En Guatemala, las niñas y mujeres se encuentran en franca desventaja con respecto a los niños y hombres en aspectos básicos que van desde el acceso a la salud, la educación y la alimentación, hasta las proyecciones sociales como la posibilidad de obtener un crédito financiero o aspirar a un cargo público.
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Esto se evidencia en las desventajas para destacar en el ámbito laboral e incide de tal manera que se les dificulta alcanzar un estado de bienestar y desarrollo, y conseguir su independencia.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer, que recuerda el esfuerzo de las féminas en su búsqueda de igualdad con respecto a los hombres en la sociedad y en su desarrollo íntegro como personas.
Sin embargo, esta celebración se empaña cuando se conocen los números estadísticos, en donde las mujeres aún mantienen un rezago en igualdad y equidad de género, con respecto a los hombres.
Esto evidencia la desigualdad en el país y las condiciones discriminatorias, excluyentes y machistas, que posicionan a las mujeres en una franca desventaja en la sociedad y que limita su capacidad para ser independientes.
LAS DESVENTAJAS
Según la Organización de Naciones Unidas, la desigualdad entre los géneros y el acceso limitado al crédito, la salud y la educación son las principales dificultades que afrontan las mujeres.
Se calcula, por ejemplo, que el 60 por ciento de las personas con hambre crónica son mujeres y niñas, y la crisis alimentaria y la económica, junto con el cambio climático –que son problemas globales–, no hacen más que agravar la situación de la mujer.
No obstante, en el ámbito privado los problemas también son serios; se cree que hasta 7 de cada 10 mujeres sufrirán golpes, violaciones, abusos o mutilaciones a lo largo de sus vidas, lo cual afecta todas las posibilidades de desarrollo.
Para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) las desigualdades de género merecen un tratamiento distinto, dada la especificidad de las diferencias en el desarrollo humano entre hombres y mujeres.
Según el PNUD el Índice de Desigualdad de Género (IDG) muestra las diferencias entre hombres y mujeres en las dimensiones de salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral. En 2011 Guatemala era uno de los países con mayor desigualdad de género de la región.
Claudia Hernández, directora ejecutiva de la Fundación Sobrevivientes, indica que las limitaciones que tienen las mujeres en Guatemala son varias, pero prevalecen las carencias en educación, salud, trabajo y justicia.
“Se ve todavía un marco cultural donde las mujeres pueden dar su aporte dentro del hogar, pero muchas veces se reduce a las tareas de limpieza doméstica, el cuidado de los hijos y el esposo, limitando el desarrollo de las mujeres”.
Además dice que las condiciones del país requiere que las mujeres empiecen a tener una fuente de ingresos aunque se tenga una pareja, sin embargo esto presenta dificultades cuando se tiene arraigada la idea de que es un hombre el que provee y administra el hogar.
Salir a buscar un trabajo a la calle es necesario para muchas mujeres, pero también implica pasar por muchas dificultades. «María», una mujer de mediana edad, cuenta que su historia no fue fácil. “Recorrí toda las zonas de la capital repartiendo currículos a ver si tenía suerte de encontrar un trabajo”, recuerda.
Días después se preguntaba: «¿Por qué no me han llamado de ninguna empresa?» María, como muchas mujeres, tuvo que vivir y enfrentar la lucha por la igualdad, pues en su experiencia académica y familiar no había sufrido discriminación por el hecho de ser mujer. Sin embargo, en la calle experimentó esta situación en carne propia.
Con el paso del tiempo, María tomó conciencia de las limitaciones y barreras que se encuentran en su camino, tanto personal como laboral, por su género; así que toma la determinación de formarse y luchar contra toda clase de estereotipos sobre la mujer, y contra cualquier tipo de violencia y desigualdad.
Después de recorrer un largo camino, logró encontrar un buen trabajo, no sin sortear las dificultades que implica enfrentar a varios hombres que han querido darle de baja por considerar que no tiene las capacidades para ocupar el puesto que ocupa en una empresa del sector privado.
DEPENDENCIA ECONÓMICA
Según la Secretaría Presidencial de la Mujer (Seprem), en el país existe una considerable desigualdad entre hombres y mujeres en aspectos como la educación, el trabajo y la salud.
En trabajo, por ejemplo, la tasa global de participación en la población económicamente activa indica que, de la población de mujeres de 15 años y más, un 45.7 por ciento están insertas en ese sector, es decir, tienen un empleo o buscan activamente uno, mientras que los hombres tienen una participación de un 87.6 por ciento.
Esto muestra cómo los patrones y roles establecidos en la sociedad han determinado el acceso de las mujeres al trabajo remunerado, su tasa de participación es la mitad que la tasa de participación de los hombres.
También existen diferencias en los ingresos: el salario de las mujeres representa un 60 por ciento del salario de los hombres. Sin embargo ellas son más de la mitad –el 55 por ciento– de las contribuyentes en este país, según datos de la Superintendencia de Administración Tributaria.
Según el informe 2010 de avances de los Objetivos del Milenio, presentado por Segeplan, del total de mujeres ocupadas, un 88 por ciento recibe un salario inferior al costo de la canasta básica vital y un 53 por ciento recibe un salario inferior al salario mínimo oficial.
A esto se suman las diferencias salariales que continúan siendo significativas, ya que por cada quetzal que gana un hombre, la mujer gana 63 centavos –37 menos– en el área urbana y 69 centavos –31 menos– en el área rural.
LUCHA CONSTANTE
Para Miriam Domínguez, de la Defensoría de la Mujer, de la Procuraduría de Derechos Humanos, la desigualdad ha sido la lucha constante de la mujer, en condiciones de educación, salud y acceso a la justicia, de participación política, así como la lucha por la defensa de sus derechos humanos.
“Tanto el hombre como la mujer están en la igualdad de condiciones” en el plano teórico, sin embargo la situación del machismo que impera en el país ha sido un tropiezo para el avance de las mujeres, dice la funcionaria.
Domínguez indica que las leyes del país «están hechas por hombres» y eso se evidencia en la falencia del enfoque de género y multiculturalidad, que no se ven reflejados en estas normativas, aunque ha habido avances como la Ley contra el Femicidio, pero queda corta la situación del acceso a la justicia.
“La mujer tiene la capacidad de desarrollarse en cualquier ambiente y ámbito, además de poder hacer el trabajo que realiza el hombre”, asegura Domínguez.
GOLPES IMBORRABLES
Según datos de la Policía Nacional Civil (PNC), en 2010 se denunciaron 496 violaciones a mujeres, o sea 41 violaciones al mes. Son las mujeres entre 11 y 20 años quienes tienen mayor vulnerabilidad, seguidas del grupo de mujeres entre 20 y 30 años. Un 66 por ciento de las víctimas son adolescentes y mujeres jóvenes de 11 a 20 años de edad; un 32 por ciento son pre-adolescentes y adolescentes de 11 a 15 años y un 34 por ciento son adolescentes y mujeres jóvenes de 16 a 20 años, lo cual constituye una constante en los últimos cinco años.
Por datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) obtenidos de evaluaciones clínicas sobre casos de abuso sexual contra mujeres y hombres, efectuadas desde 2008, ha podido determinarse el incremento anual de casos en los que las mujeres siguen siendo las principales víctimas, con el 90 por ciento de las evaluaciones presentadas.
En los últimos diez años, el fenómeno del femicidio ha tenido un incremento del 390 por ciento (de 182 registrados en el año 2000, a 710 en 2011) y son las mujeres en edad reproductiva las más afectadas.
Sin embargo, es alarmante que también las niñas y adolescentes hayan sido, en estos últimos años, víctimas de este delito. Según datos de la PNC, un 15 por ciento de las muertes violentas en el año 2011 corresponde a mujeres adolescentes de 16 a 20 años, y un 14 por ciento a mujeres jóvenes de 21 a 25 años.
Es decir, más del 40 por ciento de las muertes violentas de mujeres se da en menores de 25 años. Este dato, refleja la vulnerabilidad de las mujeres jóvenes y la gravedad del problema. Pese a los avances legales, la misoginia y la violencia extrema contra las mujeres siguen constituyendo situaciones que vedan la vida de cada vez más jóvenes.
Claudia Hernández
Fundación Sobrevivientes