada por la violencia y la impunidad, y “si no se hace nada pronto, lo primero que va a pasar es que va a venir una fase muy violenta”, dice el académico Mario Roberto Morales.

La falta de educación y la falta de pensamiento crí­tico en la juventud, son los dos factores que promueven una falta de reacción frente a la problemática nacional histórica, explica Morales. Por otro lado, refiere que la ciudadaní­a letrada, que conoce su historia, tiene la capacidad para extraer perfiles de identidad y se puede involucrar con más facilidad en la solución de la crisis nacional.

“Mientras que aquí­ el desconocimiento, la falta de educación, de cultura y de ciudadaní­a hace que la gente viva en un limbo de volcanes, marimba, tortillas y alcohol y nuestra patria es nada más el terruño, sin sentirnos verdaderamente identificados con ella”, acentúa Morales.

De igual forma, agrega que ningún proyecto polí­tico le ha interesado formar ciudadanos, “porque un ciudadano es un lí­o consciente que hace reflexionar que forma parte de una nación y eso en Guatemala no existe”. A su punto de vista, un ejemplo es que la mayorí­a de guatemaltecos no conoce la letra del Himno Nacional, y eso solo da una idea de lo poco que significan para el guatemalteco los sí­mbolos nacionales. “La Patria no le sirve al ciudadano para darle trabajo, para defender derechos y el aparato estatal tampoco responde”.

¿QUí‰ SUCEDIí“ EN ESPAí‘A?

Según Morales, el reconocido movimiento de “los indignados”, en España, es el resultado de una juventud universitaria que accedió a la educación y a la inclusión, gracias al cambio que hubo en España de la dictadura franquista a la democracia, y que actualmente no encuentra un espacio en el mercado laboral.

El movimiento de los inconformes españoles no alcanza el nivel de una revolución. Morales explica que la era democrática del paí­s europeo ofreció a la población altos niveles de educación y empleo para la población académicamente preparada.

“Simplemente la crisis económica en España expulsó del empleo a la mitad de los jóvenes. No se trata de un movimiento revolucionario, sino de jóvenes enojados porque no tienen trabajo”, indica.

En cambio, para Guatemala en cinco años la tasa de desempleo aumentó casi tres puntos. Para 1998 se consideraba un paro de 5.2 por ciento; para el 2003 ya se contabilizaba una tasa de casi el 8 por ciento.  A pesar de los constantes incrementos en el paro laboral, los despidos sin justificación y el cierre de empresas aún no existe un levantamiento popular similar al que se originó en España.

Morales define una diferencia en el conocimiento y dominio de la historia en los paí­ses europeos. “La juventud española que iba a las plazas a manifestar conoce su historia; en Guatemala no existe un solo libro de texto que hable de la historia del paí­s con apego a la realidad”.

Asimismo, según menciona, el guatemalteco no tiene experiencias democráticas, ni una realidad polí­tica que incorpore a todo el mundo al empleo. “Aquí­ el no tener empleo es normal, nadie se asusta de eso, no hay trabajo y la gente se va a Estados Unidos”.

El sistema actual no produce. Guatemala vive de las remesas que mandan sus migrantes indocumentados en Estados Unidos. “No estamos produciendo, por lo que es normal que no haya empleo y los que hay sean mal pagados, y todo eso mata la rebelión porque la gente no tiene referente alguno”.

En el caso de los paí­ses árabes, que también se han visto envueltos por manifestaciones populares, el denominador común es el conocimiento que tienen de su historia.

Los paí­ses árabes son juventudes islámicas y se pusieron a protestar que por la vida de la religión conocen su historia y tienen una identidad nacional que también es religiosa, nosotros no. “Estamos hablando de un tipo de juventud consciente de su identidad y consciente que ya es hora de que los paí­ses cambien”, dice Morales.

INTENTOS DE CAMBIO

A decir de la psicóloga social Marina Villagrán, todo lo señalado anteriormente ha logrado que el guatemalteco se indigne, pero que su reacción no pase a más, y se convierta en un espectador de la realidad.

Pero esto se debe a que cuando se ha tenido la oportunidad de manifestar, explica Villagrán, la respuesta de las autoridades es represiva y acaba con la poca organización que se promueve dentro de algunos espacios de la sociedad.

“A través de los años aprendimos a que nos conviene más callar que actuar, ya que el actuar puede pagarse con la vida”, puntualiza

Por otro lado, Sequén agrega que los movimientos de jóvenes que se han visto nacer en los últimos meses son manipulados: “toda vez tengamos una visión de paí­s podremos salir adelante, mientras no lo hagamos no lograremos nada”.

Según el académico Morales, para que haya un movimiento popular en Guatemala, éste tiene que ser autónomo, basado en el sacrificio de sus miembros, auténtico, autónomo y autosuficiente, siendo el factor de menos importancia el financiamiento.

“El sentido de sacrificio que se necesita para una movilización polí­tica, no la tiene la juventud, “se la han arrancado de la cabeza y del alma porque sustituyeron la educación cí­vica con el entretenimiento audiovisual masivo”, agrega.

Por lo que lo primero es trabajar con los jóvenes, “que deben de aprender filosofí­a, historia, análisis crí­tico que les permita leer la realidad polí­tica con una mentalidad concreta y objetiva”.

“Es imprescindible un movimiento cí­vico polí­tico, pero tiene que ser multiclasista, multiétnico y multigeneracional”, para evitar que excluyan a un sector.

INTERNET
LAS REDES SOCIALES


La red social se hace popular en la medida que las personas se integran a ella, la utilizan y la promueven; al momento Facebook, Twitter y Youtube son las más populares.
Con esta herramienta al alcance de millones de personas puede que las consecuencias de la masificación de este tipo de tecnologí­a sean inesperadas.
En Egipto, ciudadanos descontentos con el régimen se organizaron mediante Facebook y Twitter para protestar en contra del presidente Hosni Mubarak; el resultado fueron concurridas protestas, las cuales provocaron la renuncia de Mubarak.
El Gobierno reaccionó de manera agresiva y tenaz frente a este tipo de medios de comunicación, logrando el bloqueo de internet tanto en computadores como también en los celulares, pero que aún así­ el efecto de expansión masiva de la información que permiten tener las redes sociales ya se habí­a propagado.

Stephanie Falla, experta en redes sociales, indica que un aspecto importante de estas redes es que apoyan las iniciativas que buscan la libertad de expresión que sin duda se vuelve fundamental para la promoción de las mismas en el ámbito mundial.

El panorama en Guatemala es de una penetración del 16.8 por ciento de Internet y un número de usuarios de Facebook 1 millón 267 mil 760; sin embargo esto no parece ser suficiente cuando el paí­s sufre de altos niveles de pobreza extrema.

En la actualidad aún existe brecha digital muy grande, ya que el acceso a la Internet es tan limitado en el área rural, además que existe un analfabetismo digital.

“Existe una tendencia fuerte en el paí­s de ver las redes sociales como una forma de entretenimiento que incluso muchas universidades, empresas y hasta los mismos periódicos del paí­s bloquean su uso”, explica Falla.

Además, a decir de la experta, no sólo es cuestión de manifestar, también se requiere de propuestas, y en ese sentido se ve el éxito en los levantamientos populares en otros paí­ses. “Armar una revolución es fácil, lo difí­cil es construir un Estado digno”, agrega.

Por lo que concluye que las redes sociales son herramientas poderosas para comunicar; no obstante se necesita de lí­deres, propuestas, trabajo en equipo; “cuando tengamos todo eso, entonces usemos las redes sociales para comunicar, compartir y crear una comunidad para una misma causa”.

“Aparte del temor, uno de los factores que han influido es que se han utilizado diversas formas polí­ticas para que la gente ya no piense en un planteamiento ideológico, sino que solamente piense en un bienestar individual (…) La gente ya no razona, la sensibilidad se está perdiendo”.
Roberto Sequén
Politólogo